“Mi idea, pues, desde un principio fue ésta: Preparar el espíritu del pueblo para la revolución y buscar el apoyo del ejército… Yo tenía la convicción de que con el pueblo solo sería difícil hacer triunfar un movimiento revolucionario contra tantos elementos de fuerza con que contaba el gobierno. Pensaba que debíamos organizar vigorosamente el elemento civil en la capital y en la Provincia; pero creía en extremo necesario buscar la participación del ejército en esta gran obra regeneradora, contra la cual el gobierno esperaba lanzarlo. Tenía buenas relaciones en el ejército; conocía su espíritu y los sentimientos levantados de muchos jefes y oficiales. No podía convencerme de que un ejército que contaba con elementos tan sanos sirviera de guardia pretoriana a gobernantes tan pequeños”. Leandro Alem.