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02 de octubre de 2010

Las retenciones son maléficas

Hoy 1216 / Un robo a los productores y a las provincias

Hay quienes defienden las retenciones a las exportaciones agropecuarias, al tiempo que dicen estar en contra de la concentración de la tierra y de la producción en manos de unos pocos grandes terratenientes y pools sojeros. Pero el problema es que las retenciones, al castigar con mayor fuerza a los chacareros, contratistas y obreros rurales, presionando a la baja los precios de lo que producen y los salarios, favorecen una mayor concentración de la tierra y de la producción.
Con el aumento de las retenciones sacan rápidamente del mercado a los pequeños y medianos productores promoviendo un muy acelerado avance de los grandes terratenientes y pools sojeros sobre sus tierras.
Las retenciones son un impuesto a las ventas, en este caso a las ventas al exterior, por lo que se presentan como algo bueno que pagan los exportadores. Pero los exportadores descuentan la retención del precio que pagan a los productores, por lo que precio para éstos disminuye en la misma proporción que aumentan las retenciones. Esto opera sobre el precio que reciben los productores, tanto para la parte del producto que se exporta como para la que se vende internamente: hay un precio único en el mercado para cada producto, que es el precio internacional menos las retenciones. Es decir, que si bien es un impuesto que se cobra sobre lo que se exporta, su efecto es también sobre lo que se produce para el mercado interno.

El robo a las provincias
Es cierto que, indirectamente y a la larga, al afectar los precios de los productos las retenciones también afectan a la renta y al precio de la tierra. Pero si fuera esto lo que se busca tendría que hacérselo de manera directa, con un impuesto al valor venal o a la renta potencial de la tierra, con la ventaja de que se castigaría a las tierras ociosas. No es argumento que ese tipo de impuesto es difícil de cobrar, con la tecnología informática hoy disponible. El kirchnerismo no lo hace así, porque tal impuesto tendría que quedar en las provincias, mientras que las retenciones, al ser aplicadas sobre las exportaciones, se las queda todas el gobierno nacional.
Los que defienden las retenciones diciendo que son justas porque se sacan de las ganancias extraordinarias que tiene el campo, como un impuesto a las ganancias, al menos tendrían que plantear que sean coparticipables. Y si dicen que es un impuesto a la renta, tendrían que reconocer que corresponden íntegramente a las provincias, como las regalías petroleras.
Pero lo cierto es que las retenciones, en cuanto se apropian parte de las ganancias o de la renta, hacen que disminuya el impuesto a las ganancias que es coparticipable y también que disminuya la capacidad de las provincias de recaudar más por los impuestos a ingresos brutos y el inmobiliario rural.

El robo a los productores
Pero las retenciones también son maléficas en cuanto no son aplicadas directamente sobre la renta o las ganancias, sino sobre el precio de venta del producto, independientemente de que este dé o no una renta, o que dé o no una ganancia. Es decir que afecta también a los productores que no obtienen renta e incluso a los que tienen que tributar renta porque trabajan en tierra ajena, por lo que los productores que tienen poca tierra o están en zonas marginales, incluyendo a los de la llamada zona pampeana, como los del norte de Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos, terminan quedando fuera del mercado.
En definitiva, las retenciones son maléficas porque se pretenden justificar por su supuesto carácter redistributivo, cuando en realidad son un robo a las provincias porque disminuyen su coparticipación (al disminuir lo que se recauda por impuesto a las ganancias) y su capacidad de cobrar impuestos, al tiempo que en nombre de las mayores rentas que obtienen los grandes terratenientes o las ganancias extraordinarias de los pools sojeros, castigan a los pequeños y medianos productores y a la producción misma que no puede realizarse en tierras con menores rendimientos o por quienes tienen mayores costos que los pools. Los chacareros y contratistas terminarán perdiendo todo o sometidos a las condiciones que impongan los grandes terratenientes y pools y qué decir del destino de la mayoría de los obreros rurales, teniendo también que someterse a esas condiciones o terminar en las villas de emergencia de los poblados.