Conversamos con Diana Dowek quien recientemente ha terminado una exposición en el Centro Cultural Borges, en la Ciudad de Buenos Aires.
Conversamos con Diana Dowek quien recientemente ha terminado una exposición en el Centro Cultural Borges, en la Ciudad de Buenos Aires.
—¿Cuáles son tus opiniones sobre esa muestra?
—Como es conocido, trabajo por series. La anterior fue sobre “Astilleros Río Santiago”, cuyo objetivo fue mostrar que esos astilleros, que fueron vaciados, se mantenían en pie gracias a la lucha de sus obreros. En esta última muestra pongo a foco un objeto cotidiano –las vallas–, instaladas en las calles como frontera (asociada a otra serie: “De las migraciones”), como impedimento; como límite, dividen el espacio en dos: lo que está frente a ellas o detrás de ellas. La valla es un objeto geométrico, muy despojado, es azul porque es “institucional”, con una trama de alambre a veces oxidada, despintada, deteriorada, que remite tanto el color como la rigidez de su forma, a un sentido, un contenido reaccionario. Ese objeto-valla, que mide 2,5/3 metros por 2 m, instalado en la calle impide el paso. Al mismo tiempo que representa el poder, también es frágil y puede tirarse abajo. Las hemos visto durante años y años y las hemos traspasado, muchas veces, tanto en el 2001 como en distintas marchas. Recuerdo una gran manifestación de estudiantes en que vallaron toda la Plaza de Mayo impidiendo la entrada, pero igual se pasó por encima. Actualmente, la Plaza sigue dividida.
A ese objeto con el que convivimos lo he abstraído de la cotidianidad y lo he ubicado en la tela como objeto emblemático del poder; al mismo tiempo, ese poder puede ser subvertido. Detrás están los explotadores, los corruptos, los represores; delante de ellas está el pueblo, los que queremos otro mundo, otra sociedad mejor, más justa. Ese es el sentido de la exposición cuyo título era “Contra las vallas”.
—¿Tuviste devolución de la muestra por parte del público?
—Sí. Estas vallas las he realizado muy despojadas, muy sintéticas; en algunas obras, el espacio donde se encuentran no es descriptivo; casi es un espacio metafísico, no hay personajes. Los comentarios fueron que, precisamente, los personajes estaban por su ausencia. Por eso, como parte de la obra e inseparable de la muestra, como una valla más, proyecté un audiovisual con una recopilación de fotos de luchas en nuestro país y en el mundo, tanto de los muertos del Indoamericano, las luchas por la tierra en Jujuy, la asamblea de los petroleros en Cañadón Seco, junto a los “indignados” de Grecia, España, Francia, Egipto, China y otras. Son dos visiones del tema: la valla en sí, la “presencia” por “ausencia” de los manifestantes y las luchas de los pueblos en el video; es una obra inseparable, con distintos lenguajes.
A la entrada de la sala con un lenguaje escrito, planteaba el sentido conceptual de la exposición. En la pintura, trabajada con fotografía transferida, destacaba que las vallas no eran objetos de mi imaginación, algunas estaban ubicadas en centros neurálgicos de la ciudad; en otras, simplemente la valla tirada. También dibujé una sobre una pared, graficada sintéticamente, apelando a lo efímero de la misma ya que terminada la muestra, se pintaría la pared. Junto al video –lenguaje tecnológico–, intentaba expresar en distintos niveles el conflicto/dialéctico entre el poder y el pueblo.
Asistieron artistas, críticos y público en general que al cierre, participaron de una charla en la que muchos expresaron haber encontrado en esta serie de obras, una síntesis conceptual mía, tanto plástica como ideológica, ubicando el eje de la situación actual.
—¿Has presentado una obra delas que estaban expuestas al Premio Banco Central? ¿Qué es ese premio?
—Es un premio de Pintura que se da anualmente que tiene tres niveles: uno por invitación, a un artista consagrado; este año el premio homenaje fue para León Ferrari. Hay otros premios para mayores y premios a los jóvenes menores de 35 años. Este año me otorgaron el Primer Premio de Pintura, que consiste en la adquisición de la obra y que va a integrar la colección del Museo de BCRA. Es itinerante, porque durante un año recorre todos los principales museos de las provincias.
—Sabemos que cuando te dieron el premio vos se lo dedicaste a los colegas, a los que luchan y dijiste al obtener el premio: “Hemos traspasado las vallas”. ¿Por qué dijiste eso?
—Porque es una obra que apunta a denunciar la represión. Ahora está sancionada la ley antiterrorista y esas vallas las instalan para criminalizar la protesta social, a los que cortan las calles y las rutas; creo importante haber sacado un premio con una imagen con este contenido político aunque también alude a los límites para crecer, crear, soñar.
—¿Quiénes estaban presentes en la entrega del premio?
—Estaba la presidenta del Banco Central, la Sra. Marcó del Pont, quien entregó los premios, parte de su staff y numerosos artistas, entre ellos, algunos que habían sido premiados anteriormente o lo recibían en ese acto, como León Ferrari, Luis Felipe Noé, Clorindo Testa, y los miembros del jurado, como las artistas Nora Correas, Margarita Paksa, directores de museos y gran cantidad de colegas y amigos.
—Participás como secretaria general de la Asociación de Artistas Visuales de la República Argentina (Aavra) desde su fundación. Han realizado varias acciones con contenido político-social. ¿Qué propuestas tienen actualmente?
—Aavra se creó con las luchas del Argentinazo del 2001; nos empezamos a reunir y lo institucionalizamos en 2003. Defendemos los intereses y reivindicaciones de los artistas visuales, también nos hemos propuesto realizar exposiciones con temas sobre las situación del país y del mundo.
En el 2003, pusimos el foco sobre la desastrosa situación de la salud pública. La expo titulada “Las Camitas” se realizó en el Centro Cultural Recoleta e intervinieron unos 500 artistas. Lo recaudado por la venta de las obras fue donado al hospital Parossien de La Matanza.
En el 2007, lo hicimos sobre los recursos naturales. Creo que fuimos de los primeros en tomar el tema, no sólo por nuestra supervivencia, como la del planeta; en el fondo está el tema de las empresas imperialistas. En Argentina está todo entregado: la luz, el petróleo, la minería, el agua, la pesca. También destacamos la situación de los pueblos originarios, quienes sufrieron el genocidio de lo que se llamó la “Conquista del Desierto”.
Para esa muestra en 2006/7 cuyo título fue “Proyecto Patagonia, pasado presente y futuro”, realizamos una investigación profunda de la situación de estos recursos. Organizamos mesas-debates en el Malba, con importantes especialistas en recursos naturales, como petróleo, minería, agua. Estuvieron en las mesas Osvaldo Bayer, Luisa Calcumil, Mario Cafiero y otros. Se realizó una exposición muy bien curada, en el CC Recoleta, con banderas y con fotos de “No a La Mina”. También se mostró la situación de los pueblos originarios y el mapa de la entrega de la Patagonia a las empresas extranjeras.
En el 2007, fuimos invitados a la Bienal del Fin del Mundo, en Ushuaia. Cinco mil artistas de todo el país y argentinos en el exterior intervenimos banderas con símbolos de los recursos naturales e hicimos una instalación en Ushuaia que dominaba el paisaje.
Luego, en 2010 realizamos “Nosotros los Otros” en el CC Recoleta sobre el tema de la exclusión, con más de 100 artistas, dentro de un formato de DVD, y a propuesta de la CD de Aavra con pinturas, videos, una muestra de los fotógrafos más reconocidos del país y siluetas de figuras ploteadas en distintas actitudes.
Como propuesta para la próxima exposición plantearemos el problema de la tierra, de los diferentes hábitats, a partir de la lucha en el Indoamericano que quedó pendiente, para el 2013 en el CC Recoleta.
—¿Cuál es tu opinión sobre el panorama actual en las artes visuales?
—Hay un arte que es para el circuito interno y otro para muestras internacionales, bienales, etc. Son dos tipos de arte que no van juntos. La pintura, la escultura, el dibujo, el grabado, las artes plásticas no son mostradas en general en los eventos internacionales. La obra contemporánea tiene otras características: más instalaciones o nuevas tecnologías. Toma los temas ecológicos, los políticos, de moda en el exterior pero los resultados, en general (hago la excepción con el envío último de un joven argentino a la Bienal de Venecia que me pareció muy bueno) es muy light, muy banal, un arte “efímero” que no tiene la solidez de una propuesta conceptual, crítica, teniendo en cuenta lo que está pasando hoy en el mundo.
—¿Cuál es tu postura frente a esta situación?
—Hay un grupo de curadores que son los que establecen qué se tiene que mostrar de Argentina, que es lo que quizás piensan que Europa o Estados Unidos está esperando ver de nosotros. Acomodan la obra del artista a un “relato” de su propuesta curatorial. Creo que el arte visual o plástico tiene que ser de ideas, puede combinar los distintos lenguajes, incluso los tecnológicos o contemporáneos, pero debe ser contundente en la forma y en el contenido que se propone expresar.
Frecuentemente me preguntan si el arte puede cambiar la realidad, y contesto: para ilustrar el genocidio nazi/fascista en la Segunda Guerra Mundial, se recurre al Guernica de Picasso, pero cuando Estados Unidos declaró la guerra a Irak, en la ONU, al Guernica se lo tuvo que ocultar. n