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09 de marzo de 2011

El terremoto de puebladas iniciado en Túnez por democracia e independencia sigue expandiéndose. Libia en el epicentro. Los rebeldes se consolidan pero Gadafy contraataca. ¿En marcha el desembarco imperialista?

Libia será liberada por el pueblo

Hoy 1359 / Libia: avance rebelde y sombras de intervención imperialista

Una gigantesca ola revolucionaria, democrática y antiimperialista sigue barriendo los países del norte de África, la península arábiga, Medio Oriente y el Golfo Pérsico.

Una gigantesca ola revolucionaria, democrática y antiimperialista sigue barriendo los países del norte de África, la península arábiga, Medio Oriente y el Golfo Pérsico.
Libia sigue siendo el epicentro. Al cierre de esta edición de hoy la guerra civil se hace compleja y prolongada, con alternativas cambiantes en un escenario en que los rebeldes, con un alto espíritu de combate pero escaso armamento y formación, enfrentan a un ejército profesional que cuenta con tanques, artillería pesada, aviones y helicópteros.
Atrincherado en la capital Trípoli, en Sirte y en un puñado de ciudades del oeste del país, el régimen dictatorial y proimperialista de Gadafy contraataca y al lunes 7 había logrado frenar el avance de la gran rebelión popular iniciada el 17 de febrero. La feroz contraofensiva gubernamental por tierra y aire logró sitiar la ciudad de Zauiya (a 50 kilómetros de la capital, la primera tomada por los insurgentes en el oeste) y romper así el cerco rebelde sobre Trípoli. Rodeada por las fuerzas gubernamentales, Zauiya seguía resistiendo al costo de decenas de muertos.
Gadafy cuenta con el respaldo de su cohorte de grandes empresarios estatales y privados engordados con las ventas de petróleo a Europa y a China, y se apoya en un poderoso aparato militar, de “servicios” represivos y de mercenarios africanos, provistos todos de armamento pesado y liviano que le proveyeron en otros tiempos la URSS socialimperialista y últimamente los imperialistas ingleses y franceses.
El domingo 6 la fuerza aérea de Gadafy logró con ataques masivos desde aviones y helicópteros detener en el este el avance de los combatientes rebeldes, que no tienen aviación. Aparentemente el gobierno había recuperado la importante ciudad portuaria y petrolera de Ras Lanuf, desde donde los insurrectos pretendían avanzar sobre Sirte, gran objetivo táctico por ser la ciudad natal de Gadafy y su gran baluarte junto a Trípoli.
El viernes las heterogéneas fuerzas de la rebelión habían logrado ocupar esa ciudad en dura batalla con las fuerzas gadafistas, replegadas allí tras el bombardeo y fracasado asalto a las ciudades de Brega y Ajdabiya, que jalonan la ruta entre Trípoli y Bengasi, bastión de los rebeldes.
Desde la bombardeada Ajdabiya, uno de los dirigentes del Consejo Nacional constituido por los insurgentes, Mustafá Abdel Jalil, declaró: “No nos rendiremos. ¡Victoria o muerte! No pararemos hasta liberar a todo el país”. El viernes 4 el Consejo, integrado por 30 personas, se proclamó en Bengasi “único representante” del pueblo libio.

 

El pueblo libio, Gadafy y los imperialismos
Ese mismo viernes, después de la tradicional oración en el día sagrado de los musulmanes, grandes manifestaciones en toda Libia exigieron la caída del dictador Gadafy. En Bengasi marcharon 5.000 personas, convocadas entre otros por una denominada Unión de Jóvenes de Libia, y en la propia Trípoli fuerzas oficialistas debieron dispersar a cientos de manifestantes.
Gadafy conserva la lealtad de lo principal de las tropas militares, milicianas y mercenarias; del otro lado, los rebeldes evidencian su escasa infraestructura y preparación militar. La perspectiva de una guerra prolongada apunta ya consecuencias crueles para la nación y el pueblo libios: no sólo la virtual parálisis de la industria petrolera y la perspectiva de cientos de miles de hambreados, refugiados internos y asilados en los vecinos Egipto y Túnez, sino incluso la probable división territorial del país en base a difusas líneas tribales y políticas, y la muy posible intervención militar imperialista con o sin el disfraz “multilateral” de una resolución de las Naciones Unidas.
Todos los imperialismos -particularmente el yanqui y los europeos- que durante dos décadas hicieron negocios y acuerdos económicos y políticos con Gadafy, ahora le sueltan la mano y lo juegan como un peón más en el tablero de sus intereses regionales.
Por su parte Gadafy que, muy lejos ya de sus inclinaciones nacionalistas de hace 40 años, en las dos últimas décadas entregó el petróleo, la industria y el mercado interno a las corporaciones imperialistas y se asoció a la pretendida guerra de Washington “contra el terrorismo”, ahora contraviene la estrategia de sus ex socios llevando al extremo su decisión de “luchar hasta el fin” con el posible fin de precipitar la intervención yanqui y de la OTAN y galvanizar en beneficio propio el sentimiento nacionalista libio y de los otros pueblos árabes.

 

La OTAN y una guerra nacional en el horizonte
Efectivamente, con el pretexto de “aumentar la presión sobre el régimen libio”, los yanquis de Obama -con respaldo de la OTAN- siguen reforzando el dispositivo de guerra para una intervención militar en el país. No sólo buscan deshacerse del problemático Gadafy, sino principalmente condicionar el desemboque de la insurrección e incidir en el gobierno que le suceda, y poner así el pie en un país estratégico donde tallan principalmente sus rivales europeos y avanzan a pasos agigantados los chinos.
Aviones, efectivos militares y dos buques de guerra norteamericanos arribaron a la base que los yanquis tienen en Souda, en la isla griega de Creta, en pleno Mediterráneo frente a las costas libias. Con el remanido verso de la “ayuda humanitaria”, los barcos llevaron más de 1.000 marines, aviones, helicópteros, cohetes, sistemas antiaéreos y lanchas anfibias de desembarco. La secretaria de Estado Hillary Clinton admitió públicamente a fines de febrero que EEUU “no descarta” el “apoyo militar” a los rebeldes. Según el diario Pakistan Observer, “fuerzas especiales” yanquis, inglesas y francesas ya habrían incluso desembarcado en la última semana de febrero en los puertos norteños de Bengasi y Tobruk.
Las agencias de prensa imperialistas informaron sobre un supuesto pedido de la conducción rebelde al Consejo de Seguridad de la ONU para que lance un ataque aéreo contra las fuerzas del régimen. Por eso vale recordar la advertencia de Hafiz Ghoga, vocero del recién formado Consejo Nacional rebelde constituido en Bengasi, de que la coalición rechaza “cualquier intervención extranjera”. “El resto de Libia será liberado por el pueblo, y las fuerzas de seguridad de Gadafy serán eliminadas por el pueblo de Libia”, subrayó.
Si a pesar de las lecciones de la resistencia patriótica en Irak y Afganistán los imperialistas yanquis y sus cómplices lanzan una nueva agresión militar ahora contra Libia, seguramente el pueblo libio convertirá la actual insurrección democrática en una guerra nacional contra la intervención imperialista. Los otros pueblos árabes y todos los pueblos del mundo estarán junto a él, ya que esa es también su propia lucha.