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20 de julio de 2016

La prostitución no es trabajo

Sus causas principales están en la pobreza y situación de vulnerabilidad

Prostitución es la venta de sexo a cambio de dinero u otro valor. La mujer en situación de prostitución “contrata” con el cliente el uso de su cuerpo o ciertas partes del mismo por un tiempo determinado. Su cuerpo es la mercancía. Se habla de 24.000 personas, en su gran mayoría mujeres, en situación de prostitución.

Prostitución es la venta de sexo a cambio de dinero u otro valor. La mujer en situación de prostitución “contrata” con el cliente el uso de su cuerpo o ciertas partes del mismo por un tiempo determinado. Su cuerpo es la mercancía. Se habla de 24.000 personas, en su gran mayoría mujeres, en situación de prostitución.
Si bien nuestro país carece, en general, de estadísticas serias con respecto a la situación de las mujeres, datos parciales nos permiten inferir que una gran mayoría lo hace por falta de trabajo, de oportunidades o necesidad; un alto índice tiene antecedentes de maltrato o violaciones; mayormente tienen primaria completa y un número importante secundaria completa; con respecto a la opinión de la sociedad son más los que la consideran una actividad degradante y el resto la considera lucrativa. Los primeros opinan que debieran recibir propuesta laboral y los demás que requieren apoyo moral.
Quienes piensan que es un trabajo libremente elegido ven la teoría del contrato como un acuerdo de voluntades entre personas libres u autónomas. Una compraventa entre iguales. Pero teniendo en cuenta la desigualdad y discriminación de clase y género se podría definir la prostitución como una relación de dominación, subordinación y explotación sexual de mujeres, institucionalizada y legitimada por el patriarcado.
¿Si una persona es vista como mercancía se puede decir que es libre?
Si vemos la prostitución como una expresión de “libertad sexual” aceptamos una sexualidad basada en la dominación masculina y la transformación del cuerpo de una mujer en un objeto.
La prostitución es actualmente un gran negocio que mueve millones de dólares. Muy ligado al consumo de alcohol y droga. Se ha montado una “industria del sexo” con “empresas de la noche” que anuncian y muestran su mercadería. Cuerpos de mujeres y niñas son reducidos a objetos que se compran o venden en el mercado. Creció el turismo sexual y los burdeles se disfrazaron de sauna, casas de masajes, pubs, etc.
La prostitución y la trata de personas con fines de prostitución son sinónimo de esclavitud y violencia.
Se ha alimentado cada vez más la cultura del consumo sexual con la publicidad como soporte. Ahora con Internet o celulares utilizan cuerpos de mujeres llegando hasta el grado de pornografía. Impulsan la idea de la prostitución como algo económicamente conveniente, placentero, promete una vida de confort y bienestar. Están expuestas al peligro sobre todo las adolescentes que suben fotos con poses seductoras sin medir consecuencias. Introducen una falsa idea sobre la libertad. Pero la realidad es muy diferente.
Si se naturaliza la prostitución como condición laboral se trastoca la explotación en servicio, el dominio en contrato, la marginalidad en diversión. 
Desde los medios proyectan dos modelos de mujer la esposa y madre que elije consumir los mejores productos para cuidar a su familia; y la mujer sensual, objeto de deseo, asociada a productos que también dan placer, buenos momentos, como autos, vinos, etc. 
 
Un debate más que centenario
En todo el país funcionan prostíbulos a pesar de las leyes vigentes que los prohíben. En cada lugar se sabe donde están pero el Estado no interviene. Hay connivencia política, se habilitan bares, y otros sitios sin controlar que más funciona allí. 
Argentina ha ratificado el “Convenio para la represión de la trata de personas y de la explotación ajena” (Naciones Unidas 2 de noviembre de 1944). Este tratado junto con la “Convención para la eliminación de toda forma de discriminación contra la mujer”, en 1994 consagra a la Argentina como abolicionista (decreto ley 11952 y ley 15768. Sin embargo se detiene a las personas en estado de prostitución y pocas veces a los explotadores. 
Este debate está abierto en el país desde el siglo pasado. Ya en el Primer Congreso Femenino Internacional realizado en Argentina en 1910, la Dra. Julieta Lanteri, una de las organizadoras del mismo, presentó una ponencia claramente abolicionista. Y continúa discutiéndose hace 30 años en talleres de los Encuentros Nacionales de Mujeres, lo que nos ha permitido conocer varias miradas y aspectos del problema.
Dado que la prostitución tiene sus causas principales en la situación de vulnerabilidad producto de la pobreza y falta de perspectiva, abolirla debe ser el resultado de políticas públicas que generen trabajo, condiciones de vida dignas que avancen en resolver la desigualdad entre varones y mujeres y no penalizando a la prostituta. 
Es responsabilidad del gobierno nacional y provinciales resolver las desigualdades sociales. 
Entendemos que la intimidad, la identidad y el ejercicio voluntario de la sexualidad que atañe a los aspectos más profundos de las personas, son necesidades básicas del ser humano. Por ello la Educación Sexual Integral debe aplicarse en todo el sistema educativo, así como Consejerías locales u otras estrategias para trabajar el concepto de la sexualidad basada en el afecto, respeto y responsabilidad. 
 
Perla Welner, Presidente del Movimiento de Mujeres Sanjuaninas