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10 de abril de 2013

Los inundadores

Miserias y mezquindades de los gobiernos

 Santa Fe, abril de 2003. Desborde del Río Salado por corrupción en el destinos de fondos de la obra hidráulica. Inundación en Tartagal, Salta, 2009: desmonte y falta de obras. El pueblo puso los muertos. Inundación en Capital Federal, Gran Buenos Aires y La Plata, 2013: negocios inmobiliarios, Tecnópolis, shoppings, y falta de obras. Otra vez el pueblo pone los muertos.

 Santa Fe, abril de 2003. Desborde del Río Salado por corrupción en el destinos de fondos de la obra hidráulica. Inundación en Tartagal, Salta, 2009: desmonte y falta de obras. El pueblo puso los muertos. Inundación en Capital Federal, Gran Buenos Aires y La Plata, 2013: negocios inmobiliarios, Tecnópolis, shoppings, y falta de obras. Otra vez el pueblo pone los muertos.
Los inundadores son los mismos: en primer lugar el gobierno nacional, y en este caso los gobiernos de Macri, Scioli, Bruera y el resto de los intendentes del conurbano, que vienen gerenciando los intereses de los grupos económicos afines, despreciando la vida de los trabajadores y el pueblo.
La presidenta dice “no es el momento de buscar culpables”, 48 horas después de afirmar –por cadena nacional– que el responsable de la inundación en Barrio Mitre es el shopping Dot, de Elsztain. Dice una parte de la verdad, para ocultar la otra: Tecnópolis, construida sobre el reservorio del arroyo Maldonado.
En La Plata, ya los profesionales de ingeniería hidráulica habían advertido “para poder garantizar un buen funcionamiento del sistema … [de desagües] se requieren obras de gran envergadura y costo”, que nunca se hicieron.
Porque los inundadores no están para eso. Usan y abusan de “la caja” del Estado, para garantizarse su permanencia, y para asegurar las ganancias de los que “se la llevan con pala”, como le gusta decir a Cristina Fernández. Por eso, cuando hacen obras de infraestructura, no piensan en la mayoría del pueblo, no. Invierten en el tendido eléctrico para empresas como Aluar, en obras para Cristóbal López, o le prestan plata a monopolios como General Motors.
Son miserables. Y sus miserias contrastan más, con el extraordinario despliegue de solidaridad popular que hemos protagonizado en estos días. La conclusión es sencilla. Hay que sacarse de encima a los inundadores. Sólo así, esa inmensa solidaridad se podrá transformar en obras.
Sólo barriendo a los miserables podrá haber un gobierno de unidad popular que abra paso a un proceso revolucionario, y terminar con esta conjunción de negociados inmobiliarios, falta de prevención y ausencia total de planes de emergencia.
Hay ejemplos. La China revolucionaria con Mao Tse Tung al frente, dominó sus ríos, que pasaron de ser “un martirio” inundando miles de hectáreas y matando a miles de pobladores, a ser un beneficio para la población. Lo lograron con la movilización de centenares de miles de trabajadores y campesinos, y un plan de obras basado en la consigna de “servir al pueblo”.
Porque no es que “no hay Estado”; hay Estado, y está dirigido por un nuevo grupo hegemónico de las clases dominantes, el kirchnerismo, que ha vuelto a demostrar, con esta inundación, su esencia mezquina y mentirosa. Hay que torcerles el brazo, para poder avanzar hacia una Argentina mejor.