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04 de octubre de 2017

En una de las provincias que produce mayores riquezas, pero la salud pública se encuentra en una grave situación, lo que exige inmediatas medidas para su población.

La salud en el norte de Santa Fe

Relatos y realidades

En giras por el norte santafesino y numerosas entrevistas, pudimos comprobar cómo el atraso, la gran propiedad de la tierra en manos de unos pocos, y sus consecuencias inmediatas: la desocupación, la miseria, la marginación y finalmente el éxodo –particularmente de los pueblos originarios– se manifiesta con características de verdadero drama en la atención de la salud. 

En giras por el norte santafesino y numerosas entrevistas, pudimos comprobar cómo el atraso, la gran propiedad de la tierra en manos de unos pocos, y sus consecuencias inmediatas: la desocupación, la miseria, la marginación y finalmente el éxodo –particularmente de los pueblos originarios– se manifiesta con características de verdadero drama en la atención de la salud. 
En muchas de nuestras conversaciones, el tema de salud, es mencionado por las mujeres como el principal problema a afrontar, aún en medio de todas las demás carencias y dificultades.
Y esto se da en una provincia, cuyos gobernantes desde hace 10 años, proclaman como su principal mérito la atención a los problemas sanitarios. Levantando los efectores principales de salud de la ciudad de Rosario –municipales y provinciales–, algunos de ellos verdaderamente avanzados.
Pero esto no es así apenas se abandona el centro de las grandes ciudades y particularmente en el norte de la provincia, la zona más atrasada y por eso mismo más despoblada.
Al solo efecto de pintar esa situación mencionaremos que en el departamento Vera, otrora dominio de La Forestal, hay muchísimas más vacas –de los terratenientes– que pobladores. Es el departamento que expulsa más población en la provincia y de todas esas vacas, no se faena una sola en el lugar, y por lo tanto no se paga un solo peso en impuestos. Se cargan en las estancias y las jaulas van directamente al mercado de Liniers en Buenos Aires. Estancias que a veces tienen pueblos enteros dentro de sus territorios.
En esa misma ciudad, la policía de la provincia apresó y condujo en un patrullero a la Jefatura de Policía a una joven menor para que su padrastro y violador –agente penitenciario– la forzara en la celda en que estaba detenido, a retirar la denuncia y modificar sus declaraciones, a plena luz del día y frente a todas las autoridades policiales.
A 70 kilómetros de allí, en la localidad de Fortín Olmos, sigue sin aparecer la menor Rosalía Jara como se ha denunciado en el hoy. 
La situación de abandono de la salud pública y la concentración de la atención médica en las grandes ciudades, sobre todo la ciudad de Santa Fe, provoca un verdadero desastre. Se la justifica con la necesidad de brindar “salud de excelencia”, cuando para la propia población de la ciudad, los servicios están colapsados. Recorrimos el Hospital Iturraspe, de Santa Fe, donde las ventanillas de la mayoría de las “especialidades” advierten sobre los largos plazos que hay que esperar para realizar las prácticas necesarias.
 
La salud en algunas localidades 
En Vera, el Hospital Samco deriva la mayor parte de las especialidades a Reconquista –a 70 kilómetros– y las más severas a Santa Fe –a 250 km–. Desde el 21 de noviembre del 2016, tiene cerrado el servicio de maternidad y por lo tanto los controles desde los cuatro meses y los partos –dos por día–, deben realizarse en las ciudades mencionadas. Con las parturientas alejadas de toda contención familiar, solas o con acompañantes que duermen muchas veces en los jardines del hospital.
Pero lo más grave es que todos los traslados deben ser efectuados con las únicas dos ambulancias existentes. De modo que cada vez que se necesita trasladar a más de dos pacientes hay que atenerse a un “protocolo” que exige prioridad para “los que tienen más chances”, produciéndose enfrentamientos entre los familiares.
Hay falta de personal médico, enfermeros y agentes sanitarios y una faltante significativa de medicamentos y anticonceptivos por la interrupción del Plan Remediar.
La atención se complica mucho más en los pueblos chicos y parajes rurales a los que solo se puede llegar en tractor apenas cae una lluvia. Existen pocos centros primarios de atención adecuados en esas zonas.
En San Javier, el Hospital sólo atiende pediatría, clínica, psicología, odontología, fonoaudiología y kinesiología. Sólo hay guardia de anestesistas dos veces por semana. Todo lo demás se deriva a la ciudad de Santa Fe, a 160 kilómetros. Por supuesto que también todos los partos. Pero acá nos cuentan que si uno paga un obstetra particular, puede parir en el Hospital público de San Javier, usando los servicios de enfermería, aparatología y dicen que incluso remedios del Hospital.
Allí, como en todas las localidades van a aparecer las dos palabras mágicas: “Ibuprofeno y Paracetamol”, como lo que principalmente se receta para casi cualquier dolencia.
En Calchaquí, la situación es similar. El Hospital cuenta con guardia, algunos consultorios e internación. Lo demás, incluyendo todos los partos, se deriva a Reconquista –a 130 kilómetros– y sobre todo a Santa Fe, a 200 kilómetros. Falta medicación y acá la palabra mágica es paracetamol.
Una situación más grave afronta la comunidad mocoví, los antiguos dueños de la tierra. Unas 1.200 personas con una gran cantidad de casos de convulsiones, afecciones derivadas del mal de Chagas, etc. Si llueve no puede entrar la ambulancia, porque hay 400 metros de calles de tierra intransitables. El comedor del barrio no funciona desde hace ocho años.
 
La lucha de las mujeres de Colonia Macías
En Colonia Macías presenciamos una reunión de los vecinos (mayoritariamente mujeres) indignados por el cierre del Hospital desde noviembre del 2016 con el progresivo deterioro del mismo. Se atiende en otras localidades pagando el transporte público. Con dificultades en el uso de la ambulancia, no es raro tener que reclamar el patrullero de la policía para los casos urgentes.
Los vecinos reclaman la reapertura del hospital y la puesta en funcionamiento de un centro de salud hasta tanto se reabra, junto a la solución al problema de las ambulancias.
Notas, entrevistas con funcionarios de salud y la movilización popular –incluidos cortes de la Ruta 1– no han logrado hasta ahora respuesta del gobierno a los justos reclamos.
 
Conclusiones 
Existe una gran diferencia entre la realidad sanitaria y el discurso del gobierno sobre las “virtudes” en su política de salud. Frente al argumento de la falta de recursos, estamos en una provincia que produce grandes riquezas –principalmente soja y derivados y la ganadería en el Norte– concentrada en empresas que no pagan ningún impuesto provincial.
Frente a ello se impone: Defensa de la salud pública universal, gratuita e igualitaria. No a la Cobertura Universal de Salud (CUS) que lesiona el derecho a la salud y la estabilidad de los trabajadores. Derogación de las leyes Samco y la “autogestión hospitalaria”. Centralización de la salud pública provincial por parte del Estado con participación activa de la comunidad y los trabajadores. Que debe garantizar los derechos sanitarios de forma igualitaria a lo largo y ancho de la provincia con políticas y presupuestos acordes a las necesidades. Desarrollo de la producción pública de medicamentos.
En la lucha por una salud para todos.