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09 de marzo de 2016

El reciente asesinato del estudiante italiano Giulio Regeni ha puesto una vez más en evidencia la intención del régimen egipcio del general Abdul Fatal al-Sisi de imponer a sangre y fuego un proyecto de concentración económica y alineamiento con las potencias imperialistas occidentales en Medio Oriente.

La represión al movimiento popular en Egipto

Un régimen que trata de imponerse a sangre y fuego

 

 
Regeni desapareció el 25 de enero y, tras una intensa búsqueda promovida por amigos y familiares, que repercutió en todo el mundo, su cuerpo fue encontrado nueve días después, al costado de una autopista, con signos de tortura. Nariz y orejas mutiladas, siete costillas rotas, marcas de electrocución en genitales, uñas de pies y manos arrancadas y marcas de quemaduras de cigarrillos por todo el cuerpo son algunas evidencias de la brutalidad que sufrió, antes de su muerte violenta. Una autopsia realizada en Italia lo confirmó de manera contundente.
El día de su secuestro, el pueblo egipcio conmemoraba en manifestaciones callejeras el quinto aniversario del levantamiento popular que derrocó a Hosni Mubarak, tras treinta años de dictadura. El ejército y la policía de Al-Sisi reprimieron las protestas y hubo redadas en casas particulares. En ese marco hay que poner el crimen de este joven estudiante. 
Su caso no es aislado. La International Coalition for Freedoms and Rights (Coalición internacional por las libertades y derechos) informó que desde 2013 se han denunciado unas 3.000 desapariciones forzadas en Egipto. Las víctimas han corrido suerte diversa: aparecieron en cárceles o muertos. En una carta abierta firmada por más de 4.600 académicos de todo el mundo, publicada en el diario inglés The Guardian, se lee: “Al tiempo que recibimos el comunicado de las autoridades egipcias diciendo que investigarán la muerte de Giulio, hacemos notar que de acuerdo a Amnistía Internacional fuerzas dependientes del ministerio del interior y defensa practican el mismo tipo de torturas que sufrió Giulio de forma rutinaria contra cientos de ciudadanos egipcios cada año”. Según esa entidad, serían más de 20.000 los detenidos por presunta vinculación con el terrorismo.
 
Un poco de historia
El actual presidente de Egipto llegó al poder en 2013 después de liderar un golpe de Estado contra el gobierno de Mohamed Morsi, de los Hermanos Musulmanes, surgido en la primer elección posterior a la “primavera” egipcia. Morsi había traicionado el programa que lo llevó a la presidencia. Esto, y la división entre los sectores juveniles de izquierda, laicos, que habían encabezado el levantamiento de la “primavera árabe” y la religiosa de la Hermandad musulmana facilitó el golpe de estado.
Tras una intensa campaña represiva contra la oposición, que incluyó el encarcelamiento y condena a muerte de su antecesor depuesto (aún en suspenso), se realizaron en 2014 elecciones amañadas, con una altísima abstención y llamados a boicotearlas, que lo confirmaron en el cargo. Sus primeras medidas fueron autorizar aumentos en los precios de combustibles y alimentos. 
 
¿Quién era Giulio Regeni?
Giulio Regeni era estudiante de doctorado en la universidad de Cambridge, especialista en Oriente Medio y que hablaba con fluidez el árabe. Al momento de su muerte realizaba una investigación en la Universidad Americana del Cairo sobre la economía egipcia y los sindicatos independientes. 
El tema era sin duda urticante para las autoridades ya que la lucha sindical fue uno de los factores que desencadenó el estallido revolucionario del 25 de enero de 2011 y actualmente los sindicatos opuestos a la central oficialista, cooptada por el gobierno, han adquirido mucho protagonismo. En su último artículo, escribía Regeni: “en diferentes regiones del país, desde Asiut a Suez hasta el Delta, trabajadores de las industrias textiles, cemento y la construcción, se declararon en huelga indefinida” en reclamo de “los beneficios que los trabajadores han dejado de disfrutar tras la masiva ola de privatizaciones durante el último período de la era Mubarak”. A pesar de la represión, el movimiento popular sigue vivo.