Al salir a la calle esta edición de hoy, miles de manifestantes en todo el mundo estarán marchando en repudio a los 5 años de invasión y ocupación colonialista yanqui a Irak. Azorados e indignados mirábamos, en aquéllos días de 2003, los bestiales bombardeos e incendios desencadenados por la aviación y la armada imperialista sobre la población de Bagdad, desemboque de la ristra de mentiras con que la mafia bushista intentó ocultar sus ambiciones estratégicas y petroleras.
Tras cinco años de ocupación, sobre el trasfondo de la heroica resistencia patriótica, la nación iraquí está al borde de su destrucción por las violencias étnicas y religiosas, la utilización de las oligarquías locales y de las mafias criminales por el ejército invasor, por el gobierno títere y por intereses ligados a países vecinos de Irak.
En un país ocupado por 158.000 soldados norteamericanos, tropas de países aliados a Washington y miles de mercenarios, los muertos se calculan en un millón. Casi 25.000 presos iraquíes se amontonan y sufren privaciones bajo control militar yanqui en centros de tortura como la cárcel de Abu Ghraib. Los yanquis le hacen pagar a la nación iraquí los 12.000 millones de dólares mensuales que cuesta mantener la ocupación, con la exportación del petróleo que le roban.
La mitad de la población no tiene trabajo y vive en la miseria, alrededor de 6 millones de personas dependen de ayuda humanitaria y 5 millones suman los refugiados y desplazados. Escasea el agua potable, las medicinas y los propios médicos, muchos de los cuales fueron asesinados por las tropas invasoras.
Eso sí: el ocupante imperialista impuso un gobierno y una “constitución”. También hubo “elecciones” bajo ocupación extranjera y de semejante engendro salió un “parlamento”. Burlándose del pueblo y de la nación iraquíes, la “constitución” incorporó una Ley de Hidrocarburos fabricada a su medida por técnicos yanquis e ingleses y de nueve monopolios internacionales.
Las agresiones imperialistas contra el pueblo iraquí y otros del Medio Oriente se toparon contra el muro de una resistencia patriótica dura, constante y heroica. La resistencia popular iraquí es la primera línea en la lucha antiimperialista mundial. Sin ella hubiera habido nuevas agresiones imperialistas contra Irán, Siria, Corea del Norte, quizá Cuba y Venezuela.
Las fuerzas yanquis tienen los pies agarrados en el pantano de Irak. El pueblo iraquí vencerá. Su lucha es la nuestra.
02 de octubre de 2010
