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01 de julio de 2020

Las mujeres no somos mercancía

La prostitución no es trabajo

En tiempos de pandemia las contradicciones y brechas entre distintos sectores se han agudizado, reflejando con una nitidez abrumadora las grandes desigualdades que se viven en un país tan extenso y rico como la Argentina. El movimiento de mujeres y los feminismos no están exentos de esta situación y una vez más la polémica en torno al mal llamado “trabajo sexual” genera controversias y divisiones.

La situación de las mujeres es muy delicada. El aislamiento social, preventivo y obligatorio es una medida justa por parte del gobierno para mantener a salvo la salud de la población, sin embargo, esta situación extraordinaria ha ocasionado que muchas de nosotras se vean obligadas a convivir con sus agresores, lo que resulta un riesgo letal para la preservación de la integridad física y psíquica de ellas, corriendo sus vidas y las de sus hijos un peligro constante.

Las mujeres sabemos muy bien que salir del ámbito doméstico nos ha costado sangre y fuego, la reclusión a lo hogareño supone una marcada pérdida de derechos y un gran incremento de desigualdades. Las desigualdades laborales a las que nos enfrentamos a diario se incrementan con la pandemia.

Las mujeres desocupadas enfrentan de forma heroica el hambre que acecha a sus hijos siendo parte de la primera línea en comedores y merenderos a lo largo de todo el país para evitar que la crisis sociosanitaria y económica se lleve a sus hijos.

Frente a un escenario de tanta incertidumbre, acciones llevadas a cabo por Ammar y sectores afines no es inocente. Existe una gran presión para incluir dentro de las políticas públicas el carácter de trabajo sexual con el fin de llegar a una posible legalización del ejercicio de la prostitución, tal como se vio en la reciente polémica con el Ministerio de Desarrollo Social al figurar el rubro dentro la lista del formulario de la economía popular; la oposición planteada por distintas organizaciones y movimientos feministas llevó a que la cartera elimine la categoría.

La prostitución no es trabajo, su ejercicio y práctica trae consigo padecimientos horribles para quienes son víctimas de este flagelo. No hay que olvidar que la gran mayoría de las mujeres en situación de prostitución provienen de sectores vulnerables y se encuentran excluidas del mercado laboral, lo que las somete a situaciones de esclavismo por parte de proxenetas y puteros al no tener otras alternativas para conseguir dinero.

Las mujeres no somos mercancía ni objetos destinados al “placer” masculino. Promover el ejercicio de la prostitución desde la defensa de una falsa libertad individual refuerza la cultura de la violación, estereotipos y mecanismos completamente dañinos para nuestra propia integridad y desarrollo humano. Promover estas prácticas en un momento en el que la avanzada de los sectores más reaccionarios de las clases dominantes buscan que sea el pueblo quien pague las consecuencias de la crisis económica a la que nos enfrentamos, es una estrategia para empujar a que miles de mujeres caigan en redes de prostitución al encontrarse en una situación de extrema vulnerabilidad.

Las comunistas revolucionarias no ponemos el blanco en las prostitutas, lejos de ello, impulsamos estrategias para ayudarnos entre nosotras a salir de la violencia y garantizar la recuperación junto al acceso a una vida plena para las víctimas. Entendemos que este debate lo único que hace es dividir el movimiento de mujeres y los feminismos, cuando en la actualidad es necesaria la más amplia unidad dentro del pueblo argentino para resolver la crisis sanitaria, económica y social, conquistando la emergencia en violencia contra las mujeres. Y repudiamos los discursos mentirosos que impulsan prácticas aberrantes que lejos de ser liberadores, nos condenan a una mayor explotación.

 

Escribe Azul Soriano

Hoy N° 1821 01/07/2020