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14 de agosto de 2013

La Semana Roja de 1909 (2)

Crónicas proletarias

 La huelga general luego de la represión del 1 de mayo de 1909, que se cobró al menos 10 vidas obreras, se extendió desde el lunes 3 al sábado 8. Hemos relatado ya la saña con la que fue reprimido el cortejo fúnebre, el martes 4. Durante la semana, el paro fue creciendo en algunos establecimientos fabriles importantes como la Metalúrgica Pedro Vasena, Talleres Gath y Chaves, Molinos Río de la Plata. También se sintió en la construcción, gráficos, panaderías, pero el centro de la huelga estuvo en los gremios de transporte representados en la Federación Gremial de Rodados (Conductores de Carros, Conductores de Vehículos, entre otros), y en los gremios del puerto. Los carreros, como ya hemos dicho, tenían prevista una huelga contra el Código de Penalidades que intentó imponer la Municipalidad, que penaba con cárcel a los conductores que no portaran una Cédula de Vecindad. 
Durante la Semana Roja se produjeron varios enfrentamientos armados entre huelguistas y las fuerzas represivas. Hubo tiroteos en empresas como el “intento de asalto a la Fundición Vasena”, consignado por La Prensa, y choques en los barrios obreros, como el ocurrido en Barracas el jueves 6, cuando según La Protesta “se entabló un verdadero combate entre el vecindario y la fuerza pública, pero no fueron levantadas las barricadas”. Los diarios comentan que en distintos barrios, cada vez que llegaba una patrulla policial “es recibida por una nutrida descarga, al parecer de revólver… la zona estaba llena de conventillos desde cuyos techos también se disparaba”. Por la noche, muchas calles presentaban barricadas, cañerías de gas cortadas, y alambres de púa cruzados en las calzadas, para hacer rodar los caballos del odiado Cuerpo de Seguridad de la policía de Falcón.
Otro terreno de la lucha fue con el sistema de transporte público. Para 1909, la red de tranvías eléctricos de Buenos Aires era una de las más grandes del mundo, y su paralización era clave para el éxito de la huelga. La empresa Anglo Argentina, propietaria de más del 80% de la red, despide a los conductores huelguistas, emplea otros y los militariza, para impedir que se pare el servicio. Ante esto, los sectores en huelga realizan una serie de acciones, algunas espontáneas, otras organizadas, por las que resultan dañados más de 500 coches. Hubo incluso, un atentado con una bomba en un tranvía, en pleno centro porteño, que causó un muerto y 22 heridos, el viernes 7. Nunca fue reivindicado el hecho por ningún sector, pero marcó un punto de inflexión en la huelga, que resultó triunfante al liberarse a los presos, reabrir los locales y derogarse el Código de Penalidades.