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10 de abril de 2013

El periódico Octubre, del Partido Comunista de España (marxista-leninista), de abril de 2013 contiene un artículo de Santiago Baranga sobre el proceso tunecino.
 

Lecciones de Túnez

“Hay una revolución en marcha”

El artículo afirma que “El reciente asesinato del líder izquierdista Chokri Belaid, secretario general del Partido de los Patriotas Demócratas Unificado ha recordado a todo el mundo que hay una revolución en marcha en Túnez…”, para agregar que “los medios imperialistas no difieren, en lo esencial, de ciertos sectores oportunistas de la izquierda, al considerar las revueltas en el mundo árabe como un todo; y, así, mientras que los primeros las presentan como la ola que acabó con las dictaduras de la región, pero han acabado instalando en el poder a un islamismo que, de radicalizarse –dicen cínicamente–, puede convertirse en una amenaza, los otros consideran que todo el movimiento habido en 2011 no es más que el fruto de una conspiración imperialista que ha acabado con los líderes revolucionarios”.
El articulista califica a Túnez como “el proceso más interesante para los revolucionarios, por las lecciones que aporta, de cuantos están teniendo lugar en todo el mundo árabe. En primer lugar, porque vapulea las pretensiones de quienes niegan el papel de la clase obrera como sujeto revolucionario. Ha quedado sobradamente demostrado que las revueltas de Túnez y Egipto no fueron obra de jóvenes blogueros, sino del movimiento obrero organizado en sindicatos, organizaciones de mujeres, estudiantes y parados, que canalizaron la protesta en un sentido político y en pro de los intereses populares…”
Refiere luego Octubre que “La evidente contemporización de la cúpula del poderoso sindicato UGTT con el régimen de Ben Alí no fue impedimento para que, en las bases y en los comités locales, la izquierda trabajara en el interior del sindicato, dirigiendo las luchas obreras y populares al margen de sus dirigentes nacionales, como ocurrió en la cuenca minera en 2008. Esto fue lo que permitió que en diciembre de 2010, frente a la vacilación de los burócratas, las organizaciones locales de la UGTT se colocaran de inmediato del lado de la revolución, y hayan proseguido en primera línea de las luchas hasta hoy.
“…El proceso revolucionario tunecino ha acabado con dos mitos: para los imperialistas, el de que los pueblos árabes son de natural conformistas y que se hallaban resignados a padecer autocracias, laicas o islamistas. Pero también ha hecho enmudecer a quienes, desde la izquierda, se han estado empeñando en negar la posibilidad de aplicar la concepción leninista de la Revolución a sociedades no europeas; y, en consecuencia, han optado siempre por apoyar a “sucedáneos” supuestamente revolucionarios, ya se tratase de la “Yamahiriyya” o de la “revolución ciudadana”.
Luego analiza Baranga que el PCOT (hoy Partido de los Trabajadores) fue cambiando sus consignas desde diciembre de 2010, cuando “aspiraban a reunir a toda la oposición a la dictadura”, poniendo en primer plano “las cuestiones democráticas más urgentes, para acabar con los restos del régimen dictatorial”. Luego, durante 2011, “las propuestas para resolver los problemas socioeconómicos pasaban a primer plano”.

El Frente Popular
En ese contexto plantea que el “PCOT no vaciló en llevar a cabo un movimiento táctico cual es el cambio de nombre, pero manteniendo su programa y estatutos, basados en el marxismo-leninismo, para vencer las suspicacias y los prejuicios anticomunistas de una parte importante de la sociedad tunecina y facilitar la unidad de todos los que se oponen a la situación actual, incluidos ex votantes de Ennahdha”.
“…En consecuencia, el programa con el que nació el Frente Popular (septiembre de 2012), que reúne a doce organizaciones con el PT a la cabeza, se planteaba decididamente «concluir el proceso revolucionario e instaurar el poder del pueblo», y destacaba como ejes principales el poner las bases de un Estado plenamente soberano (frente a las potencias imperialistas y del golfo Pérsico) y de derecho, garantizar los derechos económicos y sociales y combatir la involución islamista y sus consecuencias de todo tipo. Así, frente a la política continuista neoliberal de los islamistas de Ennahdha, el Frente Popular demanda nacionalizaciones, la anulación de la deuda de la dictadura, una reforma agraria y servicios públicos de calidad, entre otros puntos.
“El asesinato de Belaid ha producido una nueva aceleración del proceso revolucionario, al poner de relieve las veleidades totalitarias de al menos una parte del islamismo gobernante y su tolerancia, cuando no vinculación, hacia estructuras terroristas como la autodenominada Liga de Defensa de la Revolución, a la que se atribuye el atentado.
“…El islamismo “moderado”, que se opone a llevar a cabo los objetivos socioeconómicos por los que estalló la revolución, se ve fuertemente erosionado en la calle y cercado entre un Frente Popular pujante y la burguesía representada por Nidá Tunis (formación heredera del aparato de la dictadura, con fuerte presencia aún en la policía y otras instancias estatales), que comparte su política económica pero espera recoger los frutos de la desestabilización.
“En consecuencia, las propuestas del Frente Popular se han adaptado a las necesidades de la nueva situación, que exige una acción contundente contra las bandas terroristas y firmeza para evitar el deslizamiento hacia el caos que éstas están promoviendo, tanto da si es en beneficio del antiguo aparato de la dictadura o del salafismo…”, afirma el periódico español.