Entre Ríos, todos los verdes”, decía el viejo slogan turístico cuando a la provincia le quedaban franjas importantes de la selva montielera y la vegetación autóctona abundaba. Muy pronto el uso popular impondrá: “Entre Ríos, sólo el verde (de la soja)” o bien “Todos los verde$$… que se nos van”. Aunque dicen que también es verde el color de la esperanza, vaya a saber si es cierto. Lo que sí es cierto, es que sólo pueden tener esperanzas quienes luchan. Y en la provincia abundan los luchadores; como María, mujer, clasista, combativa y santaelenese.
Aquí, en la provincia que alguna vez acompañó el sueño de la Patria Grande artiguista, sobre las barrancas del Paraná, se levanta Santa Elena, “Paraíso de la pesca” que ya debiera llamarse “Paraíso de los pescadores… como Rossi y Taselli”.
En ésta, su ciudad, María levanta la voz para proponer un camino de lucha, “donde el obrero no se deje manosear, que el obrero maneje su propia cooperativa, su propio trabajo, que el obrero cobre lo que tiene que cobrar…”
Una tarde, rodeados de gurises que a cada rato interrumpían con su alegría, escuchamos a María relatarnos sobre los comienzos de la CCC en Santa Elena, “A principios del 2002, nosotros arrancamos con el ‘no’ a la venta de las tierras”, recordó. Así, “apoyando a un grupo de colonos que se había formado, arrancó la Corriente en esa lucha”. No podía ser de otra manera, en una provincia donde el latifundio avanza desalojando campesinos y productores; donde la tierra es cada vez más de los pools de siembra y cada vez menos de quienes la trabajan.
María describe con justificada bronca la situación de su pueblo: “Se han perdido cada vez más los cuatro pilares de Santa Elena, que son salud, dignidad, trabajo y educación”. Y no deja de señalar a varios de los responsables: “El mismo Busti, el Dani Rossi (ex intendente procesado, Nota del R), las personas que estaban más arriba, que estaban pegadas, siguen siendo las mismas”.
Vuelve a indignarse cuando los nombra, no es para menos cuando “sabemos que hay personas en Santa Elena que están durmiendo en el piso, porque cama no tienen”. Personas, hombres y mujeres, comprovincianos, compatriotas, “familias que están viviendo totalmente en condiciones malas. Hay problemas de enfermedades, problemas de desnutrición, donde los chicos a las escuelas los mandan porque tienen que comer en el comedor; no porque tengan que educarse y aprender. Hay problemas de prostitución de menores, donde la nena, lamentablemente tiene entre catorce y quince años y bueno… sale a la noche y al otro día tienen para comer. Nosotros sabemos porque esa niña está saliendo a la noche a la calle y al otro día el papá se sienta a la mesa a comer, calladito la boca porque sabe que la hija fue la que le trajo el dinero”.
A María la preocupa que “si hay tierras, es difícil ocuparlas por falta de una economía; porque para arar, para sembrar para ir y plantar una madera o un alambre, tenés que tener cómo traerlo y de dónde sacar esa madera o ese alambre. Entonces, seguís estando en la misma situación. Si tenés ganas de sembrar, el INTA te da la semilla, pero no tenés medios como para cerrar ese pedazo”. Todo eso, unido también a la inacción de quienes debieran ocuparse, porque “si vas y lo planteás, te ponen miles de excusas y entonces, en vez de brindarte soluciones te las van trabando”. Y sabiendo que la bronca del pueblo y el deseo de justicia crecen, María cuestiona “¿Hasta dónde Santa Elena se puede dejar manosear?”.
El frigorífico
Santa Elena nació y creció junto al frigorífico, que con su nacimiento como saladero en 1871 dio origen al pueblo. Respiró y vivió junto al frigorífico, su principal fuente de trabajo; tanto que con su cierre a fines de los ochenta, bajo el primer gobierno de Jorge Busti, el pueblo comenzó a sufrir la emigración de sus jóvenes. Así fue modificada hasta la constitución de las familias, “porque está la mayoría de los padres trabajando afuera. Los padres se van los domingos y vuelven viernes a la noche -describe María–. La mayoría de los papás no están compartiendo con sus hijos todos los días de la semana”. Interpela a los gobernantes que “se hacen bien los sotas y no ven que acá no hay puestos de trabajo, los puestos de trabajo están afuera. Los papás van afuera a laburar, las mamás van afuera a laburar”.
Por eso, “siempre en cada marcha, cada manifestación de la CCC, por más pequeña que sea, pusimos como punto principal la reapertura del frigorífico”. En la última marcha, “presentamos un petitorio donde se pidió la reapertura del frigorífico, trabajo genuino para Santa Elena, que va a ser casi lo mismo”.
Las luchas
“La lucha nuestra es por trabajo genuino”, aclara María y explica cómo se fortalece: “Nosotros, como Corriente, salimos a las calles, vamos visitando cada familia humilde de cada barrio; vamos buscando los barrios más bajos. Hemos recorrido los barrios Hipódromo, Los Cuarteles, Hipólito, 25 de Mayo y es un… no se puede llamar un pueblo en bienestar, engrandecido como muchos dicen, como dicen los políticos ‘electoraleros’. La Corriente lo ve, porque la Corriente sale, dialoga con la gente; pregunta cuál es la razón, por qué estamos así. Y toda la razón es falta de trabajo en Santa Elena”.
Y los compañeros responden, “cuando nosotros vamos y visitamos a esa gente, les agarra esas ganas de salir a la calle y de protestar. Porque ellos mismos nos dijeron a nosotros ‘¡vamos con ustedes y nosotros mismos vamos a hacer ese plan de lucha!’ Así se ha venido creando la CCC en Santa Elena, siempre por trabajo genuino, por la buena educación, por la buena salud”.
Frente a un gobierno que fue capaz de vender una escuela, que en nombre de una ‘responsabilidad fiscal’ resigna el federalismo que declama, que ante el reclamo por sueldos y presupuesto educativo responde con aprietes y amenazas, María sabe que la lucha debe ser multisectorial. Así fue como la Corriente Clasista se acercó a los padres y docentes que reclaman por el estado edilicio de la escuela del Colegio Nacional que, literalmente “se está cayendo a pedazos”. Se entusiasma esta santaelenense, porque “los papás siguen firme y estamos hablando con los compañeros, para seguir apoyando esa lucha. Que es una lucha que no podemos dejar de lado, ni ignorar”.
¿Qué voto? ¡Lucha!
En Santa Elena, como en cada punto del país, surgen las discusiones sobre las elecciones. Hay muchos que ya están decididos “y dicen ‘yo no voto más, porque me cansé’. Entonces ahí es donde nosotros recalcamos y la gente dice: ‘No, nosotros no votamos más. Nosotros no queremos votar más, así nos lleven presos’. ¿Quién te va a llevar preso porque no quieras enriquecer a un candidato? En épocas electorales van, les visitan y les prometen terminar la casita, les prometen un plan social, le prometen un trabajo; pero pasan las elecciones y se olvidan. Visitamos 90 familias, todos nos dijeron lo mismo”.
Mientras los candidatos del sistema prometen, María advierte sobre lo que es seguro que los compañeros van a cumplir: “Antes de fin de mes, vamos a estar allí exigiendo lo que ellos en elecciones van a repartir a dos manos. Nosotros exigimos de acuerdo a nuestras necesidades, mientras el planteo de ellos es vos votame y yo te doy tal cosa”.
Aunque también hay personas que no están tan convencidas, que dudan sobre la salida; entonces hace falta profundizar las discusiones. “En esas discusiones tocamos el ejemplo del Che Guevara y Fidel, mostramos el ejemplo de Evo Morales. Tenemos todas esas discusiones que las vamos dando, que nos vamos animando a darlas”.
La tarde comenzaba a declinar, luego de despedirnos caminamos pensando en las palabras de María: “La gente está cada vez más desilusionada, entonces en cada reunión tratamos lo del voto bronca y son más los que nos apoyan que los que están en contra. Vos les vas planteando que lo que te va a llevar al camino es una lucha popular”.
02 de octubre de 2010