El rodaje gira alrededor de la vida en prisión de Julia Zárate (interpretada por Martina Guzmán), una joven de clase media que una mañana se despierta en su departamento todo ensangrentado, con los cuerpos de su pareja y su amante, uno asesinado y el otro agonizando.
El destino de Julia será una prisión en la provincia de Buenos Aires. Pero su desgracia no es la peor, no es como la de la mayoría que va a parar a los penales dependientes de la bonaerense: ella está embarazada. Allí tendrá y criará a su hijo Tomás, quien será todo para no estar sola y seguir peleando.
En el pabellón para embarazadas y madres recibe la protección de Marta, quien está criando a sus hijos y está presa "por boluda… por pobre".
Así, en la línea de Mundo Grúa, uno de los primeros diálogos marca el carácter que Trapero le imprimirá al rodaje. Y pondrá sobre relieve la problemática de género, las diferencias de estar en ese pabellón, separada de las comunes.
Colchones sucios y harapientos, olor a rancio puede sentirse dentro de esos húmedos y grises muros en que las mujeres penan sus horas, en espera o en cumplimiento de una condena. Por la noche, el llanto de un niño inicia el concierto de llantos y así como el tic tac de "ora bolas" (la canción del film), las horas dentro del penal no tienen descanso. El sello de la sensibilidad de Trapero está presente todo el tiempo.
Si bien por momentos hay una caricaturización de la policía y el director ha evitado caer en lugares comunes y el golpe bajo ¿es posible que ni una razzia en los pabellones haya en la historia?
Al momento del motín ¿ningún abuso policial?, ¿ninguna muerte adentro del penal?
Así como la cuestión de clase tiene un buen tratamiento, el rol de los instrumentos del Estado (justicia, policía), quedan en otro plano. Porque así como para el director, el film "no intenta ser un análisis ni un retrato del mundo carcelario sino que cuenta una historia íntima en un contexto determinado", a diferencia de El Bonaerense (film donde reflejaba cómo un joven policía era moldeado por esa institución corrupta); en Leonera el sabor que a uno le queda es: ni la justicia es tan injusta ni la policía es tan impune.
02 de octubre de 2010
