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24 de enero de 2011

Comité Central – 17 y 18 de julio de 1980 -

La situación política nacional e internacional

Documentos aprobados / Tomo 4-2

I. La situación política internacional

I. La situación política internacional

a) La invasión soviética a Afganistán agravó extraordinariamente la situación internacional en la que crecen los factores de gue­rra. Esa invasión, y la posterior agresión vietnamita a Tailandia –agresión empujada por los patrones rusos de Vietnam– volvieron a demostrar que la agresiva política expansionista del socialimperialismo soviético constituye, actualmente, el principal factor de guerra. La invasión militar de Afganistán, que sigue a la ocupación vietnamita de Laos y Camboya, y a la instalación en Vietnam de bases rusas, puso de relieve que la URSS, actualmente, en la disputa por el dominio del mundo, está realizando la “marcha hacia el sur”, flanqueando a Europa, amenazando las fuentes petroleras de Medio Oriente y las comunicaciones oceánicas de Europa Occidental, los países del Tercer Mundo, Japón y los EE.UU. Los países del Tercer Mun­do son la principal víctima del avance hacia el sur de la URSS. Al mismo tiempo se comprueba que la política de concesiones permanen­tes a la URSS que han practicado –y aún practican– algunos países occidentales, solo sirve para estimular el apetito expansionista de la URSS, y en vez de asegurar la paz ha aproximado la tercera gue­rra mundial.

b) El repudio de la opinión pública mundial por la invasión rusa a Afganistán ha sido enorme. La URSS sufrió una dura derrota en las Naciones Unidas (donde solo fue apoyada por los países someti­dos a su imperio) y fue duramente condenada en dos reuniones sucesivas de la Conferencia Islámica. Pagó un duro precio político por la conquista de Afganistán. Incluso Cuba, el mercenario de la URSS en América Latina, pagó ese precio; porque su complicidad con la URSS hizo caer su influencia en los países del Tercer Mundo y No Alinea­dos, lo que se agravó posteriormente con la masiva inmigración de cubanos que reveló las penurias económicas que sufre el hermano pueblo de Cuba, luego de años de una política de sometimiento nacional a la URSS que transformó a Cuba en una base rusa en el Caribe, pro­veedora de soldados para sus aventuras mundiales, y reforzó el ca­rácter dependiente y monoproductor de la economía isleña.
Las Olimpíadas a realizarse en Moscú –que los nuevos zares querían transformar en un gran festival propagandístico de la URSS-sufrieron un rudo golpe en repudio a la invasión rusa a Afganistán.
Ha crecido la resistencia a los “nuevos zares” rusos en los países del Este europeo; y se ha multiplicado, y diversificado la resistencia de la clase obrera y las masas populares en la URSS.

c) Se han producido, desde enero hasta aquí, importantes realineamientos de fuerza en la política mundial.
Una vez más son los pueblos y países del Tercer Mundo los que sostienen el peso principal de la lucha contra la guerra y el ex­pansionismo imperialista, en especial, contra el socialimperialismo soviético. Así sucede en Laos, Camboya y Afganistán. Por caminos enmarañados también sucede esto en Irán y en todo el Medio Oriente, África y América Latina. La República Popular China ha demostrado en Indochina y Afganistán que apoya, sincera y realmente, la lucha liberadora de los pueblos contra los invasores socialimperialistas, y ha estado a la vanguardia en la denuncia internacional de los agresores y en la solidaridad con los agredidos.
Se han fortalecido las tendencias auténticamente tercermundistas, y de no alineación, como se expresó con motivo de la muerte del líder del movimiento de países No Alineados: Josef Tito. Es destacable, en esa dirección, la posición del Partido Comunista y el gobierno rumanos frente a las presiones de la URSS y la apari­ción de tendencias independentistas fuertes en partidos prosoviéticos de Europa.
Se han fortalecido las tendencias “antimunichistas” (anticapitulacionistas frente a la URSS) en la burguesía monopolista japone­sa y norteamericana. También en la burguesía monopolista inglesa, portuguesa e italiana, lo que ha creado condiciones para derrotar las tendencias capitulacionistas en la NATO, tendencias que resis­ten el rearme europeo para enfrentar la superioridad de fuerzas soviéticas en Europa.
Paralelamente, se ha dibujado en Europa Occidental una tenden­cia más conciliadora con el socialimperialismo en la burguesía mo­nopolista francesa y alemana occidental. Esta tendencia encuentra su apoyo en el hecho de que –ante la estrechez del mercado occidental– algunos países europeos han encontrado un mercado importante en la URSS y los países sometidos a ésta en Europa, mercado que representa un factor económico de primer orden para esos países. Es­tos tienen, también, intereses divergentes con los EE.UU. en varias regiones del mundo, en especial en el Medio Oriente. Apoyándose en esta realidad hay sectores de la burguesía monopolista francesa y alemana (también italiana y de otros países) que fingen un na­cionalismo que oculta una voluntad real de sumisión a la URSS, so pretexto de “finlandizar” (neutralizar) a Europa, y presiona fuer­temente a los gobiernos de estos países para que capitulen ante las exigencias socialimperialistas. Esto es semejante al “nacionalismo” que llevó a Daladier, en 1938, a capitular ante los nazis en Munich, prólogo de la ocupación nazi a Francia y de la capitu­lación de la burguesía francesa ante Hitler con la constitución del gobierno colaboracionista de Vichy.
También han avanzado las corrientes prosoviéticas y concilia­doras con el expansionismo socialimperialista en la India, Argen­tina, Brasil, y en la región del Caribe. En América Latina, frente a un proceso sumamente precario de democratización en los países del Pacto Andino –proceso estimulado por el Departamento de Estado yanqui– se ha delineado un posible eje antiyanqui argentino-brasi­leño. La situación política en toda América del Sur es sumamente inestable, como resultado del crecimiento del movimiento revolucionario democrático y antiimperialista, del fortalecimiento de las tendencias independentistas en las burguesías nacionales, y de la agudización de la lucha interimperialista, particularmente entre las dos superpotencias: los EE.UU. y la URSS por el control de nues­tros países.

d) El Partido debe seguir con atención el agravamiento de la crisis económica que sacude las economías de los países capitalis­tas de Occidente y de algunos países sometidos a la URSS en el Es­te europeo. Se ha intensificado enormemente la lucha por los mer­cados y las fuentes de materias primas. Esto también aproxima la guerra. El aumento de los precios del petróleo afecta seriamente las economías de numerosos países desarrollados pero golpea, prin­cipalmente, las economías de la mayoría de los países del Tercer Mundo.

e) La lucha por la paz, por pos­ter­gar el esta­lli­do de la ter­ce­ra gue­rra mun­dial, denun­cian­do, enfren­tan­do acti­va­men­te y fre­nan­do a los pro­vo­ca­do­res de gue­rra, espe­cial­men­te al más agre­si­vo, al socia­lim­pe­ria­lis­mo sovié­ti­co, median­te un pode­ro­so Frente Único Antihegemonista Mundial, ha pasa­do a ser una tarea deci­si­va para la clase obre­ra y los pue­blos del mundo. No se puede escin­dir esta tarea de la lucha libe­ra­do­ra nacio­nal, como hacen algu­nos que, for­mal­men­te con­de­nan el expan­sio­nis­mo socia­lim­pe­ria­lis­ta fuera de la Ar­gen­tina, y con­ci­lian con él aquí. No se puede enfo­car esta rela­ción vien­do a la Argen­tina y el mundo, ya que la rela­ción real es la Argentina en el mundo. Entre las tare­as que nos impo­ne esa lu­cha por la paz, pri­vi­le­gia­mos la lucha por impe­dir una gue­rra fra­tri­ci­da con el her­ma­no pue­blo de Chile, gue­rra que esti­mu­lan algu­nas poten­cias impe­ria­lis­tas y en espe­cial la URSS. Tiene urgen­cia, tam­bién, la orga­ni­za­ción de un amplio movi­mien­to de soli­da­ri­dad con la lucha del pue­blo afga­no y el pue­blo cam­bo­ya­no con­tra sus inva­so­res impe­ria­lis­tas.

f) Esta reunión del Comité Central se realiza en momentos en que un golpe de Estado reaccionario acaba de interrumpir el proce­so de democratización en Bolivia. Tenemos aún muy poca información sobre ese golpe, salvo las noticias de prensa que informan de la sangrienta represión al pueblo y de la heroica resistencia obrera y popular al mismo. Debemos pugnar para que la clase obrera y el pueblo argentinos den toda su solidaridad al heroico pueblo boli­viano y al partido hermano de ese país, el PC (ml), en su lucha contra los golpistas.

II. Situación política nacional

a) El hecho más importante del último período, en nuestro país, ha sido la crisis financiera, seguida de la irrupción de una fuerte crisis económica generalizada, que emergieron con motivo del vacia­miento del BIR (Banco de Intercambio Regional), su posterior liqui­dación a fines de abril, y las intervenciones –y procesos criminales en algunos casos– a los grupos económicos SASETRU, Piñeiro Pacheco, Greco y Oddone.
La mencionada crisis financiera evidenció que la política eco­nómica de la dictadura lleva al país al desastre; y sacó a luz el proceso de copamiento, y vaciamiento, de la industria nacional, re­alizado por el grupo de testaferros que representan a la “multinacional” rusa en el país, proceso que fue acompañado de una gigantesca estafa (realizada con la protección tácita de las autoridades económicas y militares) mediante la recepción de dinero de centena­res de miles de pequeños ahorristas pagando tasas elevadas de inte­rés, y su préstamo a firmas “fantasmas”, firmas inexistentes, que fueron inventadas por los grupos de Trozzo-Capozzolo-Saiegh-Oddone-Greco y otros testaferros de la mencionada multinacional. Es sabido –desde la época del Banco Buenos Aires y Minera Aluminé– que esa “multinacional” emplea ese método de vaciamiento como una de sus formas preferidas de acumulación. El caso Graiver –caso al que es­tán ligados, además de los Montoneros, varios “padrinos” de la ac­tual dictadura, como Lanusse– había recordado, hace poco, el apego de los rusos por el mencionado método acumulativo. Pero nada supero lo que apareció a la luz pública con el actual escándalo financiero, el más grave de toda la historia argentina. Según datos suministra­dos en una reunión de industriales en Mendoza, el grupo Greco había llegado a controlar el 55% de la industria vitivinícola mendocina, y el 75% de la capacidad bodeguera de San Juan. En la mencionada reunión se estimó el “rojo” del grupo Greco en unos 2.000 millones de dólares, casi un 20% de los recursos del Banco Central. El entrecruzamiento de los “créditos cruzados” que nuestro Partido ya denunció en septiembre de 19791 es de tal magnitud, que las interven­ciones en los mencionados grupos tienen dificultades para operar, ya que la mayoría de la industria nacional podría ser arrastrada a la liquidación según el manejo que se haga de la economía de esos grupos.
Como nuestro Partido señaló en 1979, los bancos de esos grupos se adueñaron, con facilidad, de centenares de empresas endeudadas, o en quiebra, con la idea de reanimarlas –si les convenía– o liqui­darlas. Ahora, “teóricos” como Grabois y otros empleados de la mis­ma multinacional, pretenden presentar a esos estafadores como “ban­queros nacionales” arruinados por la banca internacional y las “multinacionales”. ¡Presentan al usurero parásito, que chupó la savia de la industria nacional, como salvador de ésta ahora castigado por esa razón!
El Estado volcó billones de pesos nuevos para tratar de salvar a esos bancos y al sistema financiero con la política de anticipos a los mismos. Al 1° de junio de 1980 se habían anticipado a los bancos BIR, Oddone, Los Andes e Internacional 3 billones 700.000 mi­llones de pesos nuevos, la mayoría irrecuperables, como el billón 200.000 pesos nuevos que se adelantaron al BIR, y el billón que se dio a Greco pocos días antes de su desmoronamiento. Más de un ter­cio del circulante se volcó al bolsillo sin fondo de esos bancos por el sencillo procedimiento de “dar vueltas a la maquinita” de emitir dinero.
Nueva Hora ha informado ampliamente sobre este proceso y a ella nos remitimos.

b) Esta crisis ¿es una tormenta en un vaso de agua como quie­ren hacer creer Videla y Martínez de Hoz? ¿Se trata de una mera crisis financiera casi intrascendente para el futuro de la econo­mía nacional, como afirman esos mismos voceros de la tiranía? No.
No es así. Se trata, por el contrario, de la exteriorización de la profunda crisis que atraviesa la economía nacional. Así lo demues­tra:
–     El pasivo de los quebrantos comerciales y civiles que llegó en mayo a $ 210.220.546.072 (contra $ 28.638.061.347 en mayo de 1970).
–    El cierre de numerosas empresas y la consiguiente desocupa­ción de miles de obreros y empleados textiles, metalúrgicos, de la industria de la carne y la alimentación, etc.
–    La profunda crisis que casi paraliza a varias economías re­gionales.
–    El crecimiento a más de 20 mil millones de dólares de la deuda externa mientras las reservas solo llegan a 10.000 millo­nes; y se estima que cerca de 19.000 millones de dólares de capitales “golondrinas” han sido invertidos en la especula­ción financiera desde el exterior.
–    La persistente inflación en medio de tan pronunciada crisis. Argentina tiene el más elevado índice inflacionario del mundo.
–    La economía nacional está estancada. La producción nacional sigue estancada en niveles semejantes a los de 1974.

La política de la dictadura se ha basado en el congelamiento salarial y la no renovación de convenios de trabajo, junto a la liberación de precios, tarifas, alquileres y tasas de interés. Libe­raron la entrada de mercadería extranjera y facilitaron el dumping contra la producción nacional. Privatizaron importantes empresas estatales, al tiempo que establecieron mecanismos proteccionistas para Aluar, Papel Prensa, Celulosa, y algunas empresas privilegia­das. Abrieron al capital extranjero todas las áreas de la activi­dad económica y establecieron la libre remisión de utilidades y capitales al exterior, y el llamado “contrato de riesgo” para la exploración petrolera. Dejaron sin fondos a escuelas, hospitales e instituciones sociales, al tiempo que aumentaron a límites des­conocidos los gastos represivos y de guerra (solo en la compra de armas modernas invirtieron desde fines de 1978 miles de millones de dólares, cifra que se puede deducir del crecimiento inusitado e inexplicado del endeudamiento externo). Todo esto provocó una brutal reestructuración y contracción del mercado interno y, con­siguientemente, la quiebra en masa de la industria nacional (e incluso el retiro de empresas extranjeras no beneficiadas en el reparto de la torta por la dictadura, como algunas del automotor, tractores, textiles, metalúrgicas, etc.) y la ruina de las econo­mías agrarias del interior que trabajan, en mayor o menor medida, para ese mercado interno.

c) ¿Por que decimos “política económica de la dictadura”, y no política económica de Martínez de Hoz, como acostumbran a denomi­nar a la política económica los sectores reformistas y los prosoviéticos? Porque esta política expresó un acuerdo entre los gru­pos monopolistas y terratenientes dominantes (entre ellos el grupo prosoviético) y la dirección de las FF.A. Estas últimas introduje­ron modificaciones en el plan original de Martínez de Hoz (como la supresión de medidas que estimulaban la desocupación masiva que planteó el plan inicial de Martínez de Hoz hasta que se “tranquilizasen las fábricas”; el respaldo del Banco Central a las institu­ciones financieras, respaldo que introdujo la CAL a pedido de la cúpula militar o de parte de ella, etc) y tomaron decisiones eco­nómicas claves como: el apoyo a Papel Prensa y al contrato de Aluar; los gastos para el Mundial de fútbol; los miles de millones de dólares para la presunta guerra contra Chile; la decisión de dar a la URSS el proyecto del Paraná Medio; e incluso las recien­tes resoluciones sobre la crisis financiera. Por eso no existen razones para decir que mienten Videla, o Martínez de Hoz, cuando afirman que el Plan Económico es del gobierno militar y no solo de Martínez de Hoz. La coincidencia con este plan fue la base de la coincidencia para el golpe de 1976; y la coincidencia con su “filosofía” es la base de los acuerdos que se buscan para el futuro, como demostró el enojo de Frigerio hace pocos días, en Tucumán, por las resoluciones del Congreso de Economía de la UCR que había reclamado tibias medidas nacionalistas y estatizantes2. Sobre la base de ese acuerdo los monopolistas rusos, yanquis y eu­ropeos disputaron y disputan el tamaño de cada tajada. El mismo golpe a Trozzo –a quien se dejó salir del país siendo conocido que había vaciado el BIR–, a Greco y otros testaferros baratos del socialimperialismo, ha demostrado que la tajada mayor, desde 1976, se la ha llevado los soviéticos.

d) La “apertura” de la economía argentina a los monopolios in­ternacionales, en medio de la crisis persistente que atraviesa la economía capitalista mundial desde 1974, no podía menos que facilitar que las metrópolis imperialistas descargasen sobre nosotros los efectos de esa crisis.
Por otro lado, ¿como podría competir con “eficiencia” la in­dustria nacional con monopolios que pueden escoger, por actuar en todo el mundo, la mejor financiación; la materia prima más barata; la radicación industrial en países con mano de obra casi servil como Corea del Sur o Taiwán, que otorgan grandes facilidades a las empresas que se radican en ellos y que producen para mercados de decenas o centenas de millones de clientes? Esto, mientras la industria nacional paga una financiación usuraria; tasas, impuestos y alquileres indexados, en medio de una inflación galopante estimulada desde el gobierno; y sufre el peso agobiante de una renta a los terratenientes como tienen pocos países en el mundo. Se llegó al absurdo de importar tomates y duraznos al natural cuyo precio, puesto en el puerto de Buenos Aires, es menor al de la hojalata vacía en los lugares de producción en la Argentina, mientras se tiraba la excelente producción nacional.
Digamos –de paso– que la burguesía nacional terminó pagando cara la dirección de sus organizaciones empresarias por los Gelbard, Broner y compañía, disfrazados de “industriales nacionales” cuando solo eran testaferros de una “multinacional”, y para peor, la más agresiva, la más expoliadora de las “multinacionales”.
La crisis actual ha puesto de relieve, una vez más, la profun­da crisis estructural de la Argentina. Crisis derivada del carác­ter dependiente de la economía argentina –que hace que esta se resfríe cuando estornuda la metrópoli de turno– y derivada de la sub­sistencia del latifundio terrateniente que frena todo posible de­sarrollo económico independiente, constante, y autosostenido.
Como producto de la crisis y de la política oficial, la situa­ción de las grandes masas trabajadoras es angustiosa. El salario real ha caído casi en un 50% para la gran masa de asalariados, y decenas de miles de obreros industriales y rurales han sido arrojados a la calle. De 120.000 obreros textiles en 1976, quedan 40.000. La gran burguesía monopolista y los terratenientes, al tiempo que utilizan la crisis para barrer el mercado de competidores, someten a los trabajadores a una feroz explotación. Se ha generalizado la utilización de premios a la producción que dividen a los trabajadores y facilitan su superexplotación, el trabajo a destajo incluso en grandes empresas, el “pago en negro” renunciando a las conquis­tas sociales, etc. Una ola de asqueroso revanchismo social cubre el país y se le arrancan a la clase obrera viejas conquistas, algunas con más de cincuenta años de existencia. Simultáneamente dece­nas de miles de campesinos pobres y medios son corridos del campo. La deserción escolar supera el 55% en Catamarca, La Rioja, Salta y Jujuy; el 66,6% en Neuquén; el 74% en Corrientes; el 70,5% en Misiones, Chaco y Santiago del Estero. El problema de la vivienda y la salud popular se han agravado extraordinariamente desde 1976; y se agravarán aún más con la aplicación de las nuevas medidas que su­primen el aporte patronal al FONAVI y a las cajas de Jubilaciones.
Es gravísima la situación de la salud del pueblo. Han reapare­cido en grado alarmante la tuberculosis, la sífilis, la poliomielitis (sólo en Tucumán se produjeron 60 casos) y otras enfermedades. La atención en los hospitales, especialmente en el interior, es deficitaria en grado sumo, y crece la mortalidad infantil. La dic­tadura deberá rendir cuentas algún día de los miles de niños que mueren mal alimentados y mal atendidos por culpa de su política de hambre y superexplotación.
Se cierran empresas como IME y los Talleres de Tafí Viejo y se amenaza con el cierre de los de Pérez en Rosario. Se anuncia la privatización de ELMA. Se remata el país.
En la perspectiva de un mundo que va a la guerra, la liquida­ción de la industria nacional producirá resultados catastróficos al ser el nuestro un país geográficamente alejado de los grandes cen­tros productores y de población, y con comunicaciones muy vulnera­bles.
En el campo estos años han sido de Jauja para los terratenien­tes y los monopolios comercializadores. Han embolsado ganancias fabulosas, mientras centenares de miles de obreros rurales vieron arrasadas sus conquistas y retrogradada su situación a la de peo­nes semiserviles. En las plantaciones de soja y poroto, en Tucumán por ejemplo, se emplean niños menores de 16 años con salarios de $ 800.000 m/n por jornadas agotadoras. Miles de chacareros debieron dejar el campo con la reforma a la ley de arrendamientos, la falta de tierra, los bajos precios, los créditos usurarios, los impuestos agobiantes. Además se han dictado leyes como la 417 de la provin­cia de Santa Fe, que reglamenta la unidad económica e impide su di­visión por actos de disposición o división de inmuebles, para faci­litar que los pequeños chacareros entreguen su tierra a los lati­fundistas en caso de sucesión o venta de la tierra; o el llamado “Proceso de Reorganización Agraria” en el Chaco, destinado a liqui­dar a la mayoría de las explotaciones minifundistas de la provincia; y la declarada decisión oficial de eliminar a 2.000 explotaciones de cañeros pobres en Tucumán. Los impuestos agobiantes han caído como una manga de langostas sobre las chacras pequeñas y medianas, que deben pagar un verdadero arrendamiento usurario al Estado.
Todo esto agravado, en el caso de la provincia de Buenos Aires, por las catastróficas inundaciones que han puesto de relieve el cáncer del latifundio y la esencia antipopular y antinacional de los terratenientes, puesto que zonas extensas fueron arrasadas por las aguas, como fruto de la insensibilidad y la desidia de los te­rratenientes bonaerenses, que han demorado, por más de un siglo, la realización de obras imprescindibles; y lo han hecho para no afectar sus derechos de terratenientes; y han facilitado, con su explotación retardataria (como sucede en la llamada “zona de cría” de la provincia de Buenos Aires), la erosión del suelo y la labor destructora de inundaciones y sequías.

La crisis de las economías regionales


e) Una de las manifestaciones más visibles de la crisis econó­mica nacional es la llamada crisis de las economías regionales, economías basadas en la monoproducción, cuyo producto se comercializa –en gran medida– en el mercado interno y, complementariamente –según la época o la situación del mercado mundial– en el exterior; o se destinan a algún mercado exterior determinado desde hace mu­chos años.
La brutal caída del nivel de consumo en el mercado interno, y la crisis económica mundial posterior a 1974, han llevado a la crisis a esas producciones. Esta es la situación actual de la lana de la Patagonia; la fruticultura de Río Negro y Neuquén y la citricultura de otras regiones; los cultivos algodoneros de Chaco y Formosa; la vitivinicultura de Cuyo y otras zonas; los cultivos de poroto, tabaco y azúcar del NOA; la horticultura de varias provincias; la producción tambera, la nuez y la aceituna en Catamarca y La Rioja, etc.
Todas ellas reconocen un origen común inmediato: la política hambreadora y entreguista de la dictadura y, también, un origen común de fondo: la estructura agraria imperante en nuestro país, determinada por la opresión y el atraso que impone el latifundio a to­das las provincias con su secuela de minifundio y monocultivo.
La crisis no es idéntica para todos los productos, ni en el tiempo ni en su dimensión, y sobre todo no es igual para los dis­tintos sectores involucrados en las mismas. Por eso, aunque los reclamos coinciden en la necesidad de cambiar la política económica actual, mientras los laneros más pobres de Santa Cruz han plantea­do que “la política no debe beneficiar al dueño de la tierra, sino al que la trabaja”, y los chacareros en general piden tierra, pre­cios compensatorios, créditos baratos y rebaja de impuestos, los terratenientes y exportadores exigen cambios en la paridad cambiaria, pidiendo reembolsos para la exportación o, directamente, una mayor devaluación del peso.
Todos los cultivos mencionados pagan, con motivo de las difi­cultades de mercado, las consecuencias del latifundio que reina, orondo, en nuestros campos3. Según datos de las actuales autoridades del Chaco, los agricultores dedicados a todo tipo de activi­dades disminuyeron entre 1974 y 1980 en 5.851 familias. Esta pro­vincia muestra un ejemplo claro de la polarización de clases en el campo, ya que, el 86 % de las familias agrarias tienen menos de 100 hectáreas. Los agricultores de hasta 20 hectáreas eran 11.692 en 1974 y pasaron a ser 5.285 en 1980, mientras que los de más de 100 hectáreas eran 219 y pasaron a ser 1.302 en 1980. La caída del precio real del algodón para los chacareros, alcanza, según algu­nas estimaciones de los productores, al 40 % en el último quinque­nio. Los campesinos minifundistas, imposibilitados por la poca tierra y la falta de capital para diversificar cultivos, introducir forrajeras y practicar la ganadería, acogotados por los monopolios desmotadores y comercializadores, abandonan el campo por miles. El endeudamiento total de 6.000 familias de chacareros chaqueños al­canza a los 262 mil millones de pesos, según el gobierno de la provincia, deuda que al 40 % de ellos no les permite sembrar para la próxima cosecha. Ante esta situación, el gobierno del Chaco ha for­mulado un plan de “consolidación de deudas” que apunta a expulsar del campo a miles de campesinos de menos de 100 hectáreas, aprove­chando la crisis para consolidar el latifundio y las grandes explotaciones de tipo capitalista.
En el Alto Valle de Río Negro se han registrado en tres meses más quiebras que en treinta años, según declararon empresarios de la fruticultura (Clarín del 4-7-80), y más de ochenta firmas están al borde de la quiebra. La situación de los pequeños y media­nos ganaderos laneros de la Patagonia, propietarios y arrendatarios, es desesperante. Tabacaleros y poroteros de Salta reclama­ron en asamblea porque se les niegan 100 millones de dólares para refinanciar sus deudas bancarias, mientras se dieron 750 millones a SASETRU. “Tal parece –se dijo en esa asamblea– que tres perso­nas gravitan más para el gobierno nacional que una provincia y toda su producción”.
Numerosos bodegueros pequeños y miles de vitivinicultores, contratistas de viña, obreros rurales e industriales han sido afectados, y en algunos casos llevados al hambre y la miseria to­tal, por el vaciamiento del grupo Greco (que sigue a otros vacia­mientos bodegueros realizados por ese grupo: Trozzo, Capozzolo y otros pillos del mismo enjambre). La situación ya era grave para los pequeños vitivinicultores y contratistas porque el precio del vino –que se les paga en cuotas en 10 meses o un año– no llega a cubrir el costo de producción. Ahora la dictadura inhibe las quiebras de las empresas del grupo Greco pero no la de sus acreedores con lo que muchos de estos van a la liquidación. Con la nueva ley para los contratistas de viña empujan a estos a la proletarización y a muchos pequeños propietarios a malvender sus tierras a grupos como Catena, Pulenta y otros.
Otro ejemplo de la influencia que tiene la caída del consumo sobre la producción de muchos cultivos, lo muestra el caso del azúcar, cuyo consumo fue en 1978-1979 menor, en un 6,6 %, que en 1975, y cuyo consumo promedio por habitante fue en los tres años últimos un 11 % menor que el de los cuatro años anteriores (Cla­rín, 29-6-80). El precio de la caña para la zafra de 1980 es, en términos reales, un 37 % menor al promedio de las últimas nue­ve zafras, y un 56 % menor al pagado a los productores en 1973. Esto afecta particularmente a los cañeros pobres y medios. En Tucumán, el 67,3 % de las explotaciones agropecuarias son minifundistas. Miles de agricultores sin tierra, o con hambre de tierra, al lado de gigantescos latifundios; como lo demuestra que 13.000 explotaciones, en Tucumán, solo absorben el 5,2 % del total de la superficie explotada. Sobre unos 18.000 cañeros se estima, en Tu­cumán, que 12.000 son cañeros pobres. Ahora la dictadura, median­te los impuestos, y una serie de medidas, lleva adelante un plan para expulsar de la tierra a miles de cañeros pobres.

f) En esta situación de crisis cada sector social levanta sus reclamos; y los distintos sectores que pugnan dentro del frente dictatorial tratan de instrumentarlos –como hace el frigerismo prosoviético– para sus propios planes. Los frigeristas se montan en esos reclamos para preparar el clima favorable al candidato de Moscú a presidente: Viola. Estos sectores hablan del minifundio en vez de hablar del latifundio, culpando así a la víctima en lu­gar de golpear al victimario; y centran el fuego principalmente en la política cambiaria, que es lo que preocupa a los grandes terratenientes y los exportadores, en vez de reclamar el acceso a la tierra, a créditos baratos y precios compensatorios, que es lo que preocupa al campesinado en general.
Ante estas crisis regionales nuestro planteo es claro: nos ubicamos en la defensa de los intereses de los obreros y los cam­pesinos pobres y medios y, a partir de ella, formulamos propues­tas que tengan en cuenta los intereses de la burguesía agraria y urbana, contra los terratenientes, los monopolios intermediarios, y la dictadura, golpeando centralmente al grupo prorruso hegemónico en ésta.
Un ejemplo de la diversidad de intereses entre los chacare­ros pobres y medios, y los terratenientes y exportadores, lo da la pampa húmeda, en donde, mientras los primeros malvendieron sus cosechas de cereales, las grandes compañías exportadoras (Bunge y Born, Cargill, La Plata Cereal, Continental y Nidera) se embolsa­ron sumas enormes; porque los precios de los cereales pasaron en­tre diciembre de 1979 a hoy, de 175 dólares la tonelada a 220 pa­ra el trigo, de 140 a 155 para el maíz y de 110 a 170 el sorgo. Y en el caso de la manzana de Río Negro, una decena de empresas exportadoras las colocaron a 900 dólares la tonelada en Europa, mientras los productores, que vendieron apurados en marzo y abril, llegaron a cobrar solo entre 150 y 200 dólares.
A la crisis agraria que afecta a las mencionadas produccio­nes, se agrega el estancamiento de la industria minera y la cri­sis de la industria pesquera. En esta última miles de obreros han quedado en la calle, y mientras algunos pocos grupos monopolis­tas han modernizado sus empresas y las tienen casi paralizadas, muchas pequeñas empresas han ido a la quiebra. En cuanto a la mi­nería, se mantiene estancada. Su explotación no interesa ni a las superpotencias ni a otros países imperialistas que guardan las minas descubiertas en nuestro país como reserva estratégica, su­mando otro factor de atraso para el interior del país.
La política de la dictadura de transferir a las provincias escuelas, hospitales y otros servicios públicos nacionales, es de efectos desastrosos para las provincias “pobres”, y contribuye a aumentar las diferencias con las llamadas provincias “ricas” y la Capital. Y dentro de éstas entre ricos y pobres (como se observa en el puerto de Buenos Aires en donde todos los días quedan miles de portuarios sin trabajar). El Estado nacional paga bajas regalías a las provincias petroleras, castiga principalmente con la inflación a las provincias que no producen artículos industriales, y ha organizado un sistema de coparticipación por el que los principales recursos los reciben las provincias de mayor desarrollo económico. Simultáneamente se postergan obras como las del Berme­jo, o las proyectadas para el NOA y la región andina y patagónica, priorizando proyectos como el del Paraná Medio, lo que prefigura, para el año 2.000, en el caso de realizarse, una Argentina depen­diente, atrasada por esto y por el lastre del latifundio, con un eje aún más acentuado en el Litoral, con centro en el Gran Buenos Aires (con la industria nacional en esta zona liquidada por los monopolios), de cara a Europa (y la URSS), desintegrada nacional­mente y de Latinoamérica, y de espaldas al Pacífico.
Una crisis estructural
g) La crisis que sacude al país no es “un episodio circunstan­cial” como dice Martínez de Hoz. Es la manifestación de una cri­sis de fondo que emergió en 1969, y estuvo en el trasfondo de las grandes conmociones sociales que estremecieron al país a partir del “Cordobazo”. Se quiso remendar esa crisis entre 1973 y 1976 con medidas reformistas, muchas de ellas relativamente avanzadas, pero incapaces de resolver la contradicción de fondo, la contra­dicción principal de la Argentina dependiente y de desarrollo atrasado y deformado por el peso del latifundio. Luego de marzo de 1976 se intentó, a través de una dictadura fascista, asesina, que cubrió al país con un manto de terror, resolver esa crisis “reor­ganizando” al país tal cual lo desean un puñado de familias terratenientes, de la gran burguesía intermediaria y el imperialismo. La línea ha sido, y es, reforzar la dependencia –en este caso principalmente con el nuevo amo soviético– y mantener y reforzar el latifundio. Como gusta decir Alejandro Estrada: “rechazando las invocaciones retóricas al nacionalismo” y “esas cosas” que mucha gente “viene repitiendo desde hace cuarenta años”4. Y planteando un “cambio histórico”, como llaman ellos a este re­greso a la filosofía económica que tuvo el país en la “década infame”, luego del golpe de 1930.

h) El nuevo “paquete” de medidas económicas de Martínez de Hoz hace aún más duro para las masas populares el programa de “sangre, sudor y lágrimas” de la dictadura, ya que, con el pretexto de su­primir unos 25 impuestos menores se generaliza el Impuesto al Va­lor Agregado, IVA, aumentando su tasa del 16 al 20%, e incorporando los productos alimenticios y farmacéuticos con un 10%. Se re­bajan los impuestos a los grandes terratenientes y monopolios y se los aumenta para los trabajadores del campo y la ciudad, y la industria y el comercio nacionales. La supresión del aporte jubilatorio patronal y para la vivienda desmejorará, y destruirá el sistema previsional y habitacional, si el poder sigue en estas manos. Nada ofrece la dictadura, en cuanto a medidas financieras para rehabilitar a las empresas nacionales, pese a que cubrió con miles de millones de dólares el desfalco de sus amigos de la “multinacional” rusa que vaciaron muchas de esas mismas empresas. Tampoco se hace nada efectivo para bajar las tasas de interés, mien­tras se estimula, aun más, la especulación financiera y el endeu­damiento externo eliminando todo plazo para los créditos externos.
Todo esto deteriorará aun más el salario real y los ingre­sos de los productores agrarios de todo el país, llevando a la quiebra aún más rápidamente a la pequeña y mediana industria y el comercio nacionales.
El resultado de esta política es que se han agravado todos los problemas y el país ha sido llevado al borde del crac.
La resistencia popular
i) Las masas obreras y populares han enfrentado, en las duras condiciones impuestas por la dictadura fascista, con distintas formas de lucha, esta situación.
La clase obrera, duramente golpeada por la desocupación y el hambre, con sus sindicatos intervenidos y prohibida la activi­dad sindical, con sus organizaciones de empresa en muchos casos destruidas, ha dado combate a la dictadura en todo este período. Podemos recordar, como ejemplos destacados de esto: las luchas de los portuarios, el petitorio de tres mil obreros de Renault, en Córdoba, exigiendo se incluya en el básico el premio impuesto por la empresa, el paro reciente de los ferroviarios de La Fraterni­dad, el paro de los taxistas y el paro de los operadores cinemato­gráficos; la lucha de los obreros de Gurmendi, Galileo y Tamet; las movilizaciones de los textiles de La Bernalesa, etc.
El campesinado de la Pampa Húmeda, en especial en la provin­cia de Santa Fe, ha realizado grandes concentraciones de protesta por los impuestos abusivos, y organizado, luego de multitudinarias y combativas asambleas, un poderoso movimiento de no pago de los impuestos, discutido y decidido en esas asambleas.
Ha habido grandes concentraciones, y distintas luchas, por las crisis regionales analizadas, desde Santa Cruz en el Sur a Salta en el Norte. La ciudad de Tafí Viejo realizó dos paros uná­nimes contra el levantamiento de los talleres ferroviarios de la ciudad, pese a que el Ejército y la Policía Federal coparon la ciudad.
Dos hechos nuevos se han producido en estos meses, cambiando en parte las condiciones que dificultaban la lucha popular contra la dicta­dura. El primero y más importante de ellos es el desinflamiento de la CUTA, la “CGT” que organizaron los amigos de Videla y Viola para frenar la lucha de los trabajadores y facilitar sus tejes y manejes en el seno de la dictadura. El desmoronamiento de los planes de la CUTA no se produjo por maniobras por arriba, sino que fue el re­sultado del repudio de las bases obreras a su línea colaboracionis­ta. No se ha logrado, aún, unificar al movimiento obrero en un frente antidictatorial que barra a los colaboracionistas con la dictadura de los sindicatos, pero se ha logrado frustrar –al menos por el momento– una maniobra de copamiento del movimiento obrero muy peligrosa. El otro hecho importante, es que la dirección de la Fe­deración Agraria Argentina, y la dirección de la FUA, han pasado a tomar posiciones más combativas –de lucha en el caso de la FAA– lo que crea mejores condiciones para el combate antidictatorial.
Simultáneamente, una lluvia de declaraciones políticas han demostrado que la enorme mayoría de la burguesía nacional sale del silencio (en algunos casos cómplice, en otros aún esperanza­do) para quejarse, protestar, o, incluso, colocarse en la oposi­ción. En general, como clase, la burguesía nacional ha pasado a la oposición y esto irá tiñendo toda la situación política.
Ha crecido enormemente el odio popular a la dictadura. Hay un clima generalizado de discusión política en las fábricas y lu­gares de concentración de los trabajadores del campo y la ciudad. Hay avidez política en las masas, indicio de que cada clase so­cial va buscando una línea y organización para una situación que es grave, en algunos casos desesperante, y que aparece preñada de peligros inmediatos para la suerte de las masas populares.

III. Se agudiza la lucha interimperialista por el control de la Argentina

a) Con motivo de la invasión soviética a Afganistán, la dicta­dura videlista tomó medidas que acentuaron su orientación prosoviética. La más importante de esas medidas, fue la venta masiva de cereales y carnes a la URSS, transformando a la Argentina en “can­tinero del ejército soviético”, como señalaron algunos críticos de esta línea. La URSS se ha transformado en el principal comprador de nuestros cereales, carnes y lana. Políticamente, la forma en que la dictadura se opuso al boicot cerealero a la URSS (mediante un aviso público previo a la negociación con los yanquis, y ase­gurando rápidamente la venta a la URSS) demostró la voluntad de la dictadura videlista no solo de vender nuestros productos expor­tables, como quiso hacer creer, sino, principalmente, de hacer fracasar el repudio por ese medio a la invasión rusa a Afganistán.
En conexión con la aparición a la luz publica del viejo idilio de la dictadura con la URSS, ésta envió a Argentina a una delegación presidida por Alexei Mazhulo, viceministro de comercio exterior soviético, que hizo arreglos para el convenio que se fir­mó, posteriormente, de venta de granos argentinos a la URSS por cinco años, a razón de cuatro millones y medio de toneladas de granos forrajeros (maíz y sorgo) y soja por año. Se ha dado así un gravísimo paso en el camino de remachar el amarre de la econo­mía argentina con la economía rusa. El Estado argentino garantiza esta operación independientemente del resultado concreto de las cosechas, e independientemente de que el sector privado no desee cumplir ese compromiso. La economía argentina pasa así, en los he­chos, a integrarse en la programación de la economía de guerra de la URSS.
También significó un paso importante en el anudamiento de lazos que van colocando a la Argentina en la esfera de predominio de los intereses rusos, la visita del secretario general de la Comisión Nacional de Energía Atómica, Jorge Coll, a la URSS, para analizar la cooperación con Moscú en el terreno nuclear (posible compra a la URSS de uranio enriquecido con condicionamientos que se desconocen; transferencia de tecnología; construcción de una central atómica). Esta cooperación en el terreno atómico, de con­cretarse, implicaría un giro cualitativo en la línea seguida hasta ahora por el país, porque Argentina pasaría de seguir una política independiente de las dos superpotencias que regentean el Pacto de No Proliferación Nuclear, a seguir una línea de aproximación a una de esas superpotencias; a la más agresiva y expansionista de esas superpotencias: la URSS. Esto en un terreno de indudable importan­cia estratégica, luego de las compras de armas a la URSS y de los acuerdos de cooperación entre ambas Fuerzas Armadas, acuerdos se­cretos cuya existencia trascendió con motivo de la visita al país del Tte. Gral. Braikov y de la visita a la URSS del Gral. Montes.
Aún el gobierno argentino no aclaró la versión sobre el apoyo del delegado argentino en las Naciones Unidas al candidato cubano al Consejo de Seguridad, apoyo por el que Videla fue apodado Fidela en algunos países latinoamericanos.
El golpe de timón hacia la URSS de la dictadura introdujo un cambio cualitativo en la política exterior argentina que, hasta entonces, se deslizaba hacia la URSS con suma prudencia y de la manera más desapercibida posible. Con esto se agudizó la disputa interimperialista, en especial con los EE.UU.

b) Los EE.UU., aprovechando el peso que aún tienen los bancos yanquis en la deuda externa argentina, y la dependencia de nuestra economía de las refinanciaciones –muchas de ellas a corto plazo– del Fondo Monetario Internacional y la banca internacional, apretaron a la dictadura videlista, exigiendo: una inmediata declaración de no participación en las Olimpíadas de Moscú; la concesión a em­presas yanquis de las turbinas de Yaciretá; y medidas conjuntas para la defensa del Atlántico Sur. La visita de varios representan­tes del imperialismo yanqui (Goodpaster, Hidalgo, entre otros) y las conversaciones recientes con Martínez de Hoz, jugaron en esta dirección.
La dictadura videlista, apretada, hizo concesiones a los yanquis; entre otras, la no participación en las Olimpíadas. Se desconoce, públicamente al menos, la magnitud de esas concesiones. Al mismo tiempo, está claro, por una serie de hechos, que la dictadura mantiene el rumbo preferentemente pro soviético de su política.

c) El sector prosoviético de la dictadura miente su orientación “occidentalista”, hace todas las concesiones posibles a los yanquis, finge neutralidad y un nacionalismo independentista, para ocultar el rumbo de su política prosoviética. En este juego se inscribe el viaje de Videla a China, en donde Videla rechazó la propuesta de los dirigentes del gobierno chino de pronunciarse contra el hegemonismo y de criticar la invasión rusa a Afganistán, (lo que fue ba­lanceado con orgullo, primero por el periódico del P“C”, Informe, y luego por Pravda). También en ese juego se inscriben los ofreci­mientos de Martínez de Hoz a los monopolios europeos, en su reciente gira por Europa, de otorgar ventajas para sus inversiones, y de asociarlos, como socios menores del sector prosoviético, en el re­parto de las tajadas del “queso argentino”, invirtiendo en recur­sos naturales, reequipamiento de la industria e inversiones públi­cas.
La disputa entre las potencias imperialistas, y en especial entre las dos superpotencias, por el control de nuestro país, se va a seguir agudizando. La URSS ha instalado últimamente cerca de 50 bases en el extranjero, en especial en Vietnam, Afganistán, Yemen del Sur, Etiopía, Mozambique, Angola, Cuba, entre otros puntos estratégicos, desde donde puede controlar, o interferir, las comu­nicaciones marítimas en caso de guerra. Tiene construcciones de posible utilización bélica en la Antártida, pero precarias y vulnerables, y para sus planes de dominio mundial precisa tener bases de apoyo para controlar o interferir el pasaje de Drake, “el único lu­gar del planeta que comunica el Atlántico con el Pacífico” y que, por eso, “el país que controle ese pasaje, que es nuestro, será un país de real gravitación”, afirmó el Gral. (RE) Jorge Leal (La Ra­zón, ll-7-80).
El control del Atlántico Sur, y del paso entre el Pacífico y el Atlántico, es el trasfondo real de una posible guerra entre Ar­gentina y Chile por la disputa sobre el canal del Beagle y las is­las al sur del mismo. Y el amor ruso por la Argentina, que origi­na su disputa con los yanquis en nuestro país, se debe al papel geopolítico de Argentina en relación con el control del Atlántico Sur y el paso entre los dos océanos. Transitoriamente, le intere­san nuestras carnes, cereales y lanas, para cubrir sus déficits de producción y sus stocks para la guerra. Transitoriamente, porque en caso de guerra mundial sería seguramente imposible que las mis­mas llegasen a la URSS (lo que hace aún más antinacional la política cerealera de la dictadura, que pierde clientes tradicionales pa­ra abastecer a la URSS). Tiene, también, un interés relativo en nuestro mercado interno por las inversiones de sus testaferros (frigo­ríficos, vinos, azúcar, aluminio, aceros especiales, etc.), pero su objetivo central es geopolítico. Sus ofertas de “ayuda” para nuestros planes energéticos –que se agregan al control de sus tes­taferros sobre el aluminio, aceros especiales, frigoríficos expor­tadores, algunas grandes cerealeras, celulosa, papel prensa, etc.– apuntan a controlar las palancas económicas claves de la economía nacional que les aseguren el control del poder en la Argentina.
En esa perspectiva debemos enfocar la importancia histórica de la lucha por la paz con Chile, tarea suprema actualmente para la clase obrera y los pueblos de nuestros países, lucha no solo antibelicista sino también, y fundamentalmente, patriótica, destina­da a salvaguardar los más vitales intereses nacionales.

IV. La lucha por la paz

a) Hemos estado, desde 1977, a la vanguardia de la denuncia de una posible guerra con Chile en torno al litigio del Beagle y de la organización de la lucha por la paz. Todo lo hecho, ha sido impor­tante, pero actualmente debemos intensificar al máximo la lucha por la paz, por un arreglo pacífico del litigio con Chile.
Tuvo una inmensa repercusión –nacional e internacional– la declaración por la paz firmada por prestigiosos intelectuales como Sábato, Borges, Lanari, Favaloro, Soler, Constantini y otros. En Rosario y en Bahía Blanca, personalidades conocidas han adherido a la misma, llamando a las organizaciones obreras y populares a pronun­ciarse por la paz. Lo mismo ha hecho Alicia Jurado en un artículo llamando a las mujeres a apoyar ese llamamiento; y Monseñor Zaspe en una alocución radial. Será una contribución importante a la lu­cha por la paz que ayudemos a organizar la adhesión a ese llamamiento e impulsemos su conocimiento por las masas.
Es posible organizar comisiones de lucha por la paz: obre­ras, campesinas, femeninas y juveniles, e impulsar la organización, la movilización y la lucha de grandes sectores, por la paz.
Decenas de miles de fieles católicos y de personas de otras creencias se movilizaron por la paz ante el llamado de las iglesias católicas de Argentina y Chile para Corpus Cristi, en la Capital Fe­deral, Rosario, Córdoba, Bahía Blanca, Berazategui, Mendoza, y otras ciudades y localidades de todo el país. Se movilizaron corean­do en algunos casos consignas contra la guerra, y, pese a la repre­sión policial que pretendía impedirlo, agitando banderas hermanadas de Chile y Argentina. En torno a esas manifestaciones hubo reu­niones, discusiones y acuerdos, para movilizarse en algunas fá­bricas, colegios y barrios, especialmente entre jóvenes y mujeres.
Con el triunfo del golpe de Estado encabezado por García Me­za, en Bolivia, golpe en cuya preparación jugaron un importante pa­pel los servicios de inteligencia argentinos, se agrava el peligro de una guerra con Chile, y se hace más necesario que nunca reforzar la lucha de nuestros pueblos por la paz. Para ello hay que organi­zar miles de comisiones de lucha. La Iglesia Católica ha jugado un papel positivo en la lucha por la paz. Pero la garantía para parar la mano de los belicistas, estimulados por las superpotencias, especialmente por la URSS, y la garantía para poder dar vuelta los fu­siles contra las dictaduras de Videla y Pinochet si la guerra estalla, está en que la clase obrera y el campesinado tomen esta lucha en sus manos, y la lleven hasta el fin, dado que serán las masas po­pulares las que padecerán los tremendos sufrimientos que impondría a nuestros países una guerra injusta, fratricida.

La lucha por las libertades democráticas
b) Como una necesidad que le impone su política de hambre, gue­rra y entrega, la dictadura mantiene un régimen fascista, terroris­ta, de represión al pueblo, como no conoció nuestro país en toda su historia.
Últimamente se ha continuado desarrollando, y profundizando, la lucha de las madres y familiares de detenidos-desaparecidos, nucleados en el Movi­mien­to de las Madres de la Plaza de Mayo, exigiendo que la dictadura publique la lista de detenidos-desaparecidos, el lugar en que se encuentran y la ra­zón de su detención, y reafir­mando que “no hay ni habrá para nosotros man­to de olvido”.
Este movimiento ha contado y cuenta con una amplísima soli­daridad internacional, como ha vuelto a manifestarse con el informe de la Comisión de Derechos Humanos de la OEA, cuyas revelaciones han causado verdadera conmoción, pese a que fue “suavizado” por gestiones intensas de la dictadura y sus amigos prorrusos como Orfila. También se ha manifestado el repudio internacional a los crímenes del videlismo con motivo del proyectado viaje de Videla al Perú; con la entrevista concedida por el Papa a las Madres de Plaza de Mayo en Brasil, y el apoyo que dio a su reclamo democrático; con motivo de la visita al país de la Orquesta Sinfónica de París, etc.
Debemos redoblar la lucha para arrancar de las cárceles videlistas a los presos de la dictadura; y redoblar la lucha para que aparezcan con vida los detenidos-desaparecidos y se castigue a los responsables de su secuestro y de las torturas y vejámenes sufridos durante el mismo, se ponga fin a las torturas y secuestros, se le­vante el Estado de Sitio, etc. Siguen siendo válidas las recomenda­ciones que para fortalecer este movimiento hizo el Comité Central en su reunión de enero, especialmente la lucha por ampliarlo por abajo.
La dictadura, presionada por las circunstancias creadas por una situación que “no va más”, que no puede sostenerse más con las mismas formas que en 1976 y los años de terror sangriento, debió convocar a lo que llama “diálogo político”, con la esperanza de ga­nar tiempo, maniobrar, engañar, y distraer a las masas y a las fuerzas democráticas. No lo ha conseguido. Se ha acrecentado el aisla­miento de la dictadura, tanto internacional como nacionalmente, se ha fortalecido la lucha por la democracia –que logró en las últimas semanas obtener nuevas libertades de presos políticos-, y existen condiciones para intensificar esa lucha y obtener nuevos éxitos con ella.

Organizar la lucha contra la entrega a los imperialistas rusos de las obras del Paraná Medio
c) La dictadura videlista sigue adelante con sus planes de en­tregar a la URSS la construcción de las obras del llamado Paraná Medio. De realizarse estas obras, a más de clavar sus garras contro­lando la energía argentina por varias décadas, y de intensificar la labor de sus agentes, la URSS pasará a ser el principal acreedor del país. Se remachará la ligazón de nuestro país al carro de gue­rra ruso con la finalidad de asegurarse un satélite en el Cono Sur o, en el último caso, un aliado, un “neutral” cómplice en caso de guerra mundial.
Debemos organizar un gran movimiento nacional de denuncia de esto y de lucha contra ese proyecto.
Al hacerlo reivindicamos la lucha por la soberanía nacional, contra la entrega de las llaves de la energía nacional al socialimperialismo ruso al que ya se han hecho concesiones importantes en el área energética, tanto hidráulica como en otro tipo de turbinas, en el petróleo (a través de sus testaferros de BRIDAS) y en el carbón, y se le ofrece la participación en el terreno atómico. Y de­fendemos una concepción revolucionaria para el desarrollo y el progreso del país que tiene en cuenta las distintas fuentes alternativas de energía (carbón, uranio, energía hidráulica) para reempla­zar al consumo excesivo de petróleo, concepción revolucionaria que apunta a desarrollar tanto el litoral como el interior, poniendo el centro, actualmente, en los proyectos que tiendan a la des­centralización industrial y agraria, rompiendo el esquema de de­sarrollo en torno a un centro –en torno al Gran Buenos Aires y al Litoral– que “proyecta” su aparente progreso al resto del país. Y en cuanto al Litoral, priorizamos los proyectos del Iberá, la cana­lización del Bermejo no solo como obra del NOA sino también como parte de la Cuenca del Plata, y las soluciones para los bajos inun­dables del norte y centro santafesinos, en vez de priorizar una obra faraónica que servirá para remachar las cadenas de nuestra de­pendencia al imperialismo y cuyas consecuencias sanitarias y ecoló­gicas no han sido previstas. Y ponemos en el centro del debate, en la relación: obras de infraestructura-producción, el problema de la producción; ponemos el centro en modificar las relaciones de produc­ción que hoy traban el desarrollo independiente y autosostenido del país, liquidando la dependencia al imperialismo y realizando una profunda reforma agraria que liquide al latifundio. Preguntamos, por ello: ¿En beneficio de quién se van a realizar esas obras? ¿En beneficio de los terratenientes y la gran burguesía intermediaria, o en beneficio de las masas populares? Si previamente no se modifi­can, revolucionariamente, las relaciones de producción que traban el desarrollo de las fuerzas productivas nacionales, nada cambiará con ellas para las masas trabajadoras del campo y la ciudad, así como nada, o muy poco, cambió para las masas populares de la Patagonia con las obras del Chocón, que ni siquiera han servido para dar­le energía eléctrica a la propia capital de la Provincia de Río Ne­gro y cuyas obras anexas de riego (que propagandísticamente se agi­taron como una de las principales finalidades de la obra) no se han realizado, por lo que sigue predominando en la zona vecina al Cho­cón el control de la tierra por un puñado de latifundios.

La coyuntura política
d) La situación política nacional está condicionada, crecientemente, como señaló Nueva Hora en su número 330, por: “la lava de odio que hierve en las profundidades del pueblo, transformando a éste en un volcán a punto de estallar, porque esa lava ya revienta sus entra­ñas” y el “volcán activo del odio popular (…) volverá, una y otra vez, a arrojar su lava hirviente, revolucionaria, sobre la políti­ca nacional” lo que “se verá cada vez más claro en el futuro”.
Tres grandes batallas, en estos años, deterioraron y agrie­taron el frente dictatorial al derrotar parcialmente sus planes: la lucha obrera que frenó las medidas para formar un ejército de un millón de desocupados, luchas que tuvieron picos como la de Luz y Fuerza, los mecánicos, portuarios, y muchos más, especialmente las luchas heroicas de los ferroviarios en defensa de los ferroca­rriles y su fuente de trabajo, y el paro general del 27 de abril de 1979; la lucha por la paz que, confluyendo con el proceso de masas en Perú y Bolivia, frenó el plan videlista, acordado con el socialimperialismo ruso, de guerra contra Chile; y las movilizaciones que encabezadas por las heroicas Madres de Plaza de Mayo, rodearon del apoyo popular a la visita de la Comisión de Derechos Humanos de la OEA, poniendo en el banquillo de los acusados a la dictadura videlista, sacando a luz sus monstruosos crímenes contra el pueblo.
La tormenta social de odio, protesta y lucha antidictato­rial, que recorre el país, dificulta el trabajo de la quintacolumna prorrusa y prodictatorial, facilitando el aislamiento de la dictadu­ra, y posibilitando la acumulación de fuerzas que cree las condiciones para la contraofensiva obrera y popular.
e) Se ha acentuado el resquebrajamiento del frente dictatorial. La necesidad de designar en septiembre un nuevo presidente agudiza las luchas en el seno de la dictadura. El sector prosoviético de Videla-Viola, asegurado el control de la cúpula del Ejército luego de la derrota del alzamiento del Gral. Menéndez, y los cambios realiza­dos en 1979, precisa: imponer su candidato a presidente (Viola); imponer su línea (la convergencia cívico-militar que puede tener for­mas diversas de concreción); y modificar el actual “esquema de po­der” que coloca el poder supremo en manos de la Junta de Comandan­tes, “esquema de poder” que se correspondía con la unidad del fren­te dictatorial y la correlación de fuerzas de 1976, pero que ya no se corresponde con la situación de lucha aguda en las alturas y la actual correlación de fuerzas en las Fuerzas Armadas. Para resolver simultáneamente esos tres problemas, los prosoviéticos tendrían que dar “un pechazo” fuerte, un verdadero golpe de Estado, como dijimos en el CC de enero. Es cierto también, que pueden avanzar –y prefie­ren avanzar– paso a paso: resolver primero el presidente, manteniendo, en forma actualizada, las alianzas principales que hicieron en 1976; y presionar luego, para resolver las otras dos cuestiones (“esquema de poder” y programa) postergando el “pechazo” en espera de acumular aún más fuerza, especialmente en el movimiento obrero y popular, en donde sufrieron últimamente algunos traspiés, sobre to­do con el desmoronamiento de la CUTA, y contar con una situación re­gional e internacional más favorable.
Si los acontecimientos siguiesen ese rumbo, que parece el más probable, las fuerzas que se oponen al candidato prorruso, al candidato del Ejército –Viola– no tendrían fuerza como para bloque­ar su designación. Al mismo tiempo, los prorrusos tampoco tienen fuerzas, si no dan un “pechazo”, más o menos fuerte, para impedir que Viola sea un presidente condicionado; como dicen sus opositores: con “un paquete bien atado” que incluiría: la obligación de respe­tar las pautas de la Junta e, incluso, su posible condicionamiento con ministros que limiten sus poderes. Todo esto agudiza la lucha “arriba”. Dijimos en enero que, si bien era muy difícil impedir que la Junta designase un nuevo presidente, y que también era difícil impedir que este fuese Viola, era posible deteriorar tanto a la dictadura como a su nuevo presidente, en el camino de ir desgastando, debilitando y resquebrajando aún más el frente dictatorial y a su núcleo hegemónico: el violovidelismo. Así sucedió. La liquidación de la CUTA; la intervención a los bancos que daban apoyo financiero al sector de Viola (el BIR, el Banco de Los Andes y el Banco Oddone) y el desenmascaramiento de la red de intereses que unen a la trenza financiera, militar y política prorrusa, han contribuido a ese deterioro.
Por ahora el plan de los sectores prorrusos por lo que noso­tros podemos conocer, es imponer a la presidencia de Viola, pechar luego, exigiendo: programa de “emergencia” que corrija, gradualmente, los “excesos” de Martínez de Hoz, y elecciones “sin proscripciones” para desembocar en 1984, en elecciones condicionadas, con proscrip­ciones parciales (como en 1958 y 1973), que impongan un candidato cívico-militar de ellos. Si es necesario prepararían una “retirada”, adelantando elecciones condicionadas (como en esencia hicieron en 1973).
f) En esa dirección apuntan las declaraciones de los sectores prosoviéticos de las últimas semanas, como analizó Nueva Hora en su nota política del número 330. Todas ellas piden a la dictadura un programa de emergencia y elecciones sin proscripciones. Es decir: no plante­an el problema del poder (¿quién hace y aplica el programa de emer­gencia y llama a elecciones? ¿La dictadura o un gobierno surgido de su derrocamiento por el pueblo?). Cuando decimos todas las fuerzas prosoviéticas incluimos, desde ya, al P“C”, y también a los Montoneros (en su brazo “neocamporista” y en su brazo terrorista) y al ERP.
Las fuerzas reformistas del peronismo y el radicalismo, llevadas por su línea reformista, también hacen planteos semejantes.

g) Nosotros, en la plataforma que aprobamos en esta misma reu­nión, insistimos en que es necesario resolver previamente el problema del poder, para revertir las consecuencias de la política promo­nopolista y proterrateniente de la dictadura y abrir el camino a la auténtica democracia. La historia ha probado hasta el cansancio en los últimos años en toda Latinoamérica que pensar en otro camino solo lleva, al pueblo, a la larga o a la corta, a derramar más sangre y más lágrimas.
Al mismo tiempo es evidente que todas las fuerzas políticas populares ya dan por agotada esta etapa de la dictadura; y trabajan con los ojos puestos en 1981. Esto tiene de malo que le regalan a la dictadura la facultad de elegir un nuevo tirano por cuatro años más. Y tiene de bueno que nadie se hace ya ilusiones con los cambios que se pueden conseguir con Videla.

h) En el movimiento obrero, frustrada la CUTA, se han plantea­do negociaciones, apoyadas por Lorenzo Miguel, por la unidad sindical. No está claro, en este proyecto: el programa de esa unidad; contra quién se haría; y con quienes en la dirección. Somos partida­rios de la unidad sindical; pero ésta puede ser para apoyar a la dictadura, o para combatirla. Estamos en contra de lo primero y apoya­mos lo segundo. Esa unidad se puede hacer con colaboracionistas co­mo Triacca, Diz Rey, Cavalieri, y otros por el estilo, al frente; con lo que será un instrumento más de sometimiento del movimiento obrero; o se puede hacer con dirigentes combativos, o relativamente combativos, no emporcados con la dictadura, con lo que la unidad puede ayudar al combate antidictatorial. Hasta ahora todas estas gestiones se hacen al margen de las bases obreras, en gestiones por arriba, secretas; y las luchas de los obreros por abajo (en estos momentos por ejemplo: FIAT y RENAULT en Córdoba, ferroviarios de La Fraternidad y los otros gremios ferroviarios, textiles de La Bernalesa, gráficos de Fabril Financiera, petroleros, bancarios, vitivinícolas, portuarios, choferes, etc.) no cuentan con el apoyo concreto de esas direcciones, que discuten, por arriba, la unidad del movimiento obrero. Lo fundamental, lo más importante, ahora, es organizar comisio­nes de lucha que organicen el combate del proletariado, desde abajo allí donde la organización sindical ha sido destruida; y agrupacio­nes clasistas y antidictatoriales que tomen en sus manos la tarea de reorganizar y democratizar los sindicatos y comisiones internas, desde abajo, para la lucha por las reivindicaciones mediatas e inmedia­tas de los trabajadores. Sobre esta base impulsaremos la unidad sindical contra la dictadura, y contra los dirigentes colaboracionistas con ésta, porque sin luchar contra esta quintacolumna es imposible luchar a fondo, verdaderamente, contra el violovidelismo.

i) Como hemos señalado más arriba, el movimiento campesino está combatiendo, con formas diversas, a la dictadura. La oposición a las medidas dictatoriales es general: a más del campesinado pobre y me­dio, últimamente, sectores importantes del campesinado rico han ido expresando su desacuerdo con la política agropecuaria de la dictadu­ra.
Esto se expresará, sin dudas, en el próximo congreso de la Federación Agraria Argentina. Nosotros pugnaremos para que en el mismo encuentren tribuna las opiniones, los reclamos, y las luchas, del campesinado pobre y medio, que pertenece, o está asociado a través de otras organizaciones como la UCIT, a la Federación Agraria. Y trataremos que la Federación Agraria levante un programa y un plan de lucha que tengan en cuenta los intereses del campesinado pobre y medio (especialmente: tierra; precios compensatorios y medidas antimonopolistas; créditos baratos y ayuda para el campesinado pobre y medio de las zonas inundadas o en estado de emergencia; liberación de im­puestos al campesinado trabajador gravando a los terratenientes y monopolios comercializadores; ayuda al movimiento cooperativo agra­rio; etc.) y muy especialmente los intereses de la juventud agraria, corrida del campo por el monopolio de la tierra por los terratenientes (uno de los hechos más destacados de las movilizaciones campe­sinas contra el pago de impuestos abusivos, ha sido la gran partici­pación en ellas de los centros juveniles). También trataremos que ese Congreso se haga eco de las manifestaciones que critican el acuerdo cerealero con la URSS, por un lado porque nos transforman en “cantineros” del ejército que, directa o indirectamente, en Af­ganistán, Cam­boya, Eritrea y otros países, masacra a pueblos her­manos del Tercer Mundo y, por otro lado, porque creemos justa la opinión del presidente de la Federación Agraria, Humberto Volando, cuando afirmó que: “debemos rehuir mantener una excesiva dependen­cia comercial con ese país, no por razones ideológicas sino porque si dependemos excesivamente, la pasaremos muy mal el día que se re­tire del mercado y entonces tengamos que salir a buscar en forma atropellada otros mercados” (La Prensa, 24-6-80).
La situación en el movimiento estudiantil fue discutida en forma particular por el anterior Comité Central. La Federación Universitaria, siguiendo el camino que le trazan gloriosas tradicio­nes de lucha, se pronunció contra la invasión soviética a Afganis­tán y, posteriormente, contra la ley universitaria ultrarreaccionaria, fascista, de la dictadura. Se reactivan en el movimiento estudiantil corrientes de opinión que buscan un camino de organización para los centros estudiantiles. Han mejorado las condiciones para que el movimiento estudiantil pase a una forma superior de lucha contra la dictadura.
Se ha reactivado en forma evidente el movimiento popular. Sería imposible hacer un recuento de las innumerables luchas de comisiones vecinales –de distinto tipo– contra los desalojos en vi­llas de emergencia; contra el pago de cuotas indexadas a precios fabulosos en viviendas populares, con el propósito de lograr el de­salojo de las mismas por los sectores de menores recursos; por la adjudicación de viviendas populares; contra el pago de impuestos arbitrarios (en barrios obreros se ha llegado a no pagarlos en forma masiva como forma de protesta); por la solución de problemas sanitarios y educacionales de distinto tipo, etc; luchas, todas ellas, que van permitiendo reorganizar, y democratizar, esas organizaciones populares. Las mujeres juegan un papel de primera línea en estas or­ganizaciones.
La juventud va buscando también formas apropiadas de orga­nización y lucha: deportivas, culturales, etc. Por debajo de la Ar­gentina oficial –opiada por la propaganda y la “cultura” masificada por la trenza prorrusa que controla lo fundamental de la TV, la ra­dio, el deporte espectáculo, el cine, el folklore y la música popu­lar aprobados por la censura, la literatura tilinga, etc.– existe y crece una Argentina “secreta” u “oculta”, como se ha dicho, en la que tienen un rol importantísimo los jóvenes, cuyas organizaciones han sido perseguidas, furiosamente, por esta dictadura, cuya esen­cia reaccionaria se manifiesta, entre otras cosas, por su odio y su temor al movimiento independiente de la juventud trabajadora y estudiosa.
También se ha generalizado el odio a la dictadura en la in­telectualidad. Uno de los fenómenos más importantes del último pe­ríodo es que intelectuales de renombre, a los que en 1976 halagaba de mil y una forma la dictadura, tratando de buscar su colaboración, hoy se han transformado en opositores públicos a la censura oficial y a la política general de la dictadura, habiendo jugado algunos de ellos un papel importantísimo en relación a la lucha democrática, pacifista y antiimperialista.

j) Todo este descontento, grande y generalizado, se ha expresado en la lluvia de declaraciones políticas que se han publicado en las últimas semanas. Sobre este descontento se montan, para desviarlo, los sectores que en cada partido político tratan de usar a estas organizaciones para apoyatura de este o aquel sector dictatorial. Esto es cierto, pero es preciso no dejar de ver el bosque por observar el árbol.
Se han producido cambios importantes en el peronismo, el radicalismo, y otros partidos populares.
En el peronismo, por un lado, en torno a Bittel, ha coagula­do una corriente liderada por los dirigentes prosoviéticos: Saadi, Unamuno y Vázquez; corriente por la que fluye, en forma visible, el montonerismo –ahora llamado “neocamporismo”–, aunque a poco que se mire se verá que no tiene nada de “neo” y nada de “camporismo”, ya que éste no existió ni existe; es solo el nombre actual del ala política de los Montoneros llamada, hasta hace poco, Partido Auténtico. Esta corriente “neocamporista”, cuyo contacto con la embajada sovié­tica es público, y cuyo prosovietismo es total, cipayo, apoya la candidatura de Viola; y apunta a confluir en un “bloque revolucionario” con el P“C”, partidos que integraron el APR, una parte de la UCR y, desde allí, integrar un frente con el frigerismo, el lanussismo y otros del mismo panal, con vistas a las elecciones –desde ya condi­cionadas– que se harán algún día. En tanto centran el fuego en Martínez de Hoz, chivo emisario de los pecados del violo-videlismo; y “exigen” elecciones sin proscripciones. Aceptan, los Montoneros transfigurados en “neocamporistas”, el liderazgo de Isabel, en tanto y en cuanto esta no se les oponga; y, como quien dice, por las du­das, han canonizado a Cámpora, y lo han elevado al rango de líder máximo junto a Isabel. La posición de Bittel en todo este juego es confusa. Porque el acople del montonerismo –vía Saadi-Unamuno-Vázquez– con Bittel, ha creado una base de apoyo serio para los planes de Viola y el sector prosoviético; especialmente si ese acople pu­diese llegar a articularse con una central obrera afín.
Frente a esto, diversos sectores “verticalistas” han intensificado la defensa de las posiciones ortodoxas del peronismo, posiciones de carácter tercermundista, y la defensa de Isabel Perón como jefa del movimiento y el partido peronistas, al tiempo que golpean centralmente al violo-videlismo y a su apéndice en el peronismo: el “neocamporismo”.
También sectores “verticalistas”, y “no verticalistas”, en el sector político y en el sindical, se han ido agrupando en una co­rriente que enfrenta la línea del sector prosoviético de la dictadu­ra y de su quintacolumna en el movimiento obrero y popular, al tiem­po que anuda lazos con sectores de las Fuer­zas Armadas que están en una posición similar.
Todo esto es confuso y contradictorio, porque a las contra­dicciones propias del movimiento peronista se suma que el frigerismo prosoviético embosca sus hombres en todas las corrientes, y busca las formas para trabajar, desde adentro, en todas ellas.
En general se puede afirmar que han mejorado las condiciones para el trabajo unitario de nuestro Partido con los peronistas, por arriba y por abajo, lo que es una de las garantías para un combate exitoso contra la dictadura.
En el radicalismo una corriente interna prosoviética levanta, más o menos abiertamente, la línea de convergencia cívico-militar, y agitando la consigna de lucha contra el sector “elitista” y “gorila” de la dictadura, busca contactos con el sector prosoviético del pe­ronismo, en procura de conformar, en forma más o menos abierta, el “bloque revolucionario” al que hicimos referencia. Esta corriente busca incidir en torno a Balbín; y procura asegurarse un sucesor de éste potable para sus planes, sin dejar de plantearse, de ser necesario, la ruptura de la UCR, como ya sucedió en 1957, para fortalecer la posible candidatura electoral de la “convergencia”, y debilitar al radicalismo como posible fuerza opositora a la misma.
Se va fortaleciendo, paulatinamente, en la UCR, una co­rriente antiimperialista, democrática, que apunta su fuego contra las dos superpotencias y criticó la invasión rusa a Afganistán; esta corriente recluta a sus partidarios por encima de las divisiones tradicionales de la UCR (balbinistas, alfonsinistas, UCR de Córdoba, corrientes tradicionales de la UCR de la Capital Federal, etc.).
La dirección de la UCR, encabezada por Balbín, aceptó par­ticipar en el diálogo convocado por la dictadura, y sostiene una línea de oposición tibia a ésta, sin aceptar la propuesta de con­vergencia cívico-militar del sector violo-videlista, y dificultan­do sus proyectos.
El FIP, el PSP (secretaría Estévez Boero), dirigentes demócrataprogresistas y socialistas de la Confederación Socialista, han tomado posiciones antiimperialistas con motivo de la invasión rusa a Afganistán, en defensa de la paz con Chile, de denuncia del terror fascista, etc. Esto vitaliza, desde diferentes afluentes, la lucha antidictatorial.
En el P“C” prosoviético se han agravado las contradiccio­nes entre la camarilla dirigente del mismo, entregada de cuerpo y alma a Moscú, sensible al máximo a las indicaciones del bastón de mando de Brezhnev, y numerosos cuadros y parte de la base del partido que se mantienen fieles a los ideales comunistas y están some­tidos a la presión de las masas. Esas contradicciones se manifes­taron con motivo de una reciente ruptura de muchos afiliados con la FJC (se habla del alejamiento de más de ciento cincuenta mili­tantes) descontentos con el apoyo de la dirección del P“C” a la invasión rusa a Afga­nistán, y con el alejamiento de muchos mili­tantes, incluso cuadros nacionales de dirección, del P“C” y las organizaciones de masa que éste dirige. A la muerte de Arnedo Álvarez se evidenció una lucha aguda por la dirección. Nosotros debe­mos sostener una crítica dura, sin piedad, a la línea quinta­co­lu­m­­nista del P“C”, unida a un trato considerado a los militantes de base y cuadros del mismo, buscando todas las formas posibles para que nuestros argumentos lleguen a los afiliados y amigos del P“C”.

V. El camino de victoria para el pueblo

a) Como dijimos, a las pocas horas de instalada la dictadura, en nuestra Declaración del 27 de marzo de 1976, a partir de la unidad amplia contra la misma se abren –para la lucha antidictatorial– dos caminos: uno, el de las maniobras y reformas por arriba, en el apoyo a los “blandos” contra los “duros”, a los “democráticos” contra los “fascistas”, utilizando a “las luchas populares como apoyaturas para esas maniobras”; el otro, es el de practicar una política amplia antidictatorial, uniendo todo lo unible contra la dictadura, golpeando a su sector hegemónico junto con todos los que lo golpeen, pero esforzándose por unir a las fuerzas populares sobre la base de la unidad de la clase obrera y la alianza obrero-campesina, para luchar por un programa y un camino antidictatorial, revolucionarios. El primer camino está trillado por años de fraca­sos. En nuestro país y en toda Latinoamérica. El único camino de triunfo para la lucha antidictatorial es el camino revolucionario, basado en la alianza obrero-campesina y la unidad popular.
Por eso la plataforma que aprobamos en esta reunión plan­tea el problema del poder como previo a la posible realización de un programa de emergencia que revierta los resultados de la política económica de la dictadura, que ataque sus raíces en la dependencia y el latifundio; y como una exigencia previa a la realización de elecciones democráticas, ya que es un absurdo total pedirle es­to a la cúpula de las Fuerzas Armadas que aplicó el plan de Martí­nez de Hoz, asesinó a más de veinte mil argentinos, torturó a de­cenas de miles, llenó el país de campos de concentración, y prácticó una represión salvaje, asesina, llena de odio furioso contra el pueblo.

b) En ese camino, tal cual lo planteó el Comité Central en su reunión de enero de 1979, en su formulación programática de luchar por un movimiento revolucionario integral, aprovecharemos todo lo utilizable para desgastar a la dictadura e intensificar la lucha popular contra ella; estimularemos la unidad de todas las fuerzas que se oponen al enemigo principal representado por la trenza prosoviética del violo-videlismo; golpeando juntos con todos los que golpeen a este enemigo principal que es –simultáneamente– expre­sión nacional del enemigo principal de la clase obrera y los pue­blos del mundo: el so­cial-­imperialismo soviético; aprovecharemos y procuraremos que lo hagan las fuerzas populares, todo golpe y con­tragolpe de Estado, toda crisis en “las alturas” y toda apertura o tribuna legal para estimular los procesos que permiten la movilización democrática de las masas.

c) Afirmando nuestra perspectiva programática, y atendiendo a los cambios importantes, favorables, que se han producido en la situación política nacional, reafirmamos el carácter defensivo de la actual etapa para el movimiento obrero y popular. Esta etapa requiere utilizar las formas de acumulación política, sobre la base de un trabajo clandestino y secreto que no olvide que la táctica de ofensiva, en un momento de defensiva, aísla a las organizaciones del Partido de las masas, las descubre a la reacción, y hace que “los peces queden fuera del agua”.

d) El trabajo de masas en las grandes empresas y en el campo, últimamente, demuestra que hay un sectarismo fuerte en muchos afi­liados al Partido, que no comprenden bien los cambios favorables que se han producido en las masas. Esto se ha evidenciado en el trabajo para constituir agrupaciones sindicales clasistas y anti­dictatoriales, y también en la Campaña Financiera que acabamos de realizar en forma muy exitosa en cuanto al dinero recogido, ya que de un plan nacional de 300 millones de pesos realizamos cerca de 400 millones, pero con un número de aportes bajos en relación a las posibilidades, como lo demostró el caso de compañeros que sin abandonar las reglas de clandestinidad consiguieron gran cantidad de ellos, como reflejo de la simpatía por la línea y la lucha del Partido en sectores considerables de la clase obrera y el pueblo. Numerosos dirigentes populares –peronistas, radicales y de otros partidos– aportaron a nuestra campaña.

e) Como se ha dicho: hay una Argentina “secreta”; es la de la mayoría de la clase obrera y el pueblo en donde ha incubado un odio formidable a la dictadura. Nuestro rol de vanguardia está en ayudar a organizar ese odio para el combate antidictatorial. Aún la principal desviación en el Partido, el principal peligro, es la conciliación con la dictadura. A partir de decidirse a combatirla se pueden encontrar las formas adecuadas para hacerlo.