La Revolución de Mayo
La Revolución de Mayo de 1810 fue parte de un proceso revolucionario continental. Desde México, pasando por Venezuela, Colombia, el Alto Perú, hasta el Río de la Plata, los pueblos dominados por España se alzaron en armas por su libertad e independencia.
La revolución de 1810 no fue simplemente el producto de la acción de una élite cívico-militar. Como en toda verdadera revolución, que enfrenta un poder constituido, hubo sí una minoría organizada en forma conspirativa en el llamado Partido de la Independencia. Hubo también rebelión de una parte de las fuerzas militares, inspirada por esa minoría y sobre la base del alzamiento popular generalizado (Eugenio Gastiazoro, Historia Argentina, tomo I, pág. 147; ver también págs. 168/171).
Una revolución inconclusa
“Pese a las múltiples disensiones internas –por la heterogeneidad de los componentes del frente antiespañol–, la decisión de los pueblos de defender la libertad con las armas en la mano permitió la continuidad de la guerra emancipadora. Permitió, además, que se utilizaran a favor de la independencia de nuestros países las disputas entre las distintas potencias europeas que, junto a la sublevación del pueblo español, jugaron un papel importante en el debilitamiento del poder militar de la Corona. Así se logró la independencia nacional”. Pero, “la hegemonía de los terratenientes y grandes mercaderes criollos hizo que fuera una revolución inconclusa: no se resolvieron las tareas de la revolución democrática, principalmente las tareas agrarias. Cuestión que aflora en todas las luchas posteriores y que aún hoy, entrelazada con la nueva cuestión nacional en esta época del imperialismo y la revolución proletaria, sigue sin resolverse”. (Programa del PCR de la Argentina).
Hoy N° 1864 19/05/2021