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02 de febrero de 2011

Los cuadros

En su discurso al VII Congreso de la Internacional Comunista el camarada J. Dimitrov desarrolló el tema de la política de cuadros de los partidos comunistas. Los mejores acuerdos, dijo, quedan en el papel sin hombres que los lleven a la práctica.

En su discurso al VII Congreso de la Internacional Comunista el camarada J. Dimitrov desarrolló el tema de la política de cuadros de los partidos comunistas. Los mejores acuerdos, dijo, quedan en el papel sin hombres que los lleven a la práctica.
Una correcta política de cuadros exige: Primero conocer a los hombres, lo que sirve no sólo para descubrir camaradas capaces sino también para descubrir los nidos de agentes provocadores que el enemigo nos infiltra permanentemente. Sobran ejemplos de esto en el PCR. Segundo, promover acertadamente a los cuadros, lo que no puede ser un asunto casual. Dimitrov dio como ejemplo el caso de Dolores Ibarruri (Pasionaria), gran agitadora y luchadora, presente en el Congreso, quien, dos años antes, trabajaba en la base del Partido. Tercero, saber aprovechar los cuadros ya que “hombres ideales no existen: hay que tomarlos como son, corrigiendo sus lados flojos y sus defectos”. Cuarto, distribuir acertadamente a los cuadros asegurando que en los lugares claves estén compañeros enérgicos, en contacto con las masas, salidos de sus entrañas, resolviendo de modo adecuado los problemas familiares o materiales que los traban. Quinto, prestar una ayuda sistemática a los cuadros. Sexto, velar por la preservación de los cuadros, en el caso de que sea necesario enfrentar los golpes del enemigo.
Dimitrov planteaba como criterios fundamentales para seleccionar a los cuadros, 1: la más profunda abnegación por la causa obrera y fidelidad al Partido. 2: la más íntima conexión con las masas, “saber tomarle el pulso a las masas”. 3: orientarse por sí mismos en las situaciones y no tener miedo a la responsabilidad por las decisiones. 4: disciplina y temple comunista para luchar contra el enemigo de clase y combatir irreconciliablemente todas las desviaciones de la línea del partido.