El 6 y 7 de noviembre de 2012 se llevó a cabo en toda Grecia una nueva huelga general, esta vez de 48 horas. Cientos de miles de personas inundaron las calles y plazas de ciudades grandes y pequeñas en masivas manifestaciones, coreando consignas contra la troika imperialista del Fondo Monetario, la Unión Europea y el Banco Central Europeo, contra el llamado “Memorándum 3”, y exigiendo la renuncia del gobierno de coalición (los conservadores de “Nueva Democracia”, los socialdemócratas del Pasok e “Izquierda Democrática”).
El miércoles 7, sólo en Atenas más de 100.000 personas rodearon el Parlamento frente a la plaza Syntagma durante más de cinco horas, a pesar de la intensa lluvia y las repetidas cargas de la policía “antidisturbios” con andanadas de gases lacrimógenos, granadas de aturdimiento y cañones de agua. Hubo más de 100 detenidos y al menos cinco manifestantes heridos.
Durante la manifestación, los 71 diputados de la coalición de izquierda Syriza salieron del Parlamento y se presentaron tras una enorme pancarta con la consigna “¡Ustedes están destruyendo el país! ¡Váyanse ya!”. Luego marcharon en bloque hacia la gente cantando consignas; cruzaron las líneas policiales y se unieron a los manifestantes en la Plaza en medio de aplausos y aclamaciones.
En el Parlamento, después de un proceso de “votación acelerada” completamente anti-constitucional, en menos de 24 horas los diputados oficialistas ratificaron ese plan antipopular de 800 páginas sin siquiera haber leído lo que estaban votando (entre otras cosas, recortes de 13.500 millones de euros en pensiones, salarios y servicios sociales, y la venta de toda la infraestructura y los recursos naturales del país).
Durante la semana anterior todas las autoridades jurídicas del país (la Corte Suprema de Auditoría, el Tribunal Supremo en lo Civil y Penal y el Servicio Científico del Parlamento) habían declarado inconstitucional gran parte del “Memorándum 3”. Por eso, para limitar el riesgo incluso de una disidencia parcial entre los diputados oficialistas, el gobierno hizo votar la ratificación en bloque, con una ley compuesta por un solo artículo.
Aún a pesar de estos trucos, el bloque parlamentario oficialista se fracturó: varios diputados no votaron la ratificación, otros sólo dieron el “presente”, y algunos votaron “No”: la inicial mayoría a favor del gobierno (179 diputados de un total de 300) se redujo a sólo 153 “Sí”.
El dirigente de Syriza, Alexis Tsipras, declaró en el Parlamento dirigiéndose al primer ministro Samaras: “Lo que escuchamos hoy de usted fue el discurso laudatorio frente al próximo funeral de un gobierno que, desde hace 4 meses, está haciendo exactamente lo contrario de lo que prometió al pueblo antes de las elecciones, y de lo que usted anunció en sus declaraciones programáticas cuando se convirtió en primer ministro”. Y concluyó: “Hoy vivimos una parodia de democracia en esta Cámara. Pero fuera del Parlamento hay miles de personas que, a pesar de las toneladas de gases lanzados contra ellos, están una vez más aquí para defender la democracia. Damos la bienvenida a esta actitud de nuestro pueblo. Estamos orgullosos de la valentía de nuestro pueblo. Ustedes están aterrorizados por el espíritu de lucha de nuestro pueblo. Pero este espíritu de lucha al mismo tiempo nos sacude y nos obliga a seguir firmes hasta el final. ¡Hasta que el pueblo griego imponga su voluntad y salve al país!”.