Turquía fue testigo en abril de protestas en todo el país, donde la gente salió a la calle durante varios días en numerosas provincias, protestando contra el régimen fascista y exigiendo el fin del régimen fascista del presidente Erdoğan. Los años de intimidación y represión del terror de Estado se rompieron con el Levantamiento de Marzo. La detención del alcalde de Estambul, İmamoğlu, fue la gota que colmó el vaso. El descontento generalizado con las condiciones creadas por el régimen del AKP-MHP está profundamente arraigado, y los trabajadores y los oprimidos anhelan un cambio. Tras un largo período de resignación, los trabajadores y los oprimidos se han liberado de esta pasividad y han salido a la calle.
Una parte especialmente importante del levantamiento es la juventud. Desde los primeros días del Levantamiento de Marzo, fueron los estudiantes quienes le dieron a las protestas un carácter militante al romper las barricadas policiales. Incluso en los días siguientes, el levantamiento se mantuvo vivo y siguió desarrollándose gracias a la dinámica de la juventud. Sin embargo, con las vacaciones del final del Ramadán, prolongadas por el régimen fascista, la intensidad del levantamiento disminuyó. La hegemonía práctica del partido burgués de la oposición, el CHP, y su paso a movilizaciones poco dinámicas y limitadas obstaculizaron significativamente el levantamiento popular. Sin embargo, el Levantamiento de Marzo no está derrotado, porque la voluntad de las masas, sus deseos y demandas de libertad y justicia siguen intactos. Solo hace falta una nueva chispa para reavivar el levantamiento. Las contradicciones entre el poder palaciego y la oposición burguesa se mantienen, e incluso pueden intensificarse….
Esta oportunidad histórica para los trabajadores, los obreros y los oprimidos de Turquía se debe, entre otras cosas, a la juventud, que ha desempeñado un papel clave en mantener viva la dinámica social del Levantamiento de Marzo. Mientras que muchas partes de la sociedad, especialmente aquellas fuertemente influenciadas por la oposición burguesa, se han replegado a posiciones defensivas, los jóvenes, en particular los estudiantes de secundaria y universitarios, siguen decididos. Este papel es crucial, ya que el movimiento juvenil en Turquía siempre ha sido un indicador de cambio y agitación social.
Hay dos aspectos importantes del movimiento juvenil que destacan: la resistencia de los estudiantes de secundaria, que se solidarizan con sus profesores, y la resistencia de las mujeres jóvenes, que se oponen al uso por parte del Estado de la tortura sexual en las detenciones.
A raíz de la represión que siguió al levantamiento de marzo, al menos 6,000 profesores han sido amenazados con el traslado forzoso o incluso el despido total. Los profesores afectados son principalmente aquellos que se unieron al levantamiento de una forma u otra, participaron abiertamente en acciones de boicot o se posicionaron contra el régimen fascista y exigieron el fin de la dictadura de Erdoğan. Estas acciones cuentan con el apoyo no solo de profesores progresistas, sino también de familiares, antiguos alumnos y estudiantes universitarios.
En varios centros, los administradores han intentado presionar a los estudiantes para que pongan fin a sus justificadas protestas. Para ello, se han registrado aulas, confiscado teléfonos y proferido amenazas. Sin embargo, las acciones continúan. Los estudiantes no quieren profesores leales al Estado que deban ser aprobados por el régimen fascista. Su resistencia no solo se dirige contra esta forma específica de represión y terror estatal, sino también contra todo el régimen fascista. Los estudiantes manifestantes dejan claro una vez más que la juventud, en particular, no puede desilusionarse y que no ve ningún futuro dentro del régimen fascista.
También son conscientes, al menos en parte, de su papel en el Levantamiento de Marzo y en las luchas sociales en general. La juventud comprende la necesidad de oponerse resueltamente al régimen fascista y de no dejarse intimidar por las diversas formas de represión. También saben hasta qué punto el Estado fascista y burgués teme el poder de la juventud y, por lo tanto, está haciendo todo lo posible para detener, prohibir o impedir que se informe de sus acciones.
Como demuestran claramente los lemas de las protestas, la cuestión de la violencia sexual y patriarcal también ocupa un lugar central en el movimiento juvenil. La violencia contra las mujeres en Turquía no ha dejado de crecer desde la abolición del Convenio de Estambul. El actual movimiento estudiantil también está adoptando una postura activa y exigiendo responsabilidades por las jóvenes İkbal y Ayşenur, asesinadas el año pasado.
Además de la lucha general del movimiento de mujeres contra la violencia patriarcal, durante el Levantamiento de Marzo ha vuelto a salir a la palestra una cuestión específica: la tortura sexual durante la detención. Las mujeres jóvenes, en particular, están al frente de la lucha contra esta práctica misógina. Pueden aprovechar las valiosas experiencias de los movimientos de mujeres de las décadas de 1990 y 2000, que lograron muchos éxitos en esta lucha, de modo que la práctica, antaño generalizada, de la tortura sexual durante la detención ha disminuido significativamente. Sin embargo, sigue siendo una práctica que el régimen fascista turco utiliza cada vez más para doblegar la voluntad de las mujeres resistentes. Esto es exactamente lo que estamos presenciando ahora. El régimen fascista está utilizando deliberadamente la violencia sexual como herramienta en su guerra para quebrar voluntades.
El movimiento de mujeres jóvenes se opone a las políticas misóginas del régimen, que, por ejemplo, recompensan impunemente a los asesinos de mujeres y promueven la legitimación del acoso y la violación.
hoy N° 2060 21/05/2025
