Jesús Manuel Córdova, un trabajador mexicano que estaba entrando indocumentado a los Estados Unidos, salvó la vida de un niño de nueve años que se hallaba perdido, y terminó detenido por la Patrulla Fronteriza yanqui, y deportado.
A mediados de noviembre, Córdova llevaba dos días caminando por el desierto de Arizona, cuando encontró a Christopher Buztheitner, de 9 años. El niño estaba perdido tras salirse del coche –en el que viajaba junto a su madre– al caerse por un barranco. El trabajador mexicano, padre de cuatro hijos, estuvo 14 horas con el niño y prendió fuego para abrigarlo. Finalmente llegaron, alertados por la fogata, los de la Patrulla Fronteriza; y el niño fue trasladado en una ambulancia.
Córdova dijo a la prensa, ya de vuelta en su ciudad de origen, Magdalena de Kino, en Sonora (México), que “No lo podía dejar ahí solo, yo sabía que me podían agarrar, pero ese niño me necesitaba en ese momento”. Afirmó también que no se sentía un héroe. “Lo único que me duele es que no me pude despedir de él, solamente recuerdo que me dijo ‘gracias’ en español”, recordó el inmigrante.
“Sin duda, le salvó la vida”, reconoció el propio alguacil del condado Santa Cruz, Tony Estrada, añadiendo que esto era una muestra de que “no todos los inmigrantes indocumentados son criminales, sino hombres y mujeres de “buen corazón, que solamente cruzan la frontera para buscar una mejor oportunidad de vida”. Una muestra más de la hipócrita política de las clases dominantes yanquis.
03 de octubre de 2010