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17 de agosto de 2016

El gobierno de Estados Unidos entregó la semana pasada al gobierno argentino y a organismos de derechos humanos algo más de mil páginas de documentos desclasificados por el Departamento de Estado norteamericano de los años 1977 a 1982, sobre la dictadura argentina.

Los documentos desclasificados

La visión del imperialismo yanqui sobre la dictadura

 

 
Estos documentos, de 14 agencias y departamentos del gobierno de Estados Unidos, vuelven a confirmar los aberrantes crímenes de la última dictadura militar. Incluyen testimonios de algunas de sus víctimas, informes de distintos funcionarios y embajadores norteamericanos, descripciones de entrevistas como la del presidente Carter (1977-1981) con Videla, un informe de la recientemente fallecida Patricia Derian (secretaria de Derechos Humanos de Carter) y sobre las ramificaciones del Plan Cóndor que coordinó la represión de Estado en América Latina con el apoyo estadounidense.
En 2002 se habían desclasificado otra tanda de documentos que contenían listados de desaparecidos, y algunos de los casos más resonantes, como el secuestro de las ceramistas de Lozadur, entre ellas nuestra camarada Sofía Cardozo.
 
Videla y el PCR
Párrafo aparte merece una carta de Videla a Carter, del 11 de octubre de 1977, en la que el dictador intenta justificar el secuestro y tortura en los campos de concentración La Perla y La Ribera, Córdoba, de los padres y tres hermanas del arquitecto Daniel Deutsch, compañero del PCR de aquella provincia. Como la familia Deutsch era originaria de Estados Unidos, el gobierno se interesó por su caso, y fue motivo de varios intercambios de opiniones entre funcionarios norteamericanos y argentinos, como se desprende de los documentos. 
Videla escribe: “El Sr. Daniel Deutsch y su esposa, que abandonaron ilegalmente nuestro país, son activos miembros del Partido Comunista Revolucionario. Su función, dentro de la citada organización ilegal era la de efectuar tareas de Información e Inteligencia, vinculadas a la actividad de los grupos terroristas que actúan en el país. Su hermana Liliana pertenece a la misma organización subversiva, desempeñándose como activista en el ámbito estudiantil. El Sr. Alejandro Deutsch, padre de los anteriores, encubría las actividades ilegales de sus hijos. Por tales razones, tanto Alejandro como Liliana Deutsch se encuentran detenidos a los efectos de ser sometidos, próximamente, a los Tribunales Militares competentes”. En un comentario a la carta de Videla, el Consejero de Seguridad Nacional de Carter, Zbigniew Brzezinski, le dice que “Daniel Deutsch y su esposa salieron legalmente de Argentina y están en EEUU”.
Con ese lenguaje fascista, Videla justificaba cinco secuestros; por las presiones del gobierno yanqui la dictadura tuvo que “blanquear” a la familia Deutsch. 
Ya en esos años, nuestro Partido denunció estos secuestros, parte de los 20 mil que sumaban en 1977, así como los encarcelamientos, las torturas y la apropiación de bebés. Lo hicimos en nuestra prensa, en presentaciones judiciales, en las rondas de las Madres de Plaza de Mayo en las que estuvimos desde un inicio, ante la propia Patricia Derian, y en ocasión de la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, en 1979.
 
La política internacional de la dictadura
Sirven también estos documentos –en una primera y rápida lectura– para conocer un poco más de las opiniones de los gobiernos estadounidenses de la época, y particularmente los “dilemas” (según La Nación) de Carter frente a Videla y la dictadura. Efectivamente se muestran las contradicciones entre Kissinger (más proclive a acuerdos con Videla, y Carter, más enfrentado). Hay informes que destacan la persistencia de los secuestros y las torturas, incluso luego de la inspección de la CIDH, mientras otros caracterizan a Videla como “moderado” y enfrentado a la “línea dura de la Marina”. “Cuando tomamos medidas hacia Argentina que se interpretan como una sanción, no sólo indignamos a las ideologías de derecha, también ponemos nerviosos al sector empresarial y los medios en EE.UU.”, escribió Brzezinski en marzo de 1979 a quien fuera secretario de Estado estadounidense, Cyrus Vance, mostrando que esas contradicciones existían dentro del gobierno de Carter. Revelan también los documentos la preocupación norteamericana por el alineamiento de la dictadura argentina con la URSS.
Es imposible entender estos “dilemas” del gobierno imperialista yanqui con la dictadura argentina al margen de la disputa entre las principales potencias imperialistas de la época, particularmente entre EEUU y la URSS socialimperialista (socialista de palabra pero imperialista en los hechos). Un Informe del Comité Central de nuestro PCR, de su reunión del 12 y 13 de septiembre de 1977, decía que la dictadura, al tiempo que cumplía con las exigencias del FMI “imponiendo duras condiciones a la economía nacional”, y devolviendo las nacionalizadas ITT y Siemens y la comercialización petrolera a la Standard Oil y a la Shell, “En el terreno internacional la dictadura practica una política aventurera de provocación belicista. Ha abandonado el rumbo tercermundista que seguía el gobierno peronista y aplica una política hipócrita, aparentando defender los derechos nacionales pero coincidente, en la práctica, con los objetivos estratégicos del socialimperialismo soviético y su política de provocación belicista en el mundo”. 
Eran los tiempos en que se preparaba el enfrentamiento con Chile por el Canal de Beagle, que casi nos llevó a una guerra fratricida, y cuando los mismos que hablaban de reconocer la dignidad del individuo “creado a imagen de Dios” cometían las más terribles tropelías contra el pueblo argentino, pero se negaban a sumarse al boicot cerealero a Moscú –impulsado por EEUU– tras la invasión rusa a Afganistán.
El estudio de estos documentos no es sólo una necesidad para aproximarnos a la verdadera historia, sino para la permanente pelea por juicio y castigo a los culpables de crímenes contra el pueblo.