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13 de febrero de 2013

El asesinato de Chokri Belaïd, relanza un periodo de luchas en Túnez, donde el actual gobierno del partido religioso Ennahdha, aparece como el responsable directo de este asesinato.

La primavera árabe se perfila como el otoño del imperialismo

TUNEZ MOVILIZADA CONTRA EL ASESINATO DE UN DIRIGENTE POPULAR

 Chokri Belaïd, era dirigente del Movimiento de Patriotas Democráticos (MOUPAD), organización opositora al actual gobierno, con algunas concepciones, en defensa de clases populares (obreros, pequeños agricultores, desocupados, funcionarios, artesanos y capitalistas patriotas). Declara en su programa conceptos de soberanía nacional, régimen parlamentario, políticas de unidad panárabe, una oposición total a Israel.

 Chokri Belaïd, era dirigente del Movimiento de Patriotas Democráticos (MOUPAD), organización opositora al actual gobierno, con algunas concepciones, en defensa de clases populares (obreros, pequeños agricultores, desocupados, funcionarios, artesanos y capitalistas patriotas). Declara en su programa conceptos de soberanía nacional, régimen parlamentario, políticas de unidad panárabe, una oposición total a Israel.
Los conceptos de este partido, están en la línea de una república, laica y parlamentarista, con un contenido antiisraelí, pero que no llega a manifestarse claramente como antiimperialista, dado el carácter de Túnez como país totalmente dependiente, y con una manifestación ascendente del imperialismo francés. El propio Belaid, formado en Francia, no aparece en ningún momento como opositor a dicho imperialismo, a excepción de ciertas posiciones panárabes.
Su lucha contra el antiguo régimen de Zine Abidine Ben Ali -gran amigo y sostenido por los franceses que cae en enero de 2011 por una rebelión popular por pan y trabajo-, su oposición al actual gobierno religioso del Partido Ennahdha -próximo del Partido por la Justicia y el Desarrollo en el poder en Turquía, y con concepciones “coránicas”, defensa del liberalismo económico, y otras posiciones denominadas comúnmente por la prensa burguesa como “centristas”-, y también su militancia, que ya desde el 2008 se había pronunciado contra la brutal represión por parte del ejército contra los mineros de Gafsa en huelga -minas de fosfatos a 350 km al sur de la ciudad de Túnez-, hacían hasta hoy de Chokri Balaid un “político de izquierda”.
El asesinato de este líder político es atribuido a las milicias de la Liga de Protección de la Revolución, organismos de choque del poder actual.

Se paralizó por completo el país
El principal sindicato de trabajadores de Túnez (UGTT), el 8/2, día del entierro de Belaid llamó a la huelga y se paró completamente el país. Los manifestantes quemaron varias sedes del Partido Ennahdha en diferentes ciudades y la policía reprimió con dureza al pueblo.
El primer ministro Hamadi Jebali, tratando de salvar su gobierno, ha anunciado la disolución del gobierno y la constitución de uno nuevo compuesto de tecnócratas. Sin embargo su propio Partido Ennahdha, lo desautorizó y Jebali amenaza con renunciar.
Con gritos de “El pueblo quiere la caída del régimen” y “El pueblo quiere una revolución”, las masas no dan respiro a el actual gobierno, que se encuentra en una crisis, que se suma a las diferencias internas en el propio partido gobernante, que luego de 15 meses de discusiones no llegan a acordar sobre el tipo de constitución.
Si bien los levantamientos populares lograron en enero de 2011 echar un gobierno dictatorial y corrupto aliado de los franceses, esto no se constituyó en una revolución como los medios burgueses lo propagandizaron en su momento llamándolo “Revolución de jazmín”. Una revolución es un cambio de clase en el poder, y esto no sucedió, y dos años después, las luchas recomienzan por los mismos objetivos, casi un calco de lo que sucede en Egipto.
Este sábado 09/02 el partido gobernante llamó a una concentración para defender su “revolución”, consiguiendo reunir unos 3.000 manifestantes al grito de France degage (Fuera Francia). Así aparecen con una consigna antiimperialista, que solo es en apariencia, y de esta forma se oponen a la posición “izquierdista” de los defensores de Belaid, con sus posturas de defensa de los derechos humanos, democracia, y libertad, que en realidad se asemejan sospechosamente a las posturas cacareadas por el gobierno de Hollande, para todo su patio trasero.
El principal problema, tanto para el partido gobernante, como para los “opositores democráticos”, es como ellos dicen “que la calle tome el poder”, es decir ese pueblo explotado y dominado por el imperialismo, principalmente francés, conjuntamente con una burguesía terrateniente e intermediaria, que tiene al pueblo en condiciones de miseria y desocupación.