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30 de octubre de 2012


Los anarquistas y la patria

Hoy 1441 / Crónicas proletarias

La relación entre internacionalismo y patriotismo ha sido y es uno de los debates principales entre los revolucionarios. Antes del leninismo, que brindó las claves para resolver correctamente esta contradicción en los países dependientes, en nuestro país se recorrió un camino con más errores que aciertos sobre la “cuestión nacional”. Aquí este debate tuvo características particulares por la masiva inmigración europea, y con una oligarquía que crecientemente usaba los símbolos patrios como instrumento de dominación, del genocidio contra los originarios a la represión a las luchas obreras.


Las dificultades en el abordaje de “la patria”, fueron comunes tanto a socialistas como a anarquistas. Para los anarquistas la idea de patria era contradictoria con la de la “redención social”, que consideraban una para toda la humanidad ¿Qué les importa a los proletarios la patria?, se preguntaban, si “viven en la opresión lo mismo en la patria francesa que en la inglesa, Chile, Argentina y la alemana, ¿qué les importa el ser gobernados y explotados por estos o aquellos, si son de todas maneras explotados?”, decía un folleto en 1907. “La patria es una mistificación. El mundo entero nos alberga: no tenemos frontera ni pedacito de tierra a defender”, decía la revista Fulgor en 1906. Por eso los anarquistas impulsaron que la federación obrera que dirigían, FOA, se pasara a llamar FORA (Federación Obrera de la Región Argentina). Coherentes con esto, en el sexto Congreso de la FORA resolvían “El 6º Congreso aconseja a las actividades de resistencia, exijan que se trabaje en los días de fiestas religiosas y patrióticas, por cuanto no debemos respetar ninguna de ellas”.


Los anarquistas vincularon su posición en la cuestión nacional con el antimilitarismo y realizaron trabajo político hacia los soldados. Eran años de enfrentamiento con Chile (1898-1902), y de la sanción del servicio militar obligatorio. Con respecto a la posibilidad de una guerra fratricida los anarquistas tuvieron una posición correcta, llamando a desertar a los conscriptos, aunque desde posiciones “moralistas” diciéndoles  “soldados…  obrad como mejor os plazca… id a engrosar las filas del ejército abdicando de vuestra personalidad para prostituiros en el cuartel y descargar los fusiles homicidas contra vuestros hermanos, o poneos del lado de éstos…”, y si bien denunciaban correctamente al ejército como instrumento de represión, lo identificaban como el “brazo armado de la patria”. Las posiciones infantilistas del anarquismo se pagarían caro en 1919, cuando se produjo el primer boceto insurreccional de nuestra historia.