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20 de marzo de 2013

La restricción externa

De lo que no habla Cristina Fernández (Segunda nota)

 El saldo comercial con el exterior en 2012 fue de 12.690 millones de dólares, con un incremento de unos 2.700 millones respecto del 2011, resultado de una caída del valor importado del 7,3%, que sobrecompensó la caída del valor exportado, del 3,3%.
En las exportaciones cayeron todos los rubros, siendo la mayor baja la de las manufacturas de origen industrial (MOI), que disminuyeron un 4,3% anual.

 El saldo comercial con el exterior en 2012 fue de 12.690 millones de dólares, con un incremento de unos 2.700 millones respecto del 2011, resultado de una caída del valor importado del 7,3%, que sobrecompensó la caída del valor exportado, del 3,3%.
En las exportaciones cayeron todos los rubros, siendo la mayor baja la de las manufacturas de origen industrial (MOI), que disminuyeron un 4,3% anual.
La sequía impactó negativamente en las exportaciones de productos primarios y manufacturas de origen agropecuario. Las exportaciones de combustibles cayeron ligeramente (por efecto precio, dado que aumentaron levemente las cantidades).
En el caso de las exportaciones de productos industriales (MOI), afecta la menor demanda mundial y de Brasil (principal socio comercial). Pero la caída también radica en el aumento de los costos internos por la inflación, que hacen más caros los productos industriales locales en relación a los productos extranjeros.
En el caso de las importaciones, también disminuyeron todos los usos. Cabe destacar que las compras de combustibles se redujeron un 1,6%, sobre el aumento de 110% en 2011. El saldo comercial energético se mantuvo así casi sin cambios, con un déficit de 2.700 millones de dólares, como resultado del parate de la economía local, que liberó saldo exportable y demandó menos importaciones de combustible para la industria y el agro.
En términos generales, la disminución de las importaciones se explica por el parate de la actividad económica local y por las trabas a las importaciones impuestas por el gobierno.
Esta medida no es gratuita, dado que tiene un efecto negativo en dos esferas. Por un lado, tienen un impacto negativo sobre la actividad económica, al afectar la inversión de los sectores que demandan bienes de capital e intermedios importados. Por el otro, alimentan la inflación, dado que las importaciones normalmente poseen un rol disciplinador de los precios internos. El aspecto positivo, muy importante, es que en teoría son favorables para conservar empleo local y alentar la actividad económica de aquellos sectores vinculados al mercado interno que compiten con la importación, aunque para que esto se sostenga es necesaria una política activa de promoción de la sustitución de importaciones a favor de la pequeña y mediana industria nacionales.
La fuente casi excluyente de divisas de la economía argentina, o sea con resultado neto positivo, ha pasado a ser el resultado comercial –diferencia entre exportaciones e importaciones de bienes–, lo cual explica la obsesión del gobierno por mantener un saldo comercial superior a los 10.000 millones. Los restantes rubros de la cuenta corriente, en un país dependiente como el nuestro, son todos deficitarios; los servicios reales (fletes, seguros, etc.), el pago de intereses, las utilidades y dividendos, y otras rentas.
Cabe señalar que el gobierno también impuso fuertes controles sobre el envío neto de utilidades y dividendos al exterior, que entre enero y septiembre de 2012 (último dato) fueron prácticamente nulos, cuando en igual período de 2011 se habían elevado a 3.200 millones de dólares. En el marco de una economía capitalista altamente extranjerizada, en un país dependiente como el nuestro, y sin un plan de desarrollo nacional que movilice y se valga de los recursos internos (obteniéndolos en base a no desangrar al país con el pago de la deuda externa y otros tributos al imperialismo), esta medida no es sostenible en el tiempo, y no corrige el problema estructural del déficit en el rubro utilidades y dividendos. Se trata de una medida a corto plazo que permite ganar “tiempo”.
En definitiva, el gobierno impuso fuertes medidas de control de importaciones, envío de dividendos, venta de divisas, etc.; pero estas medidas a su vez desalientan la entrada de dólares por otras vías diferentes a la comercial. Se van menos dólares por otros conceptos distintos al pago de deuda, pero también la economía genera menos dólares, y se deben “cuidar” los existentes (reservas) y el saldo comercial para poder afrontar los vencimientos de deuda. Esto es paradójico dado que con la tasa de interés cercana a cero en EEUU, y sus programas de “expansión cuantitativa” (compras masivas de bonos por parte de la Reserva Federal, inyectando dólares a mansalva) hay superabundancia de dólares en el mundo, y la mayoría de los países dependientes o “en vías de desarrollo” experimentan una gran entrada de dólares acumulan reservas y tienen acceso a endeudamiento barato.
En este contexto, la cuenta capital fue deficitaria en 4.500 millones de dólares en el 2012, en una medida mayor a la de 2011, que había sido deficitaria en 2.100 millones de dólares. Es decir, que hubo una mayor salida de capitales que los que entraron. Así, la única fuente de dólares que ha quedado (en términos netos), es el superávit comercial. Por eso en 2012, a pesar del abultado resultado comercial –que fue posible en gran parte por la menguada actividad económica, al reducirse las importaciones– y a pesar del cepo cambiario, de todos modos las reservas cayeron 3.000 millones de dólares, lo cual se suma a la caída de 6.000 millones en el 2011; es decir, en 2 años se perdieron 9.000 millones de dólares de reservas.
Aun así el nivel actual de los activos de reservas alcanzan los 42.766 millones de dólares. Debe remarcarse que dentro de las reservas de contabilizan los depósitos en dólares –la mayor parte correspondientes al sector privado-, que se elevan a unos 8.500 millones de dólares. También incluye otros pasivos, entre ellos descubierto del Banco de Basilea y del Banco Central de Francia (préstamos de corto plazo que sirven como mecanismo de estabilización de las reservas), por unos 4.200 millones de dólares. Con lo cual, las reservas “netas” de esos conceptos disminuirían a alrededor de 30.000 millones de dólares. No significa que esos conceptos que se restan no estén disponibles para ser usados, pero si cabe la aclaración de que no son propiedad del Banco Central.
En cuanto al cepo cambiario, este logró frenar la insostenible “fuga de capitales” (básicamente, compra de dólares físicos por parte del sector privado) del 2011 (21.500 millones de dólares, casi el doble del saldo comercial). Hasta septiembre del 2012 (último dato) la “fuga de capitales”, gracias a los controles, fue de 3.500 millones de dólares, siendo nula en el tercer trimestre, cuando en igual período de 2011 se elevaba a 18.245 millones de dólares.
Sin embargo, como ya se comentó, las trabas a las importaciones vienen teniendo un efecto negativo sobre importantes sectores de la producción, afectando a un sector clave como es la inversión en equipos durables de producción. Por su parte, el cepo cambiario también afectó negativamente actividades que son importantes en la ocupación de mano de obra, en especial a la construcción.
El problema es que, al pagar deuda en efectivo, no ingresar dólares en forma neta por otros canales que no sea el comercial, y con una cuenta corriente con todos los rubros estructuralmente deficitarios (utilidades y dividendos, fletes y otros servicios, pago de intereses), la perspectiva es que las reservas continúen cayendo. De ahí la política del gobierno de cuidar celosamente los dólares, aunque eso no es para invertirlos en la producción o defender el valor de la moneda, sino para pagar en efectivo la deuda en moneda extranjera, tanto externa como interna.