La cooperativa la integran 15 miembros, nueve hombres y seis mujeres que conquistaron su derecho al trabajo mediante la lucha.
Como dependen de los planes del gobierno nacional y municipal no trabajan en forma permanente, lo hacen en negro, sin ningún tipo de protección social y con magros sueldos después de una dura jornada.
Con esta forma de trabajo es como el gobierno castiga a las organizaciones populares que se oponen a su política y no son cooptadas por el mismo. Además del trabajo conquistado, los compañeros tienen la alegría de prestar un servicio a los barrios populares de La Matanza que tienen necesidades tan angustiantes.
La cooperativa está construyendo las veredas en un barrio humilde en la Ruta 3 km. 36 de Oro Verde. El plan consiste en construir 3.200 metros de vereda (alrededor de 20 cuadras) donde tampoco hay cloacas, agua ni asfalto.
Los compañeros construyen una vereda sólida de acuerdo a las indicaciones que les dan los ingenieros, después de una jornada de alrededor de 9 horas; su productividad podría ser mayor pero las exigencias del plan, que estipula determinado tiempo de duración y maneja las entregas de materiales y los plazos de pago, hace que los compañeros adecuen su tarea a esta realidad. Una vez terminado este plan, vuelven a la incertidumbre de no tener trabajo, ya que no hay continuidad y les espera volver a la lucha para lograr que se abra la mano del Estado y obtener otro nuevo trabajo de veredas en algún otro lado.
En esta cooperativa, que depende de la Federación de Cooperativas René Salamanca, no hay diferencias en el trabajo entre hombres y mujeres y todo se resuelve en asambleas de democracia directa, que es la práctica de la CCC.
“Nosotros peleamos por trabajo genuino”
Durante una jornada de trabajo, un corresponsal de hoy recogió algunas opiniones de compañeros:
Osvaldo Bulacio nos dice “conseguimos algunos módulos de trabajo como la red de agua y veredas; en este momento estamos haciendo veredas, tarea que le hemos arrancado al Municipio. Esta cooperativa trata de integrar a todos los miembros del movimiento obrero desocupado, jóvenes, mayores, mujeres. El mercado laboral puso como límite invisible los 45 años, nosotros sabemos que más allá de esa edad estamos expulsados de la producción y la cooperativa es una alternativa para mejorar un poquito más la condición de vida por sobre lo que son los $ 150 de los planes. Hacemos trabajo de desmonte, compactación de tierra y nivelación y esto lleva toda una jornada de trabajo. Aquí los compañeros se van capacitando y van aprendiendo porque no todos venimos de la construcción. Pertenecemos a una organización social cuyo abc es la democracia directa, dónde todos somos protagonistas y entonces somos nosotros, como trabajadores, los que tomamos las decisiones: qué trabajo, qué jornada, cómo distribuimos el dinero, la disciplina de horarios. Nuestro futuro es luchar permanentemente por lo que falta, conseguir trabajo genuino, mejorar nuestra calidad de vida. Necesitamos trabajar y la única manera de conseguirlo es luchar por nuestro trabajo”.
Juan Carlos González, del barrio René Salamanca, viejo luchador de muchos años, es dirigente de su barrio y orgulloso del mismo y de la lucha permanente de sus compañeros, con quienes le arrancaron este trabajo al gobierno ya que no fue una concesión sino que lo lograron con movilización y lucha.
Si bien es un paliativo, reclaman la continuidad de los mismos con estabilidad laboral y todos los beneficios que le corresponden a cualquier trabajador. “Necesitamos una forma de protección social, no tenemos estabilidad laboral, necesitamos continuidad en el trabajo, resguardo de la salud, seguro por accidente, descuento para jubilación, respaldo por enfermedad. Este es un trabajo en negro y nuestro futuro próximo es salir a la calle y lograr continuidad en este trabajo. Tenemos contrato para un par de meses, nosotros buscamos en realidad trabajo genuino”.
Selva es una de las mujeres que integra la cooperativa; lleva años en el movimiento y es dirigente de su barrio. La compañera se ha quedado viuda y es sustento de su casa; era costurera pero tuvo que aprender este oficio trabajando a la par de los varones. Nos cuenta que no hay diferencia entre las mujeres y los hombres en cuanto a las tareas y las opiniones, “nos hemos ganado este lugar luchando a la par con ellos”.
Laura, vecina de Oro Verde, colabora permitiendo tener en su casa el pañol con las herramientas. Destaca que está contenta con los compañeros, con el cumplimiento de su trabajo, cómo lo realizan, la puntualidad y remarca que tienen muchas necesidades en el barrio. Además de las veredas, necesitan asfalto y agua potable ya que se siguen usando los pozos domiciliarios que están contaminados. “Nos estamos organizando, juntando firmas para que lleguen otras soluciones de mejoramiento barrial y así, que cooperativas como ésta, puedan seguir trabajando”.
Juan, es un vecino, y nos dice: “Estoy conforme con el trabajo de la cooperativa, ya que no podíamos salir de las casas porque el barrio era intransitable ; tenemos otra urgencia inmediata que es la obra del asfalto de las calles. Ojalá que ellos puedan seguir trabajando para realizar las obras que faltan”.
Corresponsal