En el hoy Nº1225 se incluyó una nota titulada “Las cuentas de un chacarero”, en la que, en mi opinión, se vuelca información que no ayuda a comprender la situación de los productores pampeanos.
1) El ejemplo propuesto es el de un no propietario, que alquila sólo 50 has. Muchas veces, estudiando, he recurrido a la figura del arrendatario de 50 has. para mostrar lo que son las grotescas diferencias con las grandes empresas del agro. Sin embargo, hay que reconocer que es una realidad casi inexistente.
Los chacareros son, en su inmensa mayoría, propietarios de tierras. En todo caso, combinan su propiedad con un arriendo de otro predio.
Para que nos demos una idea, el censo de 2002 detectó que sólo 2.100 productores de entre 25 y 50 has. las tenían en forma total en arrendamiento, aparcería o contrato accidental (los que las tenían totalmente en propiedad eran 26.000: Los pequeños productores propietarios son 12 a 1 contra los arrendatarios). Ese es el dato para el total del país. Podemos aventurar que en la región pampeana estábamos hablando de acaso 1.500 productores. Y eso era así en 2002. La concentración de la producción se ha acentuado desde entonces. Dudo que queden 1.000 explotaciones de este tipo en toda la pampa húmeda.
Vale decir, entonces, que al chacarero de 50 has. no correspondería restarle, como se hace en el cuadro del hoy, el importe de la renta, de 72.000 pesos. Eso se sumaría al ingreso neto de $ 23.835, dando un total anual de $ 95.835, $ 7.986 por mes. O, mejor dicho, al chacarero arrendatario corresponde restar la renta, pero sólo sería una fracción mínima de los chicos totales.
2) Ahora bien, esto no es lo importante. El objetivo de este escrito es enfatizar una cosa que había señalado en un trabajo previo que le enviara al periódico. Es mi opinión que es grave que no se comprenda.
Esto es: Las retenciones son un impuesto a la renta de la tierra, no a la ganancia empresaria o al ingreso del trabajo chacarero arrendatario. Por lo tanto, el carácter de “arrendatario” del chacarero del ejemplo no tiene ninguna relevancia excepto en el cortísimo plazo de esta presente cosecha.
Esto es: Se presentan los números del arrendatario de 50 has. y se dice “miren que poco ganan, 2.000 pesos mensuales, si se aplican retenciones del 45,22%”, en el sentido de dar argumentos para su descenso.
Esto se puede pensar que es un argumento a favor de los chacareros… puede ser, pero yo veo en él, sobre todo, un embellecimiento de los terratenientes.
En el ejemplo, el chacarero con retenciones al 45,22% paga de renta 16 quintales por hectárea. ¿Al alguien le cabe la más ínfima duda de que con la baja al 35% el terrateniente va a subir su canon de arriendo por el mismo monto, y que lo que el chacarero gane por un lado lo va a perder por otro? ¿Los terratenientes se han vuelto “buenos” –o tontos, o lentos–, y van a dejar que la mejoría económica que implica la baja de impuestos se la lleve el arrendatario? Esta cosecha, sí, no les queda otra, ya que las rentas ya se pagaron y los productores van a poder vender a precio superior. Pero la próxima, eso se acabó. Por eso veo yo un embellecimiento de los terratenientes. Porque lo que dice el cuadro del hoy, que vincula los problemas monetarios de un pequeño productor con las retenciones, pareciera ser que los terratenientes estrangulan a los chacareros solamente si los impuestos son altos… pero que si se bajaran los impuestos, les aflojarían la soga y los dejarían aprovechar la bonanza. Si se piensa eso es un error, los propietarios van a desplumar al arrendatario chico siempre, haya impuestos, no los haya, caiga lluvia o haga sol.
Que el gigantesco triunfo político sobre el kirchnerismo, que la herida profunda que le han impuesto a este grupo las masas chacareras y en general del interior del país no nos opaque otras aristas de la realidad, producto de los fenómenos económicos que se han desencadenado: Los terratenientes se han visto enormemente beneficiados por la derogación de la 125, y eso no es moco de pavo. Es una clase social muy poderosa, peligrosa, y profundamente retrógrada.
Y los chacareros siguen sin defensa contra el gran capital del agro, que con retenciones iguales para todos proseguirá en su irrefrenable avance. Con precios muy altos de los productos agrarios y el 35%, está abierta la puerta para la extinción de los chacareros, vía conversión en pequeños rentistas.
Sólo con impuestos diferenciados o con una ley de alquileres que limite la extensión de los predios puede evitarse esto.
Diego Nermoa
Respuesta del director del semanario
Querido Diego:
Por segunda vez me encuentras de viaje, por lo que nuevamente te hago una respuesta rápida, debiéndote aun una más detallada de la anterior.
1) Si el ejemplo se toma aislado es cierto que solo es válido para una pequeña minoría, ya que la mayoría de los pequeños productores son pequeños propietarios, pero lo cierto es que éstos para poder mantenerse como tales en la agricultura con equipos propios, necesitan tomar alquiladas tierras de otros, por lo que el ejemplo vale también para ellos por las tierras que tienen que arrendar para sobrevivir como productores. Aunque ahora, con la penetración en el campo de esos nuevos usureros que son los pools y lo caro de los créditos, tanto para arrendar como para los insumos, los chacareros sólo puedan sobrevivir convirtiéndose en contratistas de servicios para los pools o los terratenientes que explotan las tierras por administración, por lo que ya en las estadísticas no se los considera productores, sino que se registran como tales a esos pools o terratenientes.
A los chacareros solo se los considera productores si es que todavía conservan un establecimiento arrendado a su nombre o de su propiedad, aunque muchas veces incluso ellos los den en arriendo por lo caro de los insumos y trabajen solo como contratistas de servicios. Esto es lo nuevo que no surge de los censos, pues estos se siguen haciendo con el criterio de antaño; los establecimientos se definen por sus dueños, que en general se identifican como productores, aunque muchos de ellos en la realidad sean grandes o pequeños terratenientes, siendo los verdaderos productores los contratistas de servicios y sus familiares y obreros.
2) Las retenciones no son un impuesto directo a la renta, sino que la afectan indirectamente, aunque también el terrateniente puede tratar de descargarla sobre los productores, si el mercado lo permite por la competencia entre los contratistas, con la rebaja de los precios de los servicios y de los salarios de los trabajadores, lo que claramente se puede apreciar en la disminución de los porcentajes en el caso de los cosecheros. Las retenciones no son el mejor impuesto para gravar la renta, por eso siempre han recurrido a él los gobiernos oligárquicos, ya que en lo inmediato es un impuesto que golpea directamente a la producción, en el precio de su venta, tanto sea una producción de la que se obtenga una renta o de la que no se obtenga renta, llevando a la eliminación de esta última producción. Es cierto que la disminución de las retenciones favorece también a los terratenientes, pero el tema es que con el aumento indiscriminado de las retenciones el gobierno perjudica relativamente más a los pequeños productores. Si lo que se quisiera fuera gravar realmente, o exclusivamente, a la renta lo que se tendría que aplicar es un impuesto patrimonial a la tierra, según su valuación actualizada, o mejor un impuesto a la renta potencial de la tierra, también actualizada, así también tributan las tierras ociosas y no les conviene a los grandes terratenientes mantenerlas así, incluso alquilando otras para producir, como se puede ver en el caso de Cresud que una parte de su negocio es por la “valorización” de las tierras ociosas propias que logran alquilando otras para producir.
Con las retenciones, los gobiernos de burguesía intermediaria evitan confrontar directamente con los terratenientes, aparte que les resulta más fácil su recaudación. Las retenciones se aplican a las exportaciones, pero esto afecta a toda la producción porque la baja del precio de pizarra es para todos igual, se venda para la exportación o para el mercado interno. Además está el tema no menor que al ser un impuesto a la exportación, por la Constitución se lo queda todo el gobierno nacional, no se coparticipa con las provincias.
La consigna de las retenciones segmentadas y coparticipables es un atajo para paliar estas dos cuestiones aunque no solucionen el problema de fondo. Su principal utilidad inmediata es que ayuda a poner al desnudo el carácter regresivo y antifederal de las retenciones. Si se consiguieran, al igual que una ley de arrendamientos que limite el tamaño de los predios y de estabilidad por más de cinco años, sería una importante conquista reformista en el camino de la revolución agraria y antiimperialista necesaria para la que tenemos que ganar a la mayoría de los pequeños y medianos productores, dentro de los cuales, en la producción de cereales y oleaginosas, hoy son mayoría los obligados (por no poder acceder a la tierra ni a créditos baratos) contratistas de servicios.
Un abrazo
Eugenio Gastiazoro