La expansión de su latifundio en territorio austral significó el fin de la cultura y la lengua del pueblo Selk´nan y de otros como los Yámanas y Qawasqar o Alakalufes, todos mal llamados onas.
La expansión de su latifundio en territorio austral significó el fin de la cultura y la lengua del pueblo Selk´nan y de otros como los Yámanas y Qawasqar o Alakalufes, todos mal llamados onas.
El Dr. Antonio E. Díaz Fernández, descendiente del pueblo diaguita-kalchakí afirma que “aún espera justicia el genocidio del pueblo selk´nam de la Patagonia Austral llevado adelante desde finales del siglo XIX por parte de los estancieros Braun Menéndez, con la complicidad y colaboración del Estado.
Eduardo Galeano asegura en delorigen.com.ar que “los alambrados de José Menéndez y la introducción de cientos de miles de lanares en la tierra de los onas, a fines del siglo XIX, espantaban los guanacos, sustento principal de los selk’nam (por su carne como alimento y sus pieles para sus vestimentas), quienes vieron una alternativa en el ‘guanaco blanco’ —como denominaban a la oveja—, desconociendo que era ‘propiedad privada’ (…). “Pronto, los grandes estancieros se organizaron y comenzó la cacería de los selk’nam.
Federico Echeuline, mestizo selk’nam-noruego fallecido en 1970 testificaba: “Y así, pa’ no morir de hambre, buscaban los animales de los Menéndez. Por eso los mataba Menéndez”. Los nuevos ‘dueños’ del país selk’nam contrataban ‘cazadores de indios’ profesionales, como Mc. Lennan, alias Chancho Colorado.