En este nuevo aniversario, tanto la derecha reaccionaria, como la mayoría de los socialdemócratas y los revisionistas del marxismo, contaron una falsa historia, machacando la versión de que el nazismo y el comunismo son “regímenes totalitarios” y Hitler y Stalin dos dictadores sanguinarios.
En este nuevo aniversario, tanto la derecha reaccionaria, como la mayoría de los socialdemócratas y los revisionistas del marxismo, contaron una falsa historia, machacando la versión de que el nazismo y el comunismo son “regímenes totalitarios” y Hitler y Stalin dos dictadores sanguinarios.
Esto no puede explicar porqué fue justamente la URSS la que pudo detener la ofensiva fascista, mientras las tropas nazis pudieron ocupar casi toda Europa, pese a la heroica resistencia de los pueblos de estos países ocupados. Y fueron los soviéticos, dirigidos por el Partido Comunista encabezado por Stalin, quienes a un costo de entre 22 y 27 millones de vidas (según las fuentes) detuvieron a la bestia hitleriana, porque no sólo defendían su patria, sino el Estado que los obreros y campesinos dirigían -a través de los soviets- y que por eso era aún socialista.
Por otro lado, dirigentes como Fidel Castro reivindicaron el papel de la URSS en la segunda guerra, pero sin nombrar a Stalin: “deseo hacer constar nuestra profunda admiración por el heroico pueblo soviético que prestó a la humanidad un colosal servicio”.
El presidente ruso Vladimir Putin, en el desfile del Día de la Victoria este 9 de mayo en Moscú recordó “la grandiosa victoria” del Ejército Rojo sobre la Alemania nazi, y elogió el papel de los aliados occidentales. Junto a Putin se encontraban cerca de 20 mandatarios, entre ellos Raúl Castro (Cuba), Nicolás Maduro (Venezuela) y Xi Jinping (China).
¿Qué fue la segunda guerra mundial?
El 1°de setiembre de 1939, cuando el imperialismo nazi alemán invadió Polonia, es la fecha comúnmente establecida para el comienzo de la segunda guerra, ya que al otro día Francia e Inglaterra le declaraban la guerra a Alemania. Previamente Alemania ya había ocupado Austria y Checoslovaquia, junto a los fascistas italianos colaboró con Franco en España, Italia había ocupado Etiopía, y Japón a Corea e invadido China. Todo esto con la complicidad de las potencias imperialistas rivales. El 30 de setiembre de 1938, por el pacto de Munich, los jefes de gobierno inglés y francés (Chamberlain y Daladier) habían ratificado con Mussolini y Hitler su “no intervención” en España y acordado la entrega de Austria y Checoslovaquia a Alemania, con el pretexto de “apaciguar” así las apetencias imperialistas descaradas de Hitler. Apostaban a que Hitler atacara la URSS y ambos países se desangraran mutuamente. Pero esto fue contrarrestado y aplazado por un tiempo por la diplomacia soviética mediante el pacto Molotov-Ribbentrop, firmado el 23 de agosto de 1939.
A su vez, Estados Unidos se mantenía “neutral”, tanto en Europa frente a Hitler y Mussolini como en Asia ante los avances imperialistas de Japón. Recién entraría en la guerra en 1942, tras el ataque japonés a su flota anclada en Pearl Harbor el 6 de diciembre de 1941, y en Europa se demoraría hasta 1943, cuando ya los nazis habían sido derrotados en Stalingrado y el Ejército Rojo soviético iniciado su contraofensiva por el Este y podía empalmar en Francia e Italia con el poderoso movimiento guerrillero dirigido por los comunistas y extenderse a toda Europa la liberación.
La Segunda Guerra Mundial, que comenzó como una confrontación entre las potencias imperialistas europeas: de un lado Alemania e Italia, y del otro Francia e Inglaterra, se transformó a partir del 22 de junio de 1941 –cuando la Alemania nazi invade la Unión Soviética– en una guerra mundial antifascista.
“El imperialismo nazifascista, contra el que había librado una guerra desigual y heroica el pueblo español, contra el que libraba una guerra nacional desde la mitad de la década del 30 el pueblo chino y contra el cual se había desplegado la lucha de los frentes populares, primero política y luego armada, en casi toda Europa, se convirtió en el enemigo principal del proletariado a escala mundial”, dice el Programa del Partido Comunista Revolucionario.
Los nazis
¿Qué es el fascismo? Ya en 1935, dos años después que Hitler fuera designado jefe de gobierno en Alemania, el dirigente comunista búlgaro Jorge Dimitrov lo caracterizó así: “El fascismo en el poder es la dictadura terrorista abierta de los elementos más reaccionarios, más chovinistas y más imperialistas del capital financiero. La variedad más reaccionaria del fascismo es la del tipo alemán.” Los nazis impusieron de entrada la más brutal represión interna, la persecución política, asesinatos, torturas, campos de concentración, mientras aceitaban la máquina de guerra expansionista. Entre sus primeras medidas estuvo la disolución del Partido Comunista, y la persecución de los judíos, gitanos y homosexuales. El régimen nazi, sólo en Alemania, mató 1 millón de comunistas.
Algunos datos demuestran lo que afirmaba Dimitrov: las cabezas de los más destacados bancos y grupos monopolistas alemanes, como Krupp, Siemens, etc., se hicieron cargo de los sectores en los que Hitler dividió la industria, aumentó el peso de estas empresas en el conjunto de la economía, reduciéndose la propiedad estatal al 5% en 1938.
Los imperialistas “aliados” dejaron crecer la bestia hitleriana, porque además de alentar la ilusión de que los nazis se enfrentaran a la URSS y la desangraran —por eso tanto el vicepresidente yanqui Truman como el primer ministro inglés Churchill declararon, apenas iniciada la invasión nazi a la URSS, que ésta no resistiría— también porque protegían los intereses de empresas como la inglesa Unilever, y las yanquis Westinghouse, General Motors y Ford, que aumentaron sus inversiones en la Alemania nazi, algunas incluso después de comenzada la guerra.
La URSS llevó el mayor
peso de la contienda
Es una canallada digna de imperialistas y renegados afirmar que el nazismo y el comunismo son regímenes “totalitarios”. En la Alemania de Hitler imperó el terror y las ansias de expansión imperialista. En la URSS millones de trabajadores protagonizaban, por primera vez en la historia, la construcción de una sociedad socialista. Una sociedad que entre 1918 y 1940 construyó 85.000 escuelas primarias, 61.000 secundarias y 4.200 terciarios. Una sociedad en la que el 39% de las mujeres se habían incorporado a la producción, y donde el seguro social pasó a cubrir, del 15, al 50% de la población. Un país que antes de la revolución tenía un médico cada 5.700 habitantes y una cama de hospital cada 760, y que en 1940 tenía 1 médico cada 1.200 habitantes, y una cama de hospital cada 250.
Esta sociedad, con todos los errores de la dirección del PCUS y del Estado, es la que llevó el mayor peso en la contienda. La URSS fue invadida por tres millones de soldados de las fuerzas armadas más modernas de la época. El Partido Comunista creció en número, y decenas de miles de sus mejores mujeres y hombres estuvieron en la primera línea de combate y dirigiendo las guerrillas en las zonas ocupadas. Con esa convicción, dijeron “no hay tierra más allá de Stalingrado” y dieron vuelta el curso de la guerra defendiendo esta ciudad casa por casa durante seis meses, derrotando a los invasores nazis en febrero de 1943, y comenzando la contraofensiva del Ejército Rojo, que ya no se detuvo hasta entrar en Berlín el 30 de abril de 1945.
El mismo Fidel, en la carta que mencionamos, dice que fueron 27 millones los soviéticos que murieron en la segunda guerra mundial, más del 10% de su población. Por esto mismo es de una gran injusticia no mencionar al jefe del Estado y del Partido que dirigió la defensa de la URSS y aplastó el régimen nazi, José Stalin. Coincidimos con la valoración que hizo Mao Tsetung, cuando afirmó, en 1956 en una reunión ampliada del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de China: “El Comité Central considera que Stalin tiene un 30 por ciento de errores y un 70 por ciento de méritos y que, en su conjunto, es un gran marxista”.