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29 de enero de 2020

Visita de compañeros a Valparaíso y Santiago

Las luchas en Chile

Un grupo de compañeros de Santa Fe viajó a las ciudades de Santiago y Valparaíso, y en esta nota analizan el movimiento del pueblo chileno.

En diciembre, un grupo de compañeros/as del regional Santa Fe viajaron a Chile, invitados por la Alcaldía de Valparaíso, para conocer las características del nuevo gobierno municipalista de la ciudad –vinculado hasta hace muy poco al Frente Amplio (FA) y al partido Convergencia Social (CS)– e interiorizarse del histórico proceso de lucha que vive el país. También visitaron Santiago, donde los recibió la organización popular Movilízate, vinculada al partido Igualdad (también ex FA), de la Comuna de Pudahuel.

Recorriendo estas dos ciudades y participando de las movilizaciones, pudieron vincularse a los jóvenes chilenos, militantes e independientes, que están protagonizando uno de los procesos de lucha más profundos del continente.

—¿Cuáles son los planteos fundamentales que encontraron en las calles chilenas?

—Fundamentalmente se cuestiona el modelo ultra neoliberal establecido por la dictadura de Pinochet que perfeccionaron los gobiernos de la Concertación (socialistas y democristianos). Se trata de un proceso cimentado por luchas que llevan años, como la estudiantil que estalló sucesivamente en 2006: revolución pingüina de los estudiantes secundarios; 2011: movilizaciones universitarias y 2019: evasiones masivas en el transporte público por parte de estudiantes secundarios que fueron reprimidas brutalmente y terminaron desatando el levantamiento popular.

Junto a la lucha estudiantil, se destaca el movimiento contra las AFP –los trabajadores chilenos pierden el 80% de sus ingresos una vez que se jubilan, producto de este sistema previsional privatizado–, el movimiento medioambiental centrado en la defensa del acceso al agua; el feminismo, los pueblos originarios y los docentes. A estos afluentes debe sumarse el movimiento obrero, que ha protagonizado luchas importantes pero que, sin embargo, al menos en sus destacamentos más importantes, como portuarios y mineros, se mantiene aún a cierta distancia del presente estallido.

—¿Existe algún tipo de coordinación en esta lucha?

—El pico de la lucha fue la huelga general de dos días del 12 noviembre con la movilización de 3 millones en Santiago. Su convocatoria fue llevada a cabo por la Mesa de Unidad Social que, en gran medida, coordina estos movimientos pero sin llegar a constituirse en dirección política efectiva de la lucha. Tampoco lo son, ni se lo proponen, los diferentes partidos de izquierda que, mayormente, están proyectando salidas electorales. Esto, sin embargo, no debe impedirnos ver que existe una gran diferencia entre quienes apuntaron a parlamentarizar la lucha, acordando con Piñera un proceso de reforma constitucional a la medida de la derecha (con un quórum que les da poder de veto sobre las eventuales reformas y un sistema de elección que favorece a los partidos tradicionales) y que, posteriormente, se prestaron a aprobar leyes de explicito carácter represivo (antisaqueos, anticapuchas, defensa de infraestructura estratégica) y quienes siguen participando de las manifestaciones y proponen consultas y cabildos populares para una constituyente que sea verdaderamente transformadora del “modelo”.

Es importante destacar que este acuerdo parlamentario se dio en un marco de intimidación por parte de la Fuerzas Armadas que se mostraron por las calles con la excusa de supuestos cambios de guardia. El Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución, transformó en derrota política una huelga y movilización de una magnitud histórica, firmado dos días después, a espaldas de la sociedad y por fuera de la Mesa de Unidad Social, devolviéndole el control y la iniciativa política al gobierno de Piñera, cuando éste se encontraba totalmente en el aire. Sin embargo, esta derrota fue, desde luego, parcial, porque al otro día el proceso de movilización, lejos de detenerse, se extendió a partir del repudio social generalizado a quienes lo habían firmado. Lo que también se expresó en una ruptura del FA, del cual fueron los partidos Igualdad, Verde, Humanista, MDP y un parte importante de Convergencia Social.

—¿Qué papel juega “la primera línea”?

—Lo más complejo de entender para nosotros fue quien estaba realmente al frente del combate callejero. Se trata de la denominada Primera Línea, un agrupamiento heterogéneo de orígenes sociales y orientaciónes políticas diversas, que van desde grupos anarquistas hasta barras de fútbol, que se organizan, fundamentalmente, a través de redes sociales y aplicaciones, cuyo objetivo es bien claro y específico: contener la represión asesina de los Carabineros (los Pacos) para que la masa pueda manifestarse sin ser dispersada. El carácter espontáneo de esta autodefensa y de todo el movimiento de protestas queda patente en el hecho de que su máximo referente y símbolo de las protestas es el Negro Matapacos, un perro que por las luchas del 2011 cobró notoriedad por enfrentarse a los Pacos con un pañuelo rojo en su cuello.

Este espontaneísmo fue desatado al comienzo por la brutal represión de los carabineros a los estudiantes secundarios en el marco de las evasiones masivas en el metro de Santiago el día 18 de octubre, en protesta por del aumento de 30 pesos. La respuesta fue un estallido social que se contagió por todo el país y que sigue hasta hoy. Además de las masivas protestas, se produjeron saqueos e incendios que muchos atribuyen a las propias fuerzas represivas con el objetivo de justificar la implantación del toque de queda, el estado de emergencia, la represión brutal de los pacos, la posterior salida a la calle de los militares y, eventualmente, un golpe.

—¿Qué perspectivas tiene este movimiento?

—Entendemos que a pesar de las diferentes maniobras para dividir y de la represión que produjo más de 250 perdidas de ojos, más de 20 muertos, detenciones, violaciones y torturas, la movilización se sostuvo día tras día y continúan después de tres meses. Actualmente el movimiento de protestas está en la calle y volvió a vigorizarse de la mano del feminismo, cuyas manifestaciones-intervenciones pudimos presenciar en las dos ciudades.

El cambio en la conciencia del pueblo chileno es un elemento decisivo a la hora de pensar la perspectiva. Su profundidad es tal que muchos consideran que ese sujeto neoliberal forjado puntillosamente por los gobiernos que siguieron a la dictadura ya no existe más, que se ha subvertido, y nosotros, efectivamente, lo vimos por todos lados. Pero también vimos que aún no se desarrolló una vanguardia capaz de conducir el auge con una perspectiva revolucionaria. Es por eso que el porvenir de las protestas es incierto, no obstante, podemos afirmar sin dudas que “Chile despertó”.

Corresponsal

Hoy N° 1800 29/01/2020