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17 de febrero de 2021

La inflación castiga a los trabajadores y al pueblo

Los “formadores de precios”

La política del gobierno de Macri agravó la situación de la mayoría de los trabajadores y el pueblo, en beneficio de un puñado de monopolios imperialistas, burgueses intermediarios y grandes terratenientes. Una manifestación de esta política son los índices de inflación en esos cuatro años. Sólo en el 2019, el último año del gobierno macrista, los aumentos de precios fueron los más altos en casi tres décadas: alcanzaron el 53,8%.

Pasado un año del gobierno de Alberto Fernández, y en medio de una crisis sanitaria, económica y social, la inflación anual fue del 36%, según el Indec. Todos vemos cómo, pese a este descenso con relación al 2019, los aumentos de precios, particularmente en los alimentos, se han acelerado en los últimos meses, de la mano de cierta reactivación económica, con lo que esto implica en el recorte del poder adquisitivo de salarios, jubilaciones y planes sociales. La inflación de enero fue del 4%, pero el rubro Alimentos y Bebidas fue más alto: 4,8%.

Esta escalada de precios al consumidor se da en el contexto en el que el gobierno estima una inflación del 29% para el 2021, lo que parece lejos de poder cumplirse, por los índices de enero, por los aumentos de combustibles –desde agosto más del 20%- que siguen atados al dólar,  y porque el ministro de Economía anunció que habrá aumentos de tarifas para “asegurar la rentabilidad de las empresas”. Guzmán a la vez afirmó que se modificará el “esquema tarifario”, para que esos aumentos no sean “superiores al 100%”.

El gobierno nacional viene manteniendo reuniones con distintos sectores, con la declarada intención de detener esta escalada inflacionaria mediante “acuerdos”. A la salida de la reunión con la “Mesa de Enlace” el 10/2, en la que el Ejecutivo afirmó que no aumentará las retenciones ni cupos de exportación como había planteado en otro momento, los titulares de las entidades rurales dijeron que ellos no son “formadores de precios”.

Los voceros de los verdaderos dueños de la Argentina, representantes de grandes monopolios de distintas ramas de la producción que se reunieron al día siguiente con parte del gabinete repiten esto, y en un juego del “gran bonete”, plantean “nuestra incidencia en el precio final es baja, el problema son los otros sectores de la cadena de producción y comercialización”. Lo mismo salieron a decir representantes de grandes hipermercados.

 

Dependencia y latifundio

Para afirmar esto, se niega o se oculta que la Argentina sea un país dependiente y disputado por las potencias imperialistas. Estas potencias nos condicionan de muchas maneras, además de la impagable y fraudulenta deuda externa, como la que se está negociando con el FMI.

Monopolios imperialistas controlan la exportación de granos y derivados. Lo mismo pasa con la producción petrolera y minera. Así, estas grandes corporaciones que pueden ser yanquis, chinas, europeas, rusas, etc., manejan la principal fuente de divisas netas del comercio exterior.

Además, lo otro que niegan los voceros de los poderosos de la Argentina es que en nuestro país se mantiene una estructura latifundista, que con más o menos innovaciones tecnológicas, castiga a los chacareros y campesinos pobres, en beneficio de un puñado de grandes terratenientes que concentra y extranjeriza las mejores tierras. Estos son los grandes “formadores de precios”.

El gobierno nacional, siempre con relación al crecimiento de los precios al consumidor, plantea, de ahí las reuniones con empresarios, la necesidad de “coordinar las expectativas” de los aumentos de precios. En ese camino llegó a acuerdos con los grandes frigoríficos para retrotraer el precio de algunos cortes de carne vacuna, que habrá que ver qué alcance tienen. De la misma manera, reclamó a los dirigentes sindicales que sus reclamos salariales sean “moderados”.

No es la primera vez que distintos gobiernos han intentado “acuerdos” de precios y salarios para contener la inflación. Pero esto oculta que, en las sociedades modernas, la inflación es un método de redistribución de ingresos a favor de los terratenientes y capitalistas, y dentro de éstos, de los sectores monopolistas que tienen mayor posibilidad de elevar los precios.

 

Que paguen los que se la llevan en pala

En la Argentina, como en otros países oprimidos, la circulación de monedas extranjeras como el dólar, y la presión especulativa que su adquisición genera, potencia parte de los mecanismos por los cuales las potencias imperialistas descargan su crisis, transfiriendo con ella su propia inflación, con efectos nefastos sobre el conjunto de la economía nacional. La disputa interna entre los sectores terratenientes y monopolistas, que son los que en definitiva manejan el poder del Estado, amplifica este fenómeno.

La imperiosa necesidad de los países dependientes como el nuestro, de vender sus productos para cubrir los déficits que ocasiona todo ese mecanismo, los obliga a devaluar su moneda para poder competir así a más bajos precios en el mercado mundial. Pero a su vez, las restricciones a la oferta interna, por la subsistencia del latifundio y la propia opresión imperialista, presionan a nuevas alzas de precios internos, lo que obliga a posteriores devaluaciones. Asimismo, el encarecimiento de los productos importados presiona el aumento de los precios internos.

A esta presión inflacionaria hay que sumar los gigantescos montos de deuda externa, como particularmente el último crédito otorgado al gobierno de Macri por el FMI, de más de 45 mil millones de dólares. La única salida es suspender el pago de la deuda, investigarla, recuperar los fondos mal habidos y castigar a los culpables.

Desde nuestro Partido, dentro del Frente de Todos, venimos planteando medidas concretas, en el camino del impuesto a las grandes fortunas, para que la crisis la paguen los que se la llevan en pala. Porque no hay salida de la crisis sin investigar y recuperar los fondos de la timba macrista, y del endeudamiento de YPF y otras empresas estatales.

Parte de estas medidas son un estricto control de precios y de abastecimiento a los grandes monopolios de la producción y a los grandes distribuidores y comercializadores de los productos básicos de la canasta de nuestra población, así como la recuperación de la soberanía en lo que hace al comercio exterior de nuestros granos, petróleo, minería, etc.

No hay salida a esta espiral inflacionaria si no se toman medidas que afecten las ganancias de los grandes monopolios imperialistas y grandes terratenientes.

Escribe Germán Vidal

Hoy N° 1852 17/02/2021