Noticias

11 de abril de 2012

Los jóvenes sin futuro tomarán algún día las armas

“El gobierno de Tsolakoglu ha eliminado para mí cualquier esperanza de supervivencia, que se basaba en una pensión muy digna que yo había pagado por mi cuenta sin ninguna ayuda del estado durante 35 años. Y dado que mi avanzada edad no me permite reaccionar de otra forma (aunque si un compatriota griego tomara un arma yo lo apoyaría) no veo otra solución que poner fin a mi vida de esta forma digna, antes que terminar hurgando en los contenedores de basura para subsistir…” (Giorgios Tsolakoglu fue el general griego que en 1941 entregó su ejército a los invasores nazis y fue puesto por los alemanes a la cabeza de un gobierno colaboracionista con los ocupantes alemanes).

“Creo que los jóvenes sin futuro tomarán algún día las armas y colgarán boca abajo a los traidores de este país en la Plaza Syntagma, como los italianos hicieron con Mussolini en 1945”.
Con esta estremecedora nota, puesta en un bolsillo de su abrigo, se despidió Dimitri Cristoulas, farmacéutico jubilado, antes de pegarse un tiro en la cabeza a las puertas del subte y frente al Parlamento griego en la Plaza Syntagma, donde tantas veces había participado en las manifestaciones contra el ajuste antipopular y antinacional impuesto por la “troika” Unión Europea-Banco Central Europeo-FMI y por los sucesivos gobiernos socialdemócratas y conservadores de Atenas.
El suicidio de Dimitri (¿o asesinato?) volvió a volcar a miles de griegos a las calles de Atenas, Salónica y otras ciudades, denunciando una vez más las políticas de recorte de los salarios, de las ayudas sociales y de los derechos democráticos. La policía volvió a reprimir con gases y palos, como lo hace casi cotidianamente desde hace dos años.
Los jefes de la política griega y europea y los del FMI –los Merkel, Draghi y Papademos (el “tecnócrata” empleado de Goldman Sachs puesto a dedo al frente del gobierno de Grecia)– fingieron lamentar la muerte de Dimitri. Ninguno hizo la menor alusión a la masiva desesperación que generan las políticas de hambre y desocupación con que ellos descargan la crisis económica que ellos mismos crearon, sobre las espaldas populares.
En apenas dos años rebajaron el 15% las pensiones de los jubilados. De éstos, muchos tuvieron que alojarse en casa de sus hijos; otros han sido convertidos en mendigos u obligados a buscar ropa y comida en los tachos de basura. Los mismos efectos de las mismas políticas imperialistas que padecimos en la Argentina con Menem-Cavallo-De la Rúa.
Con razón el pueblo griego identifica la situación neocolonial en que la “troika” imperialista ha puesto a Grecia con una segunda ocupación extranjera. Más tarde o más temprano, como ya sucedió, las masas trabajadoras y populares griegas volverán a hacer resonar aquello que en diciembre de 2001 resonó aquí: “¡Que se vayan todos! ¡Que no quede ni uno solo!”.