Papel Prensa es la  empresa que concentra la producción y comercialización del papel para  los diarios de gran tirada en nuestro país. Nuestro Partido, hace ya más  de 30 años investigó y denunció los chanchullos alrededor del traspaso  de Papel Prensa de los Graiver, a un consorcio formado por los diarios  Clarín, La Nación y La Razón.
Investigamos ésta y otras empresas,  como parte de la necesaria denuncia del papel nefasto del  socialimperialismo ruso por aquellos años (ver bibliografía). Porque,  como dijimos en el número anterior, hacia 1976, cuando se produce el  golpe de Estado videlista, y el “affaire” de Papel Prensa, el mundo era  muy distinto al de hoy. Sobresalían entre los imperialismos dos  superpotencias que se disputaban la primacía en todo el planeta: los  EEUU y la URSS, donde, derrotada la clase obrera, se restauró el  capitalismo, y se había transformado en una potencia imperialista.
Para  los revolucionarios era imprescindible en esos años desenmascarar el  papel de este nuevo imperialismo, que disputaba con ferocidad posiciones  aquí y en el mundo, disfrazado de “socialista” y de “amigo de los  pueblos”.
Los Graiver eran testaferros
En  nuestro país, el Estado que surge de la restauración capitalista en la  URSS, utilizó el vasto y antiguo trabajo entre la burguesía y los  terratenientes, de infiltración y de armado de empresas, realizado por  el PC de la Argentina, desde la década del 20. Esta labor, que en sus  inicios estuvo al servicio de un proyecto revolucionario, se transformó  en parte de una inmensa red económica, política y militar, subordinada a  los designios de la nueva burguesía que se había apropiado del Estado  en la URSS -y como denunció Mao Tsetung ya a comienzos de 1960- se había  transformado en imperialista.
Los Graiver fueron parte de esta red, y  estaban vinculados a una parte de ese poderoso aparato de esa  “multinacional rusa”, que conformó el llamado “Grupo Gelbard”. Eran  testaferros de un imperialismo, y en carácter de tales sacaron del país  “centenares de millones de dólares que se apropiaron en el último  período”, como denunció el PCR el 20 de abril de 1977, cuando estalla el  “caso Graiver”. Juan Graiver, padre de David y de Isidoro, ya aparece  vinculado a negocios en La Plata en la década del ’60. Se recuerda su  participación en el vaciamiento del Banco Popular de La Plata, en el que  estuvo involucrado Gelbard y otros personeros. 
Su calidad de  testaferros es la que explica, en el caso de David Graiver, al igual que  otros personajes de este grupo, su espectacular desarrollo económico,  por el cual en sólo cinco años pasó desde una pequeña inmobiliaria  platense a “la cumbre del mundo financiero y empresarial, en el país y  el extranjero: dos bancos en EEUU, uno en Bruselas y otro en Suiza.  Principal accionista en muchísimas empresas, entre otras Papel Prensa.  Ex ‘asesor’ del ministro Manrique y luego del ministro Gelbard. Dueño  del Banco Comercial de La Plata y del Banco de Hurlingham” (El caso Graiver, Irene Capdevila, Ed. Agora).
Dice  Capdevila en el libro citado que “la modalidad de penetración a través  de testaferros no es un invento o una habilidad de la burguesía  monopolista rusa”, y que fue utilizado por otros imperialismos en  nuestro país, particularmente por los ingleses.
Volviendo a Graiver,  hay un hecho de su vida personal que revela su carácter de testaferro,  es decir que la fortuna que manejaba no era propia. A comienzos de 1976,  David Graiver se divorcia de su primera mujer, y la sentencia judicial  establece que a ella le corresponde una suma menor a los 10.000 dólares,  y un coche Peugeot. Esto, en momentos que el “Dudy” manejaba millones  de dólares en distinta operaciones, acá, en Nueva York o en Bruselas.
Dudy  Graiver comienza su ascenso meteórico durante la dictadura de Lanusse,  es decir en el momento en que el socialimperialismo ruso pasa a tener un  precario predominio entre los sectores imperialistas y de clases  dominantes que se disputaban nuestro país. Una hija de Lanusse,  Virginia, fue su secretaria privada. Todos los personeros de esta  “multinacional”, Graiver, Gelbard, Madanes, etc., utilizaron de manera  más abierta o encubierta los resortes estatales para aumentar y  diversificar sus negocios.
“La regla para expandir sus negocios era  el manejo doloso de los préstamos (usando el dinero de los  depositantes), firmas fraguadas de supuestos titulares de créditos,  mesas de dinero al margen de la ley, tráfico ilegal de divisas hacia  fuera y dentro del país, chantaje, amenazas, todo ello mediante el uso  de armas tan poderosas como el control por sus mandantes del sistema  económico y financiero oficial y la acción de influyentes altamente  situados en los medios políticos decisorios, nacionales y en otros  países”, dice Carlos Echagüe en El socialimperialismo ruso en la Argentina, de 1986.
Graiver y los Montoneros 
Hacia  1974, con Gelbard en el Ministerio de Economía, la multinacional rusa  profundiza su crecimiento. Es en ese momento que el grupo Graiver pasa a  “administrar” una parte del dinero obtenido por los Montoneros en el  secuestro de los hermanos Born, 17 millones de dólares según algunas  versiones. Gran tema para investigar: ¿Cómo un socio del entonces  ministro de Economía de Perón, era al mismo tiempo a quien los  Montoneros le entregaban una suculenta parte de sus redituables  secuestros? ¿Qué unía a Graiver y Gelbard con Firmenich?
La “venta” de Papel Prensa
La  diversidad de operaciones de estafa en las que estuvo involucrado  Graiver (que sería largo detallar pero que incluye la quiebra  fraudulenta de un banco en EEUU, el American Bank and Trust, sustrayendo  50 millones de dólares de sus depositantes, y del BAS de Bruselas),  sumado a su carácter de administrador de fondos montoneros, y  particularmente la disputa abierta entre distintos sectores dentro de la  dictadura, entre Videla-Viola y Camps-Menéndez, Massera, etc., hicieron  necesario que la familia Graiver se deshiciera de las empresas.
Siguen  aquí lo que Capdevila denomina “una vieja maniobra del aparato  financiero del socialimperialismo en la Argentina… el traspaso de la  propiedad de acciones de empresas “quemadas” a nuevos “empresarios”.
Esto  es lo que sucedió con Papel Prensa, adquirida extorsivamente por  Graiver a Civita, su primer dueño, con fondos aportados mayormente por  el Estado, que era socio minoritario, gracias a Gelbard. ¿Cómo fue la  venta de Papel Prensa de los Graiver a los diarios? Digamos en primer  lugar que no fue, ni como dice la presidenta, ni como afirma el grupo  Clarín. Ambos ocultan la pertenencia de los Graiver al aparato  socialimperialista, así como las vinculaciones de éstos con connotados  personajes de la vida política y militar argentina. 
Para no “mentar  la soga en la casa del ahorcado”, el gobierno no dice una palabra de la  operación por la cual los Graiver, por ejemplo, pasaron sus acciones en  el diario La Opinión al grupo Lanusse, a comienzos de 1977. Ocultan  también que antes, en 1976, Graiver financió al vespertino La Tarde que  dirigió Héctor Timerman, actual canciller de los Kirchner. Así como  Clarín oculta que los síndicos titulares y suplentes del directorio de  Papel Prensa, una vez comprado por el consorcio de los tres diarios,  fueron los mismos que cuando Graiver era el “dueño”.
Videla, Martínez  de Hoz y Viola operaron a favor de esa transferencia de acciones antes  que estallara el escándalo del “caso Graiver” por el vaciamiento de los  bancos BAS y ABT, porque respondían políticamente a ese sector  imperialista. Los sectores fascistas rivales, proyanquis o de otros  imperialismos, no dudaron en usar el secuestro y la tortura para dirimir  cuentas con los videlistas. Eso explica los secuestros y torturas de la  familia Graiver, de Jacobo Timerman o de Edgardo Sajón, por ejemplo,  quien había sido vocero del general Lanusse.
Lo que ahora el gobierno  kirchnerista quiere mostrar como un “crimen de lesa humanidad”, y  Magnetto como una “compra legítima”, fue un capítulo más de un vasto  operativo para garantizar que Papel Prensa, entre otras empresas y  bancos, quedara en la órbita de la “multinacional rusa”, a la que  también pertenecía el grupo frigerista dueño de Clarín. 
Hoy se  pretende hacer aparecer a los Graiver como unos “pobres” empresarios  nacionales apretados por la dictadura para vender Papel Prensa a los  “malos” dueños de Clarín y Nación. Pero este esquema no puede explicar  que el presidente de Papel Prensa mientras “pertenecía” a los Graiver  –desde fines de 1973 hasta el 31 de enero de 1977- fuera Pedro Jorge  Martínez Segovia, primo y socio del ministro de Economía de la  dictadura, Martínez de Hoz.