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15 de diciembre de 2010

La reunión del G-20 y Argentina

Hoy 1348 / ¿“País emergente” o proveedor de materias primas?

Jeffrey Sachs, profesor de Economía en la Universidad de Columbia (EEUU) y asesor del secretario general de la ONU, en un artículo del diario La Nación (5/12/10) titulado “En Seúl se escuchó fuerte la palabra de los emergentes”, dice: “la cumbre (…) fue notable por la influencia política cada vez mayor de los países emergentes”. Efectivamente la Declaración Final de la Cumbre en Corea realizada el 12 de noviembre pasado contiene definiciones impensadas hace unos años atrás, particularmente antes de que se iniciara la crisis mundial en curso, allá por el año 2007.
Nos detendremos en algunas de estas definiciones. Después de caracterizar el momento económico como “la recesión mundial más severa a la que se ha enfrentado nuestra generación”, se dice que en las últimas cuatro Cumbres sus miembros han trabajado para “romper la dramática caída de la actividad económica global” y que en los dos últimos años han logrado “resultados sólidos”, aunque “sigue habiendo riesgos. Algunos de nuestros países están experimentando fuertes crecimientos, mientras que otros afrontan altos niveles de desempleo y débiles recuperaciones. El crecimiento desigual y los amplios desequilibrios están creando tentaciones de abandonar las soluciones globales y adoptar medidas descoordinadas”. Indudablemente que el párrafo estaba dedicado a criticar la emisión de 600 mil millones de dólares por parte del gobierno norteamericano, una semana antes de la Cumbre.
En el Plan de Acción aprobado en esta Cumbre los llamados países emergentes que componen principalmente el llamado BRIC (Brasil-Rusia-India-China) pretenden que tanto EEUU como la Eurozona se comprometan a avanzar “hacia tipos de cambio más determinados por el mercado” y que se abstengan de adoptar “devaluaciones competitivas. Las economías avanzadas incluyendo aquellas con divisas que ejercen papel de reservas, estarán atentas frente a la volatilidad excesiva y movimientos bruscos de los tipos de cambio”.
En relación al Fondo Monetario Internacional, cuya dirección desde 1944 estuvo en manos de EEUU o de Europa se pronuncian por “un FMI modernizado que refleje en mejor medida los cambios que han tenido lugar en la economía mundial a través de una mayor representación de las economías emergentes dinámicas y los países en desarrollo”. La declaración no deja afuera la necesidad de contar con “el nuevo marco de regulación financiera, incluyendo el capital bancario”, de “domar los excesos pasados en el sector financiero”, “reflejar mejor la perspectiva de las economías emergentes en la reforma de la regulación financiera” y “construir un sistema monetario internacional más estable y menos vulnerable”. Se conoce que tanto Medvedev como Ju Yintao en la reunión plantearon abandonar el dólar como moneda patrón a escala mundial. Como colofón de la pugna entre “emergentes” y “avanzados” no deja de pronunciarse en dos ocasiones contra “el proteccionismo” que estarían aplicando estos últimos en contra de los productos provenientes de los primeros.
Tal una síntesis muy apretada de esta Cumbre cuyos contenidos reflejan dos cuestiones básicas. La primera, que podríamos llamar de coyuntura, es que los “avanzados” continúan inmersos en una profunda crisis, particularmente EEUU y los países de Europa, Grecia, Irlanda, Francia, Inglaterra, Portugal y otros están en pleno ajuste de sus déficit públicos, volcando el peso de la crisis sobre los sectores populares y buscando salvatajes financieros que eviten el colapso final.
La segunda, de carácter estructural, tiene que ver con la evolución de la economía mundial a partir de la restauración del capitalismo en Rusia y particularmente en China. Según la medición del Producto Bruto Interno Mundial que realiza en Holanda la Universidad de Groningen,  en el año 2008 la participación de EEUU había caído al 18,61% (en 1950 era del 27,29%), en tanto que China ya se ubicaba en segundo lugar con el 17,48% del PBI mundial. Es justamente de este país de donde provienen los flujos gigantescos de ganancias que han inundado el mundo, logradas sobre la base de la superexplotación de los obreros chinos a niveles propios del capitalismo industrial de inicios del siglo 19 y al mismo tiempo uno de los grandes financistas del mundo a partir de su enorme capacidad de ahorro.
La nueva correlación entre el dinero que se mueve en el terreno de la especulación y el vinculado directamente con la producción para el año 2006 indicaba que por cada 100 dólares que sumaban las transacciones internacionales, 95 sumaban las referidas a los movimientos especulativos de todo tipo y sólo 5 dólares a actividades vinculadas a la producción. Esto, desde ya, no cabe en los análisis del G-20 para comprender la raíz de la hipertrofia del capital especulativo-financiero que está sacudiendo al mundo. El PBI de los países del BRIC sumaba en el año 2008 el 31% del PBI mundial, es decir más del 12% superior al de EEUU. Esto explica la pérdida de hegemonía económica de esta potencia imperialista, como país, aunque una cantidad muy importante de los capitales imperialistas que se radicaron en China y la India provengan de empresas norteamericanas. Es de suponer que sumada la producción de los países del BRIC del año 2009 y 2010 la declinación porcentual de EEUU se tiene que haber profundizado y es la base objetiva de la agudización de las disputas interimperialistas que pueden llevar al mundo a un escenario de guerra.

 

La Argentina
El gobierno de Cristina Fernández de Kirchner se presenta en Seúl como parte del pelotón de países “emergentes” o “en desarrollo”, pero la dinámica de crecimiento de la economía argentina, ligada en alta proporción a las exportaciones de soja mantiene a la Argentina más en el pelotón de proveedores de materias primas para el mundo que se va configurando. Tal vez será por esta función que formamos parte del G-20. No deja de ser una nueva versión de la profundización del cepo estructural signado por el latifundio y la dependencia que hizo de la Argentina un país atrasado. Es la estructura de la economía argentina la que determina que nuestra participación en el PBI mundial decline en los últimos 60 años. En 1950 participábamos con el 1,60% y tras los gobiernos posteriores a la caída de Perón caminamos rumbo a la insignificancia, en el año 2008 figurábamos con sólo el 0,87% del PBI mundial.
La situación de recuperación relativa del crecimiento que se observa en el año 2010, tras la caída del PBI del año 2009, está relacionada fundamentalmente con las exportaciones de soja y de automotores, ambas actividades vinculadas a los países del BRIC. Los beneficios de este tipo de crecimiento actual están yendo a parar a los bolsillos de las patronales monopólicas, la mayoría de ellas de capital imperialista como las exportadoras de la producción agrícola, las proveedoras de insumos y maquinarias para esa producción y las automotrices, a cubrir la renta terrateniente y a los beneficios del sistema financiero con el pago de la deuda externa. Al mismo tiempo se amarra cada vez más a nuestro país a quienes nos compran, los que exigen concesiones y avanzan en la penetración imperialista y la extranjerización de áreas claves como el petróleo, la minería, red ferroviaria y la tierra.
Para la inmensa mayoría de los argentinos la contracara de esta situación es la superexplotación de la clase obrera para el aumento extraordinario de la productividad, al mismo tiempo que crece la pobreza y la indigencia producto de una inflación galopante que el gobierno fomenta con la impresión de moneda que le permite mantener el precio del dólar, tener más ingresos en la recaudación de los impuestos y contar con una gigantesca Caja que le permita llegar a las elecciones con ventajas.