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11 de noviembre de 2010

Los mercados regionales

Documentos del PCR / tomo 6

El pro­ce­so de cen­tra­li­za­ción y con­cen­tra­ción mono­po­lis­ta ha empu­ja­do la crea­ción de gran­des mer­ca­dos regio­na­les uni­fi­ca­dos con vis­tas a crear bases de apoyo para la dis­pu­ta de los mer­ca­dos del Tercer Mundo y las fuen­tes de mate­rias pri­mas.

El pro­ce­so de cen­tra­li­za­ción y con­cen­tra­ción mono­po­lis­ta ha empu­ja­do la crea­ción de gran­des mer­ca­dos regio­na­les uni­fi­ca­dos con vis­tas a crear bases de apoyo para la dis­pu­ta de los mer­ca­dos del Tercer Mundo y las fuen­tes de mate­rias pri­mas.
Los EE.UU. han crea­do un mer­ca­do común con Canadá, en el que pien­san incluir a México. En 1992 se cons­ti­tui­rá el Mercado Común Europeo. Los mono­po­lios de fuera de Europa se pre­o­cu­pan por “tener un pie” en ésta para 1992, mien­tras los mono­po­lios euro­peos tie­nen como con­sig­na “defen­der a Europa”. Japón aspi­ra a crear un mer­ca­do común con Hong Kong, Singapur; Taiwán y Corea de Sur, paí­ses en los que ya tie­nen una gran fuer­za sus
ban­cos y empre­sas, y al que se agre­ga­rían los paí­ses del sud­es­te asiá­ti­co agru­pa­dos en la ANSEA (Tailandia, Birmania, Indonesia, entre otros).
Este pro­ce­so de uni­fi­ca­ción supra­na­cio­nal no borra las con­tra­dic­cio­nes y dis­pu­tas, secu­la­res, entre paí­ses como Alemania, Francia o Gran Bretaña. Más aun éstas se han agu­di­za­do ante el ace­le­ra­do pro­ce­so de reu­ni­fi­ca­ción ale­ma­na. No se puede ase­gu­rar que el pro­ce­so de reu­ni­fi­ca­ción euro­pea se hará por el cami­no pací­fi­co. Hasta ahora Alemania Federal (al igual que Japón, en Asia) res­pe­tó rela­ti­va­men­te el cha­le­co de los acuer­dos pos­te­rio­res a la Segunda Guerra Mundial (desa­rro­llan­do fuera de su terri­to­rio la expe­ri­men­ta­ción de armas sofis­ti­ca­das) pero nadie puede garan­ti­zar que esto siga sien­do así en el futu­ro.
Alemania Federal es la loco­mo­to­ra, actual­men­te, de la uni­dad euro­pea. Los fran­ce­ses acep­tan hasta ahora este hecho y abren posi­bi­li­da­des de pene­tra­ción a los mono­po­lios ale­ma­nes en sus ex colo­nias afri­ca­nas, a cam­bio de igua­les faci­li­da­des en Sudáfrica, Turquía y paí­ses del Cen­tro y el Este de Europa. Pero bastó la supre­sión del muro de Berlín para que el fan­tas­ma de la reu­ni­fi­ca­ción ale­ma­na, y las pers­pec­ti­vas de que ésta exija la revi­sión de las fron­te­ras de 1945, lle­va­sen gran inquie­tud a los fran­ce­ses, che­cos­lo­va­cos, pol­acos y de otros pue­blos. A su vez Gran Bretaña, que tiene supe­rio­ri­dad en la pro­duc­ción agro­pe­cua­ria y en la indus­tria béli­ca, pre­sio­na a sus alia­dos (prin­ci­pal­men­te a Alemania) para que tomen com­pro­mi­sos en la indus­tria béli­ca, y la defen­sa euro­pea, y aban­do­nen la polí­ti­ca de sub­si­dios a la pro­duc­ción agro­pe­cua­ria de otras nacio­nes del Mercado Común. La posi­bi­li­dad de la reu­ni­fi­ca­ción ale­ma­na ha refor­za­do la ten­den­cia de Gran Bretaña a inten­si­fi­car sus rela­cio­nes diplo­má­ti­cas con sus ex colo­nias del Comenwealth (Australia, Nueva Zelanda, Canadá, India, paí­ses ára­bes) y paí­ses en los que tuvo tra­di­cio­nal influen­cia, como los del Cono Sur de América del Sur e Islas del Caribe.