Nuestro Partido definió, en 1972, que en la URSS y los llamados países socialistas que giraban en su órbita, había sido restaurado el capitalismo y que la URSS se había transformado en una potencia imperialista. Dijimos que se había restaurado la explotación del trabajo asalariado por una burguesía burocrática monopolista de Estado. Planteamos que al rechazar Jruschov y sus seguidores, a fines de la década del 50, la dictadura del proletariado, habían renegado del marxismo; ya que éste considera el Estado como “un órgano de dominación de clase” (Marx); como “una máquina destinada a la opresión de una clase por otra” (Lenin), que existirá mientras existan las clases y dejará de ser necesario el día que éstas desaparezcan. Mientras tanto el Estado sirve a la dictadura de una u otra clase, y no puede ser neutral ni flotar por encima de ellas, como sostienen los reformistas. Al abandonar la teoría –y la práctica desde ya– de la dictadura del proletariado, hace más de treinta años, los revisionistas modernos abandonaron el marxismo. “Por lo que a mí se refiere, no me cabe el mérito de haber descubierto la sociedad moderna ni la existencia de las clases ni la lucha entre ellas.. Lo que yo he aportado como novedad ha sido el demostrar: primero, que la existencia de clases va unida sólo a determinadas fases históricas, propias del desarrollo de la producción; segundo, que la lucha de clases conduce necesariamente a la dictadura del proletariado; tercero, que esta dictadura no es, a su vez, más que el tránsito hacia la supresión de todas las clases y hacia una sociedad sin clases” (carta de Carlos Marx a Weydemeyer del 5-3-1852). Marxista, como dijo Lenin “sólo es el que hace extensivo el reconocimiento de la lucha de clases al reconocimiento de la dictadura del proletariado” (Lenin: El Estado y la Revolución). Lenin también señaló en esta obra que: “la transición del capitalismo al comunismo no puede, naturalmente, por menos de proporcionar una enorme abundancia y diversidad de formas políticas, pero la esencia de todas ellas será necesariamente una: la dictadura del proletariado”. Esta, como dijo Mao es “una democracia grande”. Siendo que “la democracia es un medio” y “depende a quién se aplica y con qué propósito”, la dictadura del proletariado es la democracia grande para la enorme mayoría del pueblo, de la que se vale el proletariado “contra los enemigos de clase”. (Mao, Obras Escogidas, Tomo V, Pág. 374).
Desde ya que el derrocamiento de la dictadura del proletariado comenzó por la degeneración revisionista del partido del proletariado, puesto que –como lo demuestra la historia de la humanidad– es imposible la existencia de un movimiento revolucionario sin un partido revolucionario que lo dirija, y es imposible alcanzar el comunismo sin un movimiento comunista de masas, lo que presupone un partido auténticamente comunista que sea fermento revolucionario y guía de ese movimiento comunista.
No puede entonces confundirnos la propaganda de la burguesía y el revisionismo. Estos atribuyen la lucha actual de los pueblos y naciones oprimidos por el socialimperialismo soviético para librarse de su yugo, a la opresión de la “dictadura del proletariado” y al “comunismo”; siendo que esa lucha apunta contra la dictadura fascista de la burguesía burocrática monopolista de Estado que controla el poder, y los medios de producción, en la URSS y los países del Este europeo, y contra la explotación capitalista, que rige en esos países, explotación disfrazada de socialista pero no por ello menos capitalista. El disfraz socialista y comunista es el rasgo distintivo del socialimperialismo soviético; así como el disfraz democrático es el rasgo distintivo del imperialismo yanqui. Pero ninguno de los dos deja por eso de ser imperialista.
El revisionismo soviético concentra sus ataques en Stalin. Pero siempre apuntó a negar la herencia teórica de Lenin y de Marx, herencias que, con todos sus errores, defendió Stalin. Al atacar a Stalin como un demonio criminal, jamás plantea el tema en términos de clase y de lucha de clases, y el caso queda como el de un individuo que tuvo un enorme poder y era un asesino. Un caso patológico. Desliga el concepto de democracia del tipo de Estado y del contenido concreto de clase de éste. Así busca desacreditar a la dictadura del proletariado y desorientar a las masas ante un problema que escaparía a la lucha de clases, y por lo tanto ellas no pueden transformar. Al mismo tiempo, los jerarcas rusos buscan, con esa explicación, lanzar una cortina de humo sobre los errores reales del Partido Comunista de la URSS en épocas de Stalin, errores que contribuyeron al surgimiento del socialfascismo y de la burguesía burocrática fascista que expresan esos jerarcas rusos.