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05 de octubre de 2016

El 9 de octubre de 1967 era asesinado en La Higuera, Bolivia, el revolucionario argentino y cubano Ernesto Che Guevara. 

La querida presencia del Che

En el 49º aniversario de su asesinato en Bolivia

“¿Por qué será que el Che tiene esta peligrosa costumbre de  seguir naciendo? Cuanto más lo insultan, lo manipulan, lo traicionan, más nace. Él es el más nacedor de todos. ¿No será porque el Che decía lo que pensaba, y hacía lo que decía?”, escribió Eduardo Galeano, describiendo una de las cualidades más destacadas de Ernesto Guevara.  El Che, ese argentino y cubano, nació el 14 de junio de 1928 en Rosario. Era el mayor de cinco hermanos, de una familia de buen pasar económico. Al poco tiempo se establecieron en Córdoba, debido al asma que padecía Ernesto. Sus padres, Ernesto Guevara Lynch y Celia de la Serna, tuvieron activa solidaridad con la España Republicana. Durante la infancia y adolescencia de Ernesto se produjeron hechos como la segunda guerra mundial y la derrota del fascismo, el triunfo de la Revolución China y un auge de luchas liberadoras de los países oprimidos por el colonialismo y el imperialismo. 
A la vuelta de un viaje por América que lo marcaría para siempre (reflejado parcialmente en la película Diarios de motocicleta), terminó la carrera de Medicina en 1953 en la Universidad de Buenos Aires. Justamente un médico peruano, Hugo Pesce, conocido especialista en lepra, discípulo de José Carlos Mariátegui y dirigente del Partido Comunista del Perú, ejerció gran influencia en el joven Ernesto.
Eran años convulsionados en el continente, donde en el marco de un auge revolucionario surgieron distintos gobiernos reformistas, que fracasaron. “Ernesto Guevara, recorriendo esa América palpó y vibró con la lucha siempre presente y tan claramente expuesta en esos momentos entre los dos caminos: ‘la vía pacífica’ del reformismo o la lucha revolucionaria del pueblo. Guatemala fue la triste comprobación” (“El Che y su época”, Política y Teoría, octubre de 1987). En 1953, expresando sus convicciones, en una carta a su tía Beatriz, escribe: “tuve la oportunidad de pasar por los dominios de la United Fruit, convenciéndome una vez más de lo terrible que son estos pulpos. He jurado ante una estampa del viejo y llorado camarada Stalin no descansar hasta ver aniquilados estos pulpos capitalistas”.
Guevara participó del movimiento de liberación que encabezó, en aquel país centroamericano, Jacobo Arbenz. Allí recibió el apodo de Che, y participó del proceso del pueblo guatemalteco, colaborando en el intento de organizar milicias populares. Luego del derrocamiento de Arbenz, a mediados de 1954, se exilió en México, donde trabó relación con los exiliados cubanos que, dirigidos por Fidel Castro, habían realizado en 1953 el asalto al Cuartel Moncada en Cuba. Ya por esos años Guevara profundizó su estudio del marxismo. 
 
La Revolución Cubana
“El Che Guevara impresionaba por su integridad revolucionaria. Por su humildad. Por su disposición permanente a dar la vida por la revolución. Por la plena conformidad de todos los actos de su vida con sus ideales. Por ser un internacionalista sin ninguna brizna de egoísmo nacional”. Así lo recuerda Otto Vargas, secretario general del PCR, en su libro “¿Ha muerto el comunismo?”.
“El conocimiento de la situación cubana, de la lucha contra la dictadura de Batista le hicieron vislumbrar en Cuba una ‘colina de avanzada’ de la revolución latinoamericana. Una vez más, su solidaridad revolucionaria, su fe en la lucha del pueblo latinoamericano, lo llevaron a embarcarse en noviembre de 1956 a bordo del Granma junto con 81 compañeros, de los cuales sólo 12, incluido él, lograron internarse en la Sierra Maestra” (El Che y su época). El Che se destacó en ese período como combatiente y organizador, además de proseguir sus estudios, e impulsar publicaciones antidictatoriales y Radio Rebelde. La guerrilla de Sierra Maestra se combinó con la lucha insurreccional en las ciudades, desgastando a la dictadura de Batista. Fidel Castro, en 1957, puso al Che al frente de la “Cuarta columna”, y lo designó comandante. Fue el Che, al mando de Columna Ocho, quien asestó una derrota decisiva al ejército de Batista a fines de 1958. 
El 1º de enero las tropas revolucionarias entran en La Habana, y triunfa la revolución cubana. Se toman las primeras medidas de reforma agraria y nacionalización. El Che fue primero presidente del Banco Nacional de Cuba y luego ministro de Industrias. Desde la conducción de la economía, Guevara defendió con pasión el camino revolucionario, el internacionalismo proletario, y la construcción del socialismo. Era un comunista, un revolucionario práctico. En polémica con las tesis vigentes en la URSS ya revisionista que ponía el acento en los “estímulos materiales”, sentó las bases para la creación del “hombre nuevo socialista”. El Che apostó a desatar las energías revolucionarias del pueblo, incentivando las jornadas de trabajo voluntario, tal como había hecho Lenin al comienzo de la Revolución Rusa.
Su figura se engrandeció, y pasó a tener influencia en todo el mundo, particularmente en los países de Asia, África y América Latina. Como embajador de la Revolución Cubana realizó viajes a varios países, entre ellos a la URSS y a China.
En 1965, crecieron las divergencias con el rumbo de la Revolución, y sus críticas a la URSS, que se hicieron públicas en el Discurso de Argel. Allí, además de criticar la “complicidad tácita con los países explotadores de Occidente” por parte de los países socialistas que vendían a “precio de mercado mundial” sus productos, aseguró Guevara: “No hay otra definición del socialismo, válida para nosotros, que la abolición de la explotación del hombre por el hombre. Mientras esto no se produzca, se está en el período de construcción de la sociedad socialista y, si en vez de producirse este fenómeno, la tarea de la supresión de la explotación se estanca o, aun, retrocede en ella, no es válido hablar siquiera de la construcción del socialismo”. Esta cuestión de fondo la analiza en detalle el Che en sus Apuntes críticos a la economía política, textos ocultados durante 40 años por la dirección del Estado cubano. 
 
Guevara en Bolivia
Es conocido que Guevara se va de Cuba en 1965, aunque nunca se hicieron públicas sus divergencias con Fidel Castro, de quien se despide con un “Hasta la victoria siempre”. Convencido de la posibilidad de crear focos guerrilleros en distintos lugares, para avanzar en la lucha antiimperialista, participa de la lucha guerrillera en el Congo, la que él mismo describe como “la historia de un fracaso”. Luego de unos meses en Praga, y un viaje a Cuba que hace en forma secreta, el Che encabeza un grupo guerrillero en Bolivia, a fines de 1966. De estos años es su consigna “Crear dos, tres… muchos Vietnam”.
Sobre este período, por un lado está su propio Diario, donde expresa la soledad en la que es dejado: “Manila no contesta”, escribe refiriéndose a Cuba. Otto Vargas, en el libro ya citado, afirma: “Está totalmente comprobado que fue la CIA la que planificó, organizó y dirigió el asesinato del Che Guevara en Bolivia. Es también evidente que los soviéticos lo pusieron al Che allí sabiendo que esa era la suerte que iba a correr”. Con los años, crecieron las comprobaciones del papel nefasto en el aislamiento del Che que cumplieron los partidos comunistas prosoviéticos, en particular el de Bolivia y el de Argentina. 
Luego de varios meses de lucha armada y enfrentamiento con tropas del ejército boliviano y personal de la CIA, Guevara es herido y detenido el 8 de octubre de 1967 en la Quebrada del Churo. Fue asesinado al día siguiente en una escuela de La Higuera. Fue fiel hasta el final a las convicciones que expresó en una carta escrita a sus padres antes de partir a Bolivia: “creo en la lucha armada como única solución para los pueblos que luchan por liberarse y soy consecuente con esas creencias”.
Hoy, las enseñanzas y la imagen del Che están presentes en la lucha obrera y popular en Argentina y en todo el mundo. Para millones es un ejemplo de coherencia entre lo que pensaba, lo que decía y lo que hacía. 49 años después de su muerte, tiene plena vigencia aquello que el Che consideraba la “cualidad más linda de un revolucionario: sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera, en cualquier parte del mundo”.
Porque el Che, como dijo Otto Vargas, es “una de las águilas de la revolución latinoamericana y mundial, al que todo revolucionario que verdaderamente sea tal tiene que respetar y admirar”.