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18 de mayo de 2011

A consecuencia del asesinato de una niña de 12 años de San Nicolás por parte de un familiar cercano que ya había producido otros abusos sexuales, se volvió a instalar en la primera plana de los medios de difusión el terrible tema del abuso sexual infanto-juvenil.

Los niños no mienten. Hay que escucharlos

Hoy 1369 / Frente al abuso sexual

El caso cobra notoriedad no solo por lo aberrante del crimen, sino porque pese a ser un sujeto peligroso y con antecedentes, gozaba de plena libertad para volver a cometer delitos sexuales, ante la indiferencia de la policía y la Justicia.

 

El caso cobra notoriedad no solo por lo aberrante del crimen, sino porque pese a ser un sujeto peligroso y con antecedentes, gozaba de plena libertad para volver a cometer delitos sexuales, ante la indiferencia de la policía y la Justicia.

 

Una experiencia frente al delito de abuso sexual
En septiembre de 2009, por la demanda de una víctima de abuso sexual y de su familia, se organizó una primera marcha para hacer público el hecho lo que permitió que se fueran acercando mamás, abuelas, tías de otras víctimas.
Después de la primera marcha resolvimos organizarnos, buscamos nombre y un logo y familiares, psicólogos, abogados y amigos, comenzamos a trabajar.
En el año 2010 se hicieron dos marchas: al Tribunal de Familia que continuaba permitiendo que abusadores sostuvieran el régimen de visitas con los hijos abusados ya que lo más importante para el tribunal era “no romper el vínculo padre/hijo” (sic) y si la madre se negaba a permitir dicho régimen por razones obvias, el tribunal impulsaba el cobro de una multa por incumplimiento y el dinero era debitado del sueldo y entregado al abusador. También se fue a la Fiscalía, donde se solicitó que en los juicios se utilizase lo grabado en la cámara Gesell para que los menores abusados no tuvieran que testimoniar en el juicio. Y a los Tribunales en lo Penal reclamando que se haga verdadera justicia con los abusadores.
Tras un año de preparación, aprendizaje del tema y visitas a fiscales, jueces de garantías, jueces de familia, ámbitos periciales, etc., aprendimos mucho. En la cuestión legal sabemos desde cómo hacer la presentación o denuncia en fiscalía, hasta el último paso que es la Suprema Corte de Justicia.
Si los jueces del lugar no se involucran, no le dan importancia a esto porque lo consideran un “delito privado”, o porque entienden que “de esas cosas no se habla”, sabemos que la Suprema Corte, mucho menos va a hacerlo. Porque: “¿Qué importancia tiene una nena de seis meses, abusada por su padre?” ;“¿Qué importancia tuvo una nena como la de San Nicolás que terminó asesinada?; “¿Qué importancia tienen dos chiquitos de 5 y 6 años violados en forma aberrante por su padre si éste es ingeniero, viste traje, habla bien y tiene trabajo?;“¿Qué importancia pueden tener las chiquitas violadas por un pastor evangélico si las nenas que eran sus víctimas, “eran pobres”, como dictaminó recientemente la Justicia para justificar la liberación del abusador?
Siempre que hacemos las entrevistas, no vamos menos de dos. Siempre debe haber un testigo de todo lo que se habla. Ya sea con fiscales, jueces de familia, jueces de garantía, o psicólogos de la asesoría pericial (donde se realizan las entrevistas e informes para las causas por abuso o violación).
Muchas veces, la mayoría de estos informes son precarios, no dejan registrados la existencia de abuso y, al ser revisados parcialmente o algunos de sus párrafos sacados de contexto por los jueces, hace que éstos terminan siendo cómplices del abusador en vez de reparador ante el delito cometido. Se niegan a registrar el horror que viven esas criaturas y todo lo que significa volver a contarlo.
Los peritos psicólogos o psiquiatras oficiales que entrevistan a los abusadores, toman lo que el sujeto dice como válido, sin profundizar. Y ni hablar de las pruebas psicológicas, que son las mismas que se les hacen a conductores de colectivos o a un empleado de comercio como pruebas laborales. Seguro que van a dar “normal”.
Estamos luchando para que se tomen pruebas de personalidad donde queden registrados los rasgos manipuladores, posesivos, perversos del abusador. El recorrido no es corto y debemos seguir todas las semanas lo legal. En la agrupación todas somos personas que trabajamos para vivir. Esto es sin fines de lucro y es todo un desafío. Después de mucho pelear sin tener un espacio físico propio, logramos que nos prestaran una sala para funcionar y declararan nuestra actividad de interés Municipal.
Entendemos que la lucha se da en varios frentes; en lo legal, cuando se pudo hacer la denuncia, llevó mucho tiempo, mucho manoseo de las víctimas y familias. Y necesitan que un juez en algún momento dictamine con la palabra “culpable”. Esto es parte de la cura de tantos sufrimientos.

 

La condena social
 Hacer marchas, darle difusión por los medios de comunicación donde se hable del caso (a veces sin dar nombres, para no alargar más el proceso judicial con denuncias por calumnias e injurias a la familia de la víctima, por lo menos hasta que no haya sentencia definitiva), ayuda a la familia y fortalece al grupo. También es sanador para las víctimas, los familiares y vecinos en general, hacer pegatinas con la cara y nombre del abusador con la frase “Cuidado abusador”.
Conocemos el perfil del abusador: suele ser en apariencia “un buen vecino, agradable, solidario, sin conflictos en el trabajo, ni con los vecinos”. Y podríamos seguir hablando mucho más del abusador.
Sobre las víctimas se puede decir que: Lo que un niño no vivió, no lo conoce y no puede fabularlo. Que el daño físico y psíquico es muy grande y lleva años superarlo. Que muchas veces incide en la sexualidad futura. Y que también necesitan, aunque sean pequeños, la reivindicación social y tratamiento psicológico.
Se han acercado mujeres que después de muchos años, recién pueden hablarlo. Para ellas la reivindicación es esa: contarlo. En lo legal ya no se puede hacer nada porque las causas prescriben después de los cinco años.
La lucha es larga y dura. El grupo es contenedor: en algunos momentos frente al escepticismo y en otros por las ganas de tomar un revolver y hacer justicia por mano propia.
El castigo debe ser social y las víctimas saber que ese sujeto jamás volverá a dañar. El abuso sexual es un asesinato moral. No a la resignación.