Tratando de evitar que los desequilibrios macroeconómicos le estallen antes de diciembre (si las demás cosas siguen igual dicen los economistas, aunque nadie puede garantizarlo), el gobierno kirchnerista sigue acumulando déficits en distintos sectores que constituyen verdaderas “bombas de tiempo” económico-financieras. En particular con la “bicicleta financiera” y la “tablita cambiaria”.
Tratando de evitar que los desequilibrios macroeconómicos le estallen antes de diciembre (si las demás cosas siguen igual dicen los economistas, aunque nadie puede garantizarlo), el gobierno kirchnerista sigue acumulando déficits en distintos sectores que constituyen verdaderas “bombas de tiempo” económico-financieras. En particular con la “bicicleta financiera” y la “tablita cambiaria”.
Al ya ingobernable déficit fiscal acrecentado por la corrupción, que se cubre con creciente emisión de pesos, se suma también una ingobernable presión inflacionaria, que presiona a su vez sobre el precio del dólar. Para aliviar estas presiones el gobierno recurre al endeudamiento del Banco Central pagando tasas de interés que rondan el 30% anual, para absorber parte de esos pesos (Ver: “El montaje de una bomba financiera”, hoy número 1558). A la vez, para que la “bicicleta financiera” funcione, “administra” (con restricciones a las importaciones y a la venta en general de dólares) el precio del dólar, devaluándolo lentamente a una tasa inferior a la que pagan los bancos por los depósitos a plazo fijo, en una especie de “tablita cambiaria”. Además el gobierno recurre a bonos atados al dólar, con lo que también da al sector financiero un seguro de cambio, que es una “bomba de tiempo”.
Ya de por sí el acrecentado déficit fiscal y la acrecentada emisión de pesos, al que se le suma el creciente déficit del Banco Central –llamado por ello déficit cuasi fiscal, para sostener la “bicicleta financiera”–, son dos “bombas de tiempo”. A las que se suman los crecientes desequilibrios de las cuentas externas, con caída en las exportaciones que superan a las restricciones en las importaciones, por más maquillaje de las cifras que haga el gobierno (ver Más mentiras del Indek), agrandando las “bombas de tiempo” que implican el “dólar administrado” y la “tablita cambiaria”.
La “bicicleta financiera” y las restricciones a las importaciones le han permitido al gobierno mitigar los efectos inflacionarios del déficit fiscal –que sigue subiendo– a través de la caída de la actividad económica. También eso le ha permitido lograr una relativa paz cambiaria, frenando la caída en las reservas, aunque eso se disimule con préstamos de corto plazo como los tramos del intercambio de monedas (swap) con China, de un año de plazo, por lo que también son otra “bomba de tiempo”.
Por más que el gobierno diga que no quiere imponer topes a las paritarias, ya de por sí la política recesiva le pone límites, y la inflación, aunque mitigada a través del estancamiento económico, va a seguir provocando licuación de los salarios, y peor aún de las jubilaciones y pensiones y demás ingresos no sujetos a discusiones paritarias.
Todo esto significa menos trabajo y más hambre para la clase obrera y el pueblo y mayor castigo a la producción nacional, que se suma a la que además está provocando la entrega vergonzosa que viene abrochando con el imperialismo de China, la otra “herencia” con la que el kirchnerismo también quiere dejar atado al país.
Con la inflación y la recesión, producto de la política kirchnerista, lo mismo que con la dependencia del imperialismo –ahora agravada con los acuerdos entreguistas a China y Rusia–, pierden la clase obrera, el pueblo y la producción nacional, por lo que urge el paro multisectorial activo que ponga un freno a esta política y sirva al fortalecimiento del Frente Popular como herramienta electoral para la clase obrera, el pueblo y todos los sectores verdaderamente patrióticos y democráticos.