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29 de abril de 2019

La Villa 31 de Retiro pide justicia por Liliana

El 16 de abril se cumplió un mes del femicidio de Liliana González: las mujeres decimos basta y emergencia ya!

Liliana González tenía 37 años, era madre de tres hijos, vivía en la Villa 31 en Retiro, Capital Federal. Sí, vivía allí, donde las mujeres, hombres y niñes son olvidados por las políticas públicas, pero recordados a la hora de hacer números y ganancias electorales. Vivían junto al femicida. Porque los femicidas no lo son hasta que se convierten en tales, para la justicia. Pero para Liliana, sus hijos y su familia, ella vivía una pesadilla diaria entre el ocultamiento y la denuncia. “Anoche me desperté porque él me estaba asfixiando”. Podemos intentar reconstruir el horror de años de sometimiento, amenazas y violencia física, pero sólo ella y sus hijos saben por lo que han tenido que pasar.

¿Dónde están los que nos gobiernan? ¿Por qué las mujeres vivimos y convivimos con la violencia, con el riesgo a perder nuestras vidas, nuestra casa, nuestros hijes? Vivimos con la imposición de vivir de acuerdo a mandatos que requieren de nuestro cuerpo, de nuestro aliento. Encima, las mujeres más pobres son sometidas al silencio y la complicidad, al hambre y la injusticia. Ellas y sus familias, saben lo que hay que luchar para ser escuchadas, para lograr tener un abogado que las represente, para hacer una denuncia sin ser burladas, para que sus hijes reciban protección y cuidados.

Silencio y complicidad ¿De quién? Liliana, tiempo atrás intentó huir a Paraguay junto a sus hijos, con su familia, hasta allí la buscó. Su femicida, Waldo Servian Riquelme, está prófugo. No sólo se apoderó de su vida, sino también intentó despojarla de su ser. La descuartizó y peló su cabeza. Al horror del femicidio, el horror del ensañamiento, el desprecio y la humillación. Liliana ya no era más ella. Un ADN debería otorgarle su identidad. ¿Hasta cuándo? Sus hijos, su madre y hermanos la extrañan y necesitan…

¿Cómo elaborar esta pérdida? Cuando la violencia arrasa con todo, nos encontramos en la calle luchando. El barrio de Retiro dijo basta y salió a las calles. Imágenes de Liliana se multiplicaron bajo la consigna de justicia y declaración de emergencia hacia las mujeres, Ya!!  La angustia y la incertidumbre que provocó el conocimiento del femicidio de Liliana puso en alerta a cientos de mujeres que unidas encontraron la fuerza para pedir justica y captura del femicida. Sabemos que es un camino largo, y que a la justicia se le suele correr la venda, por lo que no es lo mismo ser pobre que no serlo para muchos jueces, fiscales y abogados. Pero su voz será escuchada en la multiplicidad de voces que se alcen pidiendo por Liliana, y por las miles que ya no están, sino en nuestra memoria, acción y corazón.

Corresponsal