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09 de enero de 2019

El nuevo gobierno de Brasil

Las primeras medidas de Bolsonaro

Si hay algo que no puede decirse del fascista Bolsonaro es que no cumpla con sus promesas de campaña. Por algo los activos brasileños crecieron un 5,5% el primer día de su gobierno en Wall Street y esa tendencia alcista se mantuvo luego, a pesar de las fuertes turbulencias del contexto global. También el real se apreció con respecto al dólar en ese clima de confianza apoyado en los anuncios de Bolsonaro y los lineamientos básicos que fijó Paulo Guedes, su ministro de Economía, un liberal muy valorado por el “mercado”. Otra “garantía” es el ministro de Justicia, Aldo Moro, que no tuvo ninguna reserva “moral” en aceptar el cargo de ministro de Justicia después de ser el que condenó a Lula a la cárcel, eliminándolo de la carrera electoral.
Entre sus primeras medidas estuvieron:

  • Pasar al Ministerio de Agricultura las Reservas indígenas y quilombolos (así se dice en portugués.) Es decir tratar de avanzar sobre las tierras formalmente designadas como reservas indígenas, o aquellas que fueron ocupadas por poblaciones negras en los tantos levantamientos contra la esclavitud. Recordemos que en Brasil la esclavitud fue abolida oficialmente recién en 1888, siendo el último país latinoamericano en hacerlo. El Ministerio de Agricultura está en manos de los partidarios de los agronegocios.
  • Excluyó a la población LGTB de las políticas activas de derechos humanos.
  • Vigilar las acciones de organizaciones internacionales y de la sociedad civil. Es decir restricciones sobre derechos humanos, y sociales.
  • Pasó el control de ilícitos financieros a organismos “más blandos”.
  • Aumentó el salario mínimo a menos de lo que acababa de anunciar el saliente Temer.
  • Despidió a todos los empleados del Poder Ejecutivo en Brasilia, para luego estudiar reincorporaciones según posiciones políticas.
  • Achicamiento del Estado, reduciendo los ministerios a la mitad.
  • Volverá a intentar derogar la ley de jubilaciones para aumentar la edad y las condiciones de jubilación.
  • Reducir el volumen de la deuda a través de privatizaciones. Privatizar gran parte de las empresas estatales, incluyendo aeropuertos, rutas, aunque hay discusión sobre Petrobras, y tal vez alguna otra empresa considerada estratégica. Varios funcionarios del nuevo gobierno son militares y podrían pronunciarse en contra de las privatizaciones en áreas estratégicas. Estados Unidos acaba de proponer la instalación de una base militar norteamericana en Brasil, o el uso de la ya existente brasileña de Alborada. Esto también concita resistencia en sectores de las FFAA brasileñas.
  • Bajar a la mitad los impuestos a las grandes corporaciones.
    Además están las medidas que podríamos llamar simbólicas, o superestructurales, pero no por eso menos importantes, por su incidencia en la subjetividad. “Es una nueva era en Brasil. Los niños visten azul y las niñas visten rosa”, exclamó la pastora evangelista y ministra Damares Alves, en un video que circuló por las redes sociales. Hubo repudios generalizados. La aclaración fue “que su objetivo había sido hacer una declaración en contra de la ideología de género”. Alves, a cargo del Ministerio de la Mujer, Familia y Derechos Humanos tampoco tuvo pudor en decir que aunque el Estado es laico ella es terriblemente cristiana y que bajo esas concepciones se guía. Además, afirmó que pretendía acabar con lo que llama “el abuso del adoctrinamiento ideológico de niños y adolescentes en Brasil”. También es una ferviente opositora al aborto.
    Y como remate de sus primeras medidas, que en otro contexto sería hasta jocoso, Bolsonaro ordenó retirar todas las sillas tapizadas en rojo de la casa de gobierno en Brasilia.

Escribe Irene Alonso

Hoy N°1749 09/01/2019