El aumento de la plusvalía relativa lo pueden lograr los capitalistas aumentando el grado de intensidad del trabajo (haciendo que el obrero rinda más trabajo en el mismo tiempo) o aumentando la fuerza productiva del trabajo (incorporando métodos de producción más avanzados).
La intensidad con que se desarrolla el trabajo está referida al gasto de energía que realiza el obrero en una jornada de labor. Los capitalistas pueden extraer mayor plusvalía de los obreros intensificando su gasto de energía, lo que implica un aumento del trabajo rendido durante cierto tiempo.
Los métodos para aumentar el grado de intensidad del trabajo pueden ser diferenciados según actúen –dada una técnica determinada- directamente sobre el obrero, y métodos que aceleren la intensidad a través de modificaciones en la mecánica del proceso de trabajo.
El objetivo que se persigue en el primer caso es contrarrestar la resistencia pasiva del obrero a la explotación, intentando elevar al máximo la parte de trabajo efectiva durante la jornada, según lo permitan las condiciones técnicas con las que el obrero tiene que enfrentarse. En el segundo caso, también se intenta racionalizar el tiempo de producción efectivo buscando elevar el límite que impone la técnica, a través de la incorporación de tecnologías más sofisticadas.
En la Argentina se emplean ambos métodos. La ingeniería de control de movimientos, la aceleración de las cintas de producción y el sistema de premios a la producción (forma encubierta de trabajo a destajo), corresponden al primer caso. La incorporación de técnicas que permitan al obrero controlar mayor número de medios de trabajo en el mismo tiempo, corresponde al segundo caso.
La incorporación de nuevas técnicas no sólo se vincula a la búsqueda de una mayor intensidad sino también al aumento de la productividad del trabajo. En este caso, la clase capitalista en su conjunto puede incrementar la plusvalía relativa aumentando la productividad en las ramas que producen medios de subsistencia para los obreros. Esto permite disminuir globalmente el valor de la fuerza de trabajo sin que ello implique disminuir el nivel de vida de la clase obrera, sino incluso mejorándolo, cuando su lucha logra arrancar a su favor una parte de ese aumento de la productividad.
Este último método, que es el más dinámico del capitalismo, es el que menos vigencia ha tenido en nuestro país: por las trabas que impone a la expansión de la productividad la dependencia del exterior de medios de producción (y de tecnología en general); por el control de insumos claves por el capital monopolista; y por la traba que implica el latifundio a la expansión de la producción agropecuaria (cuando hay incrementos en la productividad, lo fundamental es absorbido como renta por los terratenientes).
Todo esto lleva a que en nues-tro país tengan mayor vigencia los métodos más arcaicos de extracción de plusvalía (prolongación de la jornada y aumento en el grado de intensidad del trabajo) y que incluso por períodos prolongados impere la superexplotación o disminución lisa y llana del salario real. Es decir aumento de la plusvalía relativa pagando la fuerza de trabajo por debajo de su valor, disminuyendo el nivel de vida de los obreros. Esto se logra con un gran número de desocupados y recurriéndose al control del precio de la fuerza de trabajo por el poder del Estado.
El aumento en la tasa de explotación de los obreros que se obtiene mediante los métodos enumerados, favorece a la clase capitalista en su conjunto (aunque en su distribución los sectores monopolistas en general se apropian de una mayor parte a través de sus posibilidades de manejo de los precios de los productos y del crédito y, en el caso del campo, dado el predominio latifundista, lo fundamental del aumento de la plusvalía se transforma en renta terrateniente). También los capitalistas disponen individualmente de métodos para incrementar la tasa de explotación, mediante el crecimiento diferencial de la productividad del trabajo, que es lo que se llama plusvalía extraordinaria.
La plusvalía extraordinaria, que es una forma de plusvalía relativa que sólo pueden obtener uno o algunos capitalistas, también puede lograrse aumentando la intensidad del trabajo. La posibilidad de las grandes empresas de implementar todo el espectro de alternativas para incrementar la intensidad, hace que puedan aumentar la plusvalía extraída por este método más que las empresas pequeñas y medianas. Así las grandes empresas pueden extraer más plusvalía, aún pagando salarios mayores que las empresas chicas (además la subsistencia de éstas, se utiliza como pretexto para controlar los salarios, con lo que se logra también mantener relativamente deprimidos los salarios en las grandes empresas, cuyos obreros, si no tendrían condiciones de ejercer su mayor poder de contratación).