Las escuelas abiertas de verano
Las escuelas abiertas de verano
A principios de enero, apenas comenzado el programa de Escuelas Abiertas de Verano, recibimos varias denuncias de las maestras, profesores, directivos y auxiliares alertando que la comida en los comedores no alcanzaba. Se dieron casos en los que concurrían 100 chicos y el cupo asignado era de 60, en otros casos la relación era de 60 a 40, etc. Las compañeras y los compañeros llamaron al sindicato, no sin antes haber “hecho los deberes”. Es decir, habían reclamado en forma reiterada ante los responsables distritales, sin obtener respuesta.
Por eso, el 16 de enero decidimos hacer pública la situación, ya que estamos en contra de todo ajuste en general, y rechazamos en particular que se haga ajuste con la comida de los chicos.
Repetimos: en 40 de las 57 escuelas abiertas faltaba comida. Sólo el esfuerzo de docentes y auxiliares paliaba de alguna manera el problema. Pero el inconveniente subsistía, y puso a las compañeras y los compañeros ante la disyuntiva de decirle a algún pibe que no había comida para él. Los trabajadores de la educación no vamos a decidir quién come y quién no. Como conducción de Suteba Quilmes no aceptamos esto. Debe destinarse el presupuesto para que todos tengan su almuerzo.
Luego de nuestro comunicado del 16 de enero ¿cuál fue la respuesta? Hubo distintas declaraciones, algunas más vergonzantes que otras. Que “se habían bajado los cupos porque si no, sobraba”. Que a lo sumo podría pasar que un chico se quedara “solamente un día” sin comida…
La realidad es que a partir de que Suteba Quilmes hizo pública la denuncia de docentes y auxiliares, (posición compartida por ATE Quilmes también), los funcionarios dieron la orden de aumentar el cupo general en un promedio del 10%, y en particular el de 4 escuelas en mucho más que eso. Por lo tanto, más allá de las visitas y las fotos posteriores, hay un reconocimiento tácito de que el problema existe. Es importante reparar en ello, ya que año tras año, directivos, docentes y auxiliares vienen peleando por la cantidad y la calidad de la comida en los comedores escolares y los cargos necesarios. Pelea que tuvo y seguirá teniendo el apoyo y el impulso de Suteba Quilmes y del Frente de Gremios Estatales de Quilmes.
Sobre nuestro salario y condiciones de trabajo
Otro debate público que se está dando es sobre la necesidad de obtener un aumento salarial que recupere nuestro poder adquisitivo devorado por la inflación, en camino a alcanzar un sueldo igual a la canasta familiar.
Hemos planteado desde la conducción de Suteba Quilmes que la exigencia de este año en paritarias no debería ser menor a un 48%, en sintonía con lo que plantean los compañeros de la conducción provincial de ATE. No es un número caprichoso, surge de calcular la pérdida de nuestro salario frente a la inflación desde el 2009 hasta hoy (aproximadamente un 24%) y sumarle la inflación proyectada para este año, digamos de manera conservadora, ya que podría llegar al 30% en 2013.
Desde ya pensamos que la inflación no es un “fenómeno natural” ni una “maldición del cielo”, sino que es producto de la política que lleva adelante el gobierno nacional hace 9 años. Son muchas las compañeras que son sostén de familia. A nuestros castigados bolsillos se le suman ahora el aumento de las tasas, del transporte y los servicios, los alimentos, alquileres, etc.
Hay distintos cálculos sobre el verdadero valor de la canasta básica, pero ninguno baja de los 7.000 pesos. Esa es la cifra que arroja el último estudio realizado por la Junta Interna de ATE Indec. Según la Escuela de Estadística de la Universidad Nacional de Rosario, la canasta básica se ubicaba en noviembre en 7.646 pesos. Pero estamos hablando de la canasta básica, lo que debería tomarse como base para fijar el salario mínimo. Si se analiza la canasta familiar, tenemos el estudio hecho por los delegados del Astillero Río Santiago, que llega a la conclusión de que el valor trepa a 10.200 pesos. Lejos, muy lejos de los tristemente famosos 6 pesos por día del Indec de Moreno.
El problema es que el Gobierno quiere imponer un techo del 18%, y además se niega a homologar acuerdos trimestrales o semestrales. Está claro que las autoridades nacionales y provinciales tienen la idea de que los costos de la crisis los tenemos que pagar los trabajadores. Pero plata hay, lo que pasa es que no hay voluntad política para tocar a los grandes intereses, ya que en muchos casos, son socios o amigos. Por lo tanto, es una pelea romper ese techo y lograr que a mediados de año el Gobierno esté obligado a dar otro aumento.
Es por eso que no podemos acordar con la posición de Ctera, que parte de un pedido del 30%, que llevaría el salario mínimo desde los míseros 2.800 pesos actuales a sólo 3.650 pesos. Si empezamos la negociación así ¿qué nos espera?
Y tenemos una gran preocupación porque la conducción provincial de Suteba no ha hecho pública cuál es la cifra que está pidiendo. La única manera de lograr un aumento digno, es recurriendo a la fuerza y a la voluntad de lucha del conjunto de los docente y estatales. Esta predisposición a defender nuestra dignidad como educadores estuvo reflejada en 2012 en la masividad con la que acatamos los paros nacionales, pese a toda la campaña en contra que se hizo desde ciertos grupos. Priorizamos la justeza del reclamo y la unidad con otros sectores, por encima de las diferencias
Volviendo a la paritaria en curso, es necesario que se haga público qué monto se está reclamando, para que seamos todos los docentes los protagonistas de esta pelea.
Entendemos que no se debe firmar ningún acuerdo que no contemple la eliminación del impuesto al salario, la universalización de las asignaciones familiares, la devolución de los descuentos de los paros y la inmediata solución para todos los docentes a los que se les adeuda su salario. Todo esto sumado a la exigencia de una solución de raíz a los temas de infraestructura, IOMA y reconocimientos médicos.
Y sobre todo, reiteramos nuestra posición: preparar desde ahora el no inicio de clases, escuela por escuela, en unidad con el conjunto de los estatales, y la necesidad de que las propuestas y las medidas de acción deben ser discutidas y resueltas por todos los trabajadores de la educación.