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08 de diciembre de 2014

“La vida y la muerte de Enrique son nuestro ejemplo”

Jacinto Roldán: Miembro del Comité Central del PCR. Secretario político de La Plata, Berisso y Ensenada durante el período de la lucha antigolpista.

“En primer lugar, saludo a todos los presentes, en particular a todas las autoridades y personalidades que nos acompañan, a las compañeras y compañeros, a los camaradas que de distintos lugares del Gran Buenos Aires, de la Capital y de La Plata, vienen a compartir este homenaje del 40 aniversario del vil asesinato del querido camarada Enrique Rusconi.

“En primer lugar, saludo a todos los presentes, en particular a todas las autoridades y personalidades que nos acompañan, a las compañeras y compañeros, a los camaradas que de distintos lugares del Gran Buenos Aires, de la Capital y de La Plata, vienen a compartir este homenaje del 40 aniversario del vil asesinato del querido camarada Enrique Rusconi.

Acá, Martín y Ana han dicho una parte importante de lo que fue su vida; la vida de un comunista revolucionario, que murió como vivió, y que, como acá se dijo, no lo pudieron barrer, no nos pudieron aislar y no nos pudieron separar de las masas; en este caso, en Berisso, Ensenada y La Plata, en particular, del frigorífico Swift, que por ese entonces estaba abierto. En ese frigorífico, que cuando nosotros íbamos a construir una fuerza adentro, nos recibían en la puerta de la casa, con el asesinato de Enrique y la respuesta del Partido, los obreros, los compañeros, nos abrieron las puertas, fuimos a las cocinas de sus casas a tomar mate y nos abrieron el corazón. Por eso pudimos construir una fuerza importante en esa cuna del proletariado donde, como contaba Enrique –que había entrado a trabajar en el frigorífico-, cuando yo llegué a La Plata en el año 72, él salía de su última detención en la dictadura de Lanusse, entonces, yo le preguntaba cómo era esa relación con los obreros del frigorífico, él que había estado trabajando adentro, para poder escuchar. Y él no contaba, hasta que tuvimos confianza y con vergüenza me confesó que él entró la frigorífico pensando que en tres meses iba a dirigir y que se encontró con una realidad, que lo principal era lo que teníamos que aprender. Y tenía razón porque el PCR de aquí, de La Plata, con las obreras y obreros del frigorífico, aprendimos a crecer y aprendimos a fusionar el comunismo revolucionario con ese destacamento tan importante del proletariado de acá de la zona.

Anécdotas hay muchas. Anécdotas distintas. Efectivamente, como dijo Ana, Enrique Rusconi era un hombre alegre que transitaba el camino de la lucha con alegría y con el optimismo de quien decía que más tarde o más temprano íbamos a triunfar.

Ahora se van a cumplir cuarenta años del asesinato, yo simplemente voy a reseñar lo que me parece que son cosas importantes, que tienen relación más con el pasado, con lo que viene para la Argentina y lo que vamos a vivir.

 

Fue un militante consecuente en la lucha por el comunismo

Enrique a los 14 años se incorpora a la Federación Juvenil Comunista. Y desde ese momento hasta su asesinato fue un militante consecuente en la lucha por el comunismo; en la lucha por terminar con la explotación del hombre por el hombre.

Enrique fue miembro fundador del Partido Comunista Revolucionario en la ruptura con la dirección revisionista del Partido “Comunista” que había traicionado al marxismo-leninismo, que había injuriado al Che Guevara, y fue cómplice de las fuerzas que lo abandonaron en Bolivia. Aunque hoy se rasguen las vestiduras y alaben al Che, la verdad histórica es esa.

Enrique fue protagonista destacado en las luchas estudiantiles y populares contra la dictadura de Onganía. Pero no sólo contra la dictadura de Onganía, también contra la dictadura de Levingston y Lanusse. Sufrió cárcel y persecución. Por eso decía, la última salida de la cárcel de Enrique fue en mayo del 72.

Defendió la posición antigolpista de nuestro Partido ante las masas.

 

Un joven alegre que contagiaba con su entusiasmo y pasión en la lucha

Era un hombre de carne y hueso. Un joven alegre, que contagiaba con su entusiasmo y su pasión en la lucha. Un hombre de carne y hueso que había decidido poner su vida al servicio de la revolución.

Su vida y su muerte son ejemplo. Somos mortales y cuando se lucha siempre hay sacrificios. Pero hay un momento en la vida de los hombres en que un revolucionario queda solo ante el enemigo, queda solo ante la muerte, y también decide. Y Enrique decidió.

Enrique en ese final, ante las Itakas de sus asesinos, convencido que era por la posición antigolpista de su Partido, los enfrentó y los denunció.

Por eso este homenaje a un camarada, un hombre, que en el momento decisivo hizo lo que tenía que hacer. El heroísmo de Enrique es ejemplo de conducta proletaria. Ejemplo de fidelidad a su clase y a su partido.

Por eso, en este homenaje quiero empezar diciendo que el legado de Enrique Rusconi para las viejas y nuevas generaciones es la reafirmación de que vale la pena la lucha por la revolución. Ese es su legado.

El 24 de marzo de 1976 se impuso en Argentina la dictadura más fascista y sangrienta que conociera nuestro pueblo. Miles de muertos, 30 mil desaparecidos, presos torturados, niños usurpados. Esta revancha impresionante de los que dieron el golpe fue todo puesto al servicio de una política de hambre y entrega nacional. La magnitud de tanto terror para terminar con la oleada de luchas que recorrían la Argentina, me parece, opinamos y opino que reafirma la justeza de la lucha antigolpista.

La discusión ha sido y sigue siendo esa, quién tuvo razón, los que enfrentamos el golpe de estado o los que pensaban, hacían y decían que cualquier cosa era mejor que Isabel Perón. Porque claro, después del 24 de marzo, la contradicción cambió, pero antes del 24 de marzo, en ese período corto que va hasta la concreción del golpe, la contradicción y el debate, la lucha y la política pasaban por aquí. Los que decíamos que no había nada peor que el golpe de Estado y los que no había peor que Isabel hablando desde el campo popular. Y me parece que los hechos demostraron que lo más conveniente para las enseñanzas para el futuro es unirnos para luchar contra los golpes de Estado en Argentina y en América Latina.

Han pasado cuarenta años. Algunos tuvimos la suerte de seguir con vida pero era otra la situación en el mundo, porque nosotros nacimos a la política en otra situación. Estaba el triunfo de la Revolución Cubana que sacudía América Latina, estaba el Mayo Francés, la derrota yanqui en Vietnam, la Revolución Cultural Proletaria en China, que era poco conocida en América Latina pero existía.

Y en la Argentina el Cordobazo y demás puebladas abrían un impresionante auge de luchas obreras y populares que entre 1969 y 1976 conmovieron los cimientos de este estado actual, de este podrido estado oligárquico imperialista. Estado que seguimos padeciendo.

Quiero decir que por esos años, en la década del 60, el triunfo de la Revolución Cubana tiró por la borda la teoría de que en el patio trasero del imperialismo yanqui era imposible la revolución.

En ese marco, y con el ejemplo del Che Guevara, creció en la Argentina una corriente grande de izquierda revolucionaria. Miles de jóvenes que como Enrique, estábamos dispuestos a dar la vida.

Era una corriente grande, heterogénea. Todos éramos revolucionarios y antiyankis. Golpeábamos a los mismos enemigos.

La idea que predominaba en esa izquierda era que la revolución la hacían los revolucionarios para las masas. La necesidad del protagonismo de las masas y el papel del partido de vanguardia estaban cuestionadas.

El triunfo de la Revolución China en el país más poblado de la tierra no se conocía, y a Mao Tse Tung se lo consideraban una mala palabra. O en todo caso, un campesino cuya teoría servía para un pueblo atrasado, para un campesinado atrasado como el chino.

Las direcciones de los Partidos Comunistas de América Latina, como señala Otto Vargas en su libro El marxismo y la revolución Argentina, nunca discutieron, ni impulsaron, las enseñanzas de la revolución China y negaron los aportes de Mao Tse Tung al desarrollo del marxismo-leninismo por una visión eurocentrista que retrasó el avance de la lucha liberadora en América Latina. Grandes temas: cómo unir el movimiento obrero de los grandes centros de concentración con esa inmensa masa de campesinos sin tierra, en su mayoría originarios.

Tampoco supieron ni pudieron abordar que en los países que sufren la opresión imperialista hay dos tipos de burguesía. La que políticamente resiste el dominio del imperialismo, la burguesía nacional, que en la Argentina encarnaron Perón e Isabel Perón. Y la burguesía intermediaria, que es aquella que se subordina al imperialismo, como lo hace hoy el gobierno kirchnerista.

En la década del 70 Enrique fue un gran impulsor de la experiencia de la Revolución China y de los aportes de Mao Tse Tung. Recuerdo que en 1974, a la vuelta de una delegación de nuestro Partido en China, Enrique preparó charlas y actos para difundir el maoísmo.

Por aquellos tiempos dos superpotencias imperialistas se disputaban el mundo. Los yanquis y la Unión Soviética. Era un mundo bipolar. Esa disputa se daba a nivel mundial, y también en la Argentina.

El tema, compañeras y compañeros, sobre todos los jóvenes, no era sencillo de ver en esos momentos. El imperialismo yanki era un enemigo conocido y odiado por los pueblos, eso estaba claro. Pero lo que no estaba claro era que en la Unión Soviética se había restaurado el capitalismo y se había convertido en una potencia imperialista. Generaciones de comunistas tenían como punto de referencia la patria de Lenin y Stalin, donde por primera vez la clase obrera había construido el socialismo.

 

Enrique denunció el golpe pro-ruso

La categoría de socialimperialismo la planteó Mao Tsetung en 1964 cuando dijo que la Unión Soviética se había transformado en un país imperialista de tipo fascista. Nosotros, modestamente, lo precisamos años después. Y sobre la base de esa categoría marxista-leninista pudimos investigar e ir comprendiendo de qué manera el socialimperialismo ruso trabajaba en la Argentina, y cómo iban agrupando fuerzas para el golpe de Estado. Nosotros luchábamos y tratábamos de entender.

Cuando asume el General Lanusse, que no era un hombre de los yanquis, muchos con los que estábamos juntos enfrentando la dictadura de Onganía, de repente pasaron a decir “bueno ahora hay que esperar” y frenaban las luchas. Eso nos causó una gran sorpresa. ¿Que se podía esperar de ese General gorila, asesino del pueblo con la Revolución Libertadora de 1955?

En realidad lo que había cambiado era que Onganía y Levingston eran proyankis y Lanusse era prosoviético. Había cambiado el bastón de mando de las clases dominantes.

Aunque esto no lo teníamos claro, Enrique resumió nuestra posición en una consigna que causó mucha discusión con otras fuerzas, incluso en el propio Partido. Porque Enrique, como era él, salió al ruedo diciendo: “Lanusse y Onganía, la misma porquería”, y se armó la gran discusión en el movimiento estudiantil, porque efectivamente había un sector importante que pesaba en el movimiento estudiantil que decía que había que esperar. La teoría, por ejemplo, del Partido Comunista era que el mal menor eran los rusos.

Parece que Enrique tenía razón porque la dictadura de Lanusse lo metió preso. Allí comparte cárcel con otro camarada que luego fuera también mártir de la lucha antigolpista, el camarada Daniel Winer asesinado en Buenos Aires el 29 de noviembre de 1974.

Nosotros pasamos a afirmar que la Unión Soviética era imperialista y actuaba como tal en América Latina y en Argentina. Y pasamos a denunciar la profundidad de las raíces económicas, políticas y militares del nuevo imperialismo en nuestro país.

En la Argentina fue doloroso porque el abnegado trabajo político realizado por el PC durante décadas pasó a ser puesto por esa dirección revisionista al servicio de esta nueva superpotencia.

La caracterización de la Unión Soviética como imperialista es la verdadera razón de la división de la izquierda. La mayoría de la izquierda consideraba que la Unión Soviética era un aliado de los pueblos. Hay ejemplos, múltiples pero voy a dar uno: en el periódico El Descamisado de los Montoneros, en una de sus tapas, con título grande decía “La Unión Soviética amiga de los pueblos”.

En mayo de 1973 asumió Cámpora como presidente. Y el ministro de Economía del gobierno de Cámpora y después Perón, era Gelbard, que en mayo de 1974 fue condecorado en Moscú por sus grandes méritos para la causa de la Unión Soviética, porque firmó acuerdos que nos ataron a ese imperialismo durante muchos años. Convenios luego refrendados por Martínez de Hoz durante la dictadura.

Además, en las Fuerzas Armadas estaba como comandante en jefe del Ejército el general Carcagno, de la trenza de Lanusse.

Así que cuando Perón pasa a ser presidente debió asumir un gobierno que heredó del lanussismo y del camporismo, y pasó a disputarles la hegemonía.

En las elecciones de 1973, Perón ganó por más del 70% de los votos. Asesinaron a Rucci, que era el hombre de Perón en la CGT. Y cuando Perón quiere reemplazar a Carcagno éste organizó con los Montoneros un desfile conjunto que se llamó "Operativo Dorrego". Donde compartieron el palco Carcagno, Harguindeguy -que después con la dictadura fue ministro del Interior- Bussi (conocido genocida gobernador de Tucumán) y otros militares, junto con los dirigentes montoneros Firmenich, Dante Gullo, Galimberti, y muchos que hoy están en el gobierno.

Si las fuerzas pro-rusas tenían tal nivel de penetración en la dirección del Estado, si Gelbard era el ministro de economía, es porque se asociaron a lo principal de las clases dominantes argentinas, terratenientes y oligarcas, la burguesía intermediaria, que veían en esa nueva potencia imperialista, la Unión Soviética, el carro al que debían atar nuestro destino para salvarse ellos.

 Así como hoy esas mismas clases dominantes, la rosca sojera, petrolera, minera, etc. se quieren salvar entregando nuestro patrimonio a esa nueva potencia en ascenso que es la China imperialista. Porque ese es el rumbo al que nos somete este gobierno de Cristina Kirchner. Y hay una oposición que cuestiona sus desprolijidades pero a la hora de la verdad acuerda con ese rumbo. Por lo tanto, este es un momento en el que vale recorrer la historia para ver qué cosas son similares y las que son diferentes.

A partir de la muerte de Perón, el 1° de julio de 1974, la situación política se precipitó.

Asumió Isabel Perón. Y nosotros, desde el Comité Central de nuestro Partido caracterizamos a ese gobierno débil y heterogéneo, reformista, que practicaba una política internacional tercermundista; un gobierno de burguesía nacional que tenía sectores profundamente reaccionarios en su seno como el de López Rega, Ottalagano, Ivanisevich, estos eran conocidos y denunciados como reaccionarios. De lo que no se hablaba, ni se habla, es del sector prosoviético que estaba enquistado en el Estado y el gobierno.

El Comité Central noviembre de 1974 definió que el gobierno de Isabel Perón no era el enemigo principal a golpear.

Isabel Perón, como presidenta después de la muerte de Peron plantea anular los contratos de Aluar, que le daban el monopolio del aluminio a los rusos, y toma la decisión de no comprar la Italo.

Gelbard, que era el que empujaba esos negociados, sale del gobierno y empieza la cuenta regresiva del golpe.

Las clases dominantes, los imperialistas tanto rusos como yanquis, decidieron que había llegado el momento de cerrar a sangre y fuego ese vendaval de luchas obreras y populares que se había abierto con el Cordobazo. Acabar con los “soviet de fábrica” clamaba el diario La Prensa refiriéndose a los cuerpos de delegados. La decisión por parte de ellos estaba tomada.

 

Ubicamos la batalla antigolpista como parte de la lucha antiimperialista

Frente a eso había dos opciones. Ser furgón de cola de los golpistas proimperialistas o tener una política para que el proletariado pueda encabezar la lucha contra el golpe.

El Comité Central en noviembre de 1974 se pronuncia contra todo golpe de estado. Nuestra consigna fue: “No a otro ‘55, junto al pueblo peronista, contra el golpe prorruso o proyanqui para avanzar en el camino de la revolución”.

Ubicamos la batalla antigolpista como parte de la lucha antiimperialista que tenía como enemigos a las dos superpotencias y sus personeros, oligarcas, testaferros, acá en la Argentina.

Hubo centenares de compañeros y compañeras de todo el país que se volcaron a las masas con nuestra posición.

El Comité del PCR de La Plata llevó con todo esa posición a las masas de la zona. Enrique lo planteó en una asamblea de trabajadores no docentes de la Universidad.

Por eso decimos que frente a la denuncia, frente a la decisión del Comité Central, frente a la denuncia que llegó a las masas, vino la respuesta de los golpistas. El 29 de Noviembre es asesinado en la Capital Daniel Winer por un desconocido grupo “Mazorca” que nunca más volvió a aparecer, y pocos días después, el 7 de diciembre, asesinan a Enrique Rusconi en el barrio de Tolosa.

Como dijo Martín, como dijo Ana, como a lo largo de los cuarenta años de su asesinato, hemos denunciado todos los años su asesinato, inclusive en la época de la dictadura. Salvo dos.

Estos dos asesinatos, por lo que conocemos, fueron decididos en el más alto nivel. Ambos eran conocidos militantes del PCR, tanto Winer como Enrique, habían sido presos políticos, justamente en la dictadura de Lanusse. El objetivo de la inteligencia golpista era demostrar que mientras el Comité Central del PCR definía la posición antigolpista, el gobierno peronista, y por supuesto no ellos, era el que mataba a nuestros camaradas.

Cuando decimos que todo esto fue decidido en el más alto nivel hablamos de la inteligencia del ejército.

 El 601 de Inteligencia del Ejército fue una cueva de los militares golpistas pro-rusos. Quiénes fueron sus jefes nunca salió a la luz, nunca fueron juzgados. Nunca se abrieron sus archivos. Es de esa cueva violo-videlista que salió este represor fascista del general Milani que hoy dirige la inteligencia del kirchnerismo-

Como acabamos de plantear en la reapertura de la causa de Enrique, esos grupos de inteligencia dirigidos en La Plata personalmente por personajes como el entonces teniente Coronel López Osornio fueron los responsables directos de su asesinato; política a la que prestaba sus servicios el entonces gobernador de la provincia Victorio Calabró.

Con los asesinatos pretendían desviar la línea, acallar la posición antigolpista, sacarnos del medio y aislarnos de las masas.

La actitud heroica de Enrique frente a sus asesinos y la respuesta del Comité del PCR de La Plata que llevó su denuncia por miles a las masas obreras, campesinas, estudiantiles y populares, con solicitadas en los diarios denunciando a los golpistas, desbarató esa maniobra. Y no es pequeña cosa.

El 24 de marzo de 1976 con Videla , Viola, Massera y Agosti irrumpió una dictadura fascista que era defendida por la Unión Soviética en los foros internacionales.

Es decir, compañeros, lo que esconden y no quiere que salga a la luz es que no solo la Unión Soviética ya hacía años que no era amiga de los pueblos, si no que fue la que sostuvo a los generales Videla y Viola que bañaron de sangre nuestra patria.

Se oculta desde el kirchnerismo y desde la dirección del falso Partido Comunista, y se quiere demostrar que la dictadura fue continuidad del gobierno peronista.

Así quieren lavar las culpas de aquellos que jugaron activamente para el golpe y después apoyaron a Videla, como lo hizo la dirección del falso Partido Comunista, que apoyó a la dictadura y hoy ocupa puestos claves en el gobierno kirchnerista.

Quieren tergiversar la historia, porque como dijera Alberdi “la falsa historia es la base de la falsa política”. Porque como comunistas revolucionarios, nuestra diferencia con Perón e Isabel Perón es que no fueron a fondo con los enemigos del pueblo y de la patria.

 

El gobierno refuerza su alianza estratégica con China y Rusia

Pero no es lo mismo no ir a fondo contra el imperialismo y los terratenientes que colaborar con los enemigos de la patria y ser cómplices de la entrega y el sometimiento nacional.

Hoy tenemos un gobierno que refuerza su alianza estratégica con China y también con Rusia; entrega nuestro petróleo, nuestras riquezas minerales, ajusta al pueblo para pagar una deuda ilegítima y fraudulenta, acepta bases extranjeras como la de los chinos en Neuquén. Con todos los años que tengo, no me acuerdo de nada igual. Hubo un intento en el Chaco de una base yanqui y la rebelión lo impidió.

Subordinan nuestro agro a la rosca sojera dejando miles de campesinos sin tierra, y para esa política hacen crecer la represión con personajes manchados con sangre como el general Milani y el coronel Berni.

Se enmascaran con frases de izquierda citando a Jauretche. Pero ocultan que Jauretche decía que “no se trata de cambiar de collar si no de dejar de ser perro”. Y el gobierno kirchnerista hoy forcejea con los yanquis no para dejar de ser perro, sino para ponernos el collar de los imperialistas chinos y rusos que avanzan en nuestro país.

Hoy en este mundo multipolar, donde crece la disputa interimperialista, nosotros, como en la lucha antigolpista, volvemos a levantar con fuerza la consigna “Ni amo nuevo, ni amo viejo”, tomando el ejemplo de nuestros próceres.

Los enemigos de la clase obrera y el pueblo argentino tienen que tener en cuenta que la historia nos marca una dirección. Para finalizar quiero decir que los enemigos de la clase obera y el pueblo argentino jamás nos perdonaron nuestra línea antigolpista. Como tampoco nos perdonan que por esa línea no hayan podido hacer de nosotros una pieza de un tablero que se maneja desde las capitales de los imperios.

Haber enfrentado el golpe es una página gloriosa del PCR que unió definitivamente su destino al de las grandes masas obreras y populares de la Argentina. Las clases dominantes quieren construir su “relato histórico”, no vamos a permitir que la memoria de los camaradas que dieron su vida en semejante gesta sea manchada por los perritos falderos de Cristina Kirchner y Milani.

Por eso defendemos con orgullo el legado de Enrique Rusconi. Afirmamos que la lucha por la revolución por la que el dio su vida vale la pena. Que no hay objetivo más elevado para un ser humano que luchar por el comunismo.

Y honramos su memoria continuando la lucha por la que dio su vida, él y todos nuestros mártires

Nuestros mártires queridos, nuestros muertos, todos ellos son nuestra bandera.

¡Viva Enrique Rusconi y nuestros mártires queridos! ¡Viva la historia de lucha de la clase obrera y el pueblo argentino! ¡Viva el Partido Comunista Revolucionario! ¡Viva la lucha por la liberación nacional y social de nuestra querida patria! ¡Viva la lucha por el comunismo!