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21 de diciembre de 2016

Las grandes huelgas en Santa Cruz (9)

Crónicas proletarias

 La masacre de los trabajadores de la Patagonia de fines de 1921 fue preparada en Buenos Aires. Hay múltiples testimonios de las “gestiones” realizadas por los terratenientes santacruceños, exigiendo que el gobierno de Hipólito Yrigoyen mande tropas a la Patagonia de manera urgente, para contener a los huelguistas. Mientras, en las estancias los patrones desconocían el acuerdo firmado en febrero de ese año, con lo que crecía el descontento entre los obreros rurales. 
El exgobernador de Santa Cruz, Edelmiro Correa Falcón, que representa a los estancieros, la Liga Patriótica y a la Asociación del Trabajo de Río Gallegos, tras conseguir el apoyo de los Menéndez Behety y los Braun, toma partido abiertamente por el general Martínez –con el que había recorrido la provincia buscando lugares para el asentamiento de tropas- contra el teniente coronel Varela, al que acusa de tibio en su gestión durante la primera huelga. En el mismo sentido opera el presidente de la Sociedad Rural de San Julián, Cobos, quien presenta un informe al Ministerio del Interior: “En él pide el establecimiento urgente y permanente de tropas de línea en los puertos y localidades principales a los efectos de ‘garantir’ la vida, intereses y libertad de trabajo seriamente amenazados por las convulsiones obreras de carácter anarquista”, escribe Osvaldo Bayer en La Patagonia Rebelde.
Los estancieros llegan a la misma Casa de Gobierno, primero Correa Falcón, y luego Mauricio Braun y Carlos Menéndez Behety, al frente de un grupo selecto de propietarios, quienes se entrevistan con el presidente Yrigoyen. Fogoneando la campaña, los medios al servicio de la oligarquía como La Prensa y La Nación se llenan de artículos alarmistas y exigen la represión a los trabajadores, que en la estancia La Anita han retomado la huelga porque no se cumple el pliego de condiciones. El presidente de la Sociedad Rural de Río Gallegos, Ibón Noya, le pide al presidente de la Cámara de Diputados que envíe tropas de manera urgente, para evitar que siga avanzando un “estado de descomposición social ocasionado principalmente por fermentos inmigratorios no deseables”. Bayer recuerda que esto lo escribe un español, casado con una chilena. Estos eran parte de los integrantes de una Liga Patriótica en la que predominaban los súbditos de la corona británica con estancias en nuestra Patagonia. Los aprestos represivos crecen. Llegan a Santa Cruz los primeros rompehuelgas reclutados por la Asociación del Trabajo Libre, y en una reunión en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires se unifican los terratenientes de toda la Patagonia. Así llegamos a agosto de 1921.