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26 de enero de 2011

Conversamos con Mario Olavarría, coordinador del trabajo en obreros rurales de la CCC, quien cuenta la situación de estos trabajadores, y la imperiosa necesidad de derogar la ley esclavista de la dictadura, e imponer una que contemple las necesidades urgentes de los rurales.

Los obreros rurales en la Argentina

Hoy 1353 / El trabajo esclavo, un problema histórico de millones

El compañero Olavarría comenzó relatando que él, nacido y criado en el campo, vio desde niño mucho sacrificio y mucha esclavización de los obreros rurales del sur de nuestro país.

El compañero Olavarría comenzó relatando que él, nacido y criado en el campo, vio desde niño mucho sacrificio y mucha esclavización de los obreros rurales del sur de nuestro país.
“En nuestro país hubo leyes que favorecieron a los obreros, la 20.744 de Perón, aplicada por Isabel en el año ‘75; después la dictadura militar la sacó e instrumentó la 22.248, que es una ley negrera, de esclavitud, donde todos los derechos adquiridos por los obreros rurales fueron anulados, sin que los obreros tengan derecho a nada. A partir de la dictadura, es todo trabajo en negro, todas son horas extras, no hay feriado, no hay vacaciones, no hay absolutamente nada, todo es a gusto y criterio del patrón. Muchas luchas, largas y duras, hemos librado contra ella.
“La 20.744 tenía todo lo que hoy al obrero rural le hace falta. El obrero necesita una ley del Estado que lo favorezca, si no, no está protegido: vacaciones, aportes jubilatorios, descuento sindical, horas extras 50%, feriados y domingos al 100%, aguinaldo, despidos, pagos de retroactivos por diferencias salariales.”
Hay dos proyectos de ley de trabajo agrario presentados en el Congreso de la Nación, una de Cristina Kirchner y otra del “Momo” Venegas (secretario general de la Uatre), pero “nosotros estamos tratando de movilizar en todo el país y concertar entrevistas con diputados para que el trabajador rural esté bajo el amparo de la Ley de Contrato de Trabajo, como cualquier otro empleado”, cuenta Olavarría.
“Además en ambos proyectos está el tema de las bolsas de trabajo que manejaría la Uatre. Lo que permitiría tener un acceso a estar sindicalizado y al mismo tiempo tener sus derechos. Pero hay algo que no está claro ¿quiénes van a administrar esa bolsa de trabajo?, se abriría la posibilidad al manejo de punteros, que se convierta en mafia sindical y política, y que se haga clientelar, o sea que los obreros tengamos que pagar una coima para poder acceder a un trabajo. Por eso estamos buscando discutir con los diputados para que se clarifique cómo se va a manejar ese instrumento legal.

Necesitamos derogar la ley de la dictadura
“La aprobación de cualquiera de los  proyectos de ley, no garantiza ningún cambio. Porque si no la hacen cumplir desde el gobierno nacional, va a quedar ahí, cajoneada. Nosotros venimos empujando que se derogue la ley de la dictadura. También vamos a tener que luchar para que se haga efectivo, y que sirva a la masa trabajadora.
“Para eso necesitamos organización, desde diferentes ángulos, a través de la Uatre y de otras formas, como grandes agrupaciones, que deben ser instrumentos. Tenemos que obligar con la lucha desde abajo al “Momo” Venegas para que tome cartas en el asunto, que se ponga al frente para que no haya ley específica y no quede cajoneada la discusión.
“En 2008, Venegas mandó un proyecto que fue aprobado por ambas cámaras, la Ley de Corresponsabilidad Gremial, que consiste en que para hacer los descuentos de los obreros, el comprador retiene al productor todos los descuentos de la masa trabajadora, y si hay un tercero, ese también retiene. El último comprador es el que va a depositar los descuentos. Es una recaudación que pasa directo al Estado, pero la masa trabajadora debería tener su aporte correspondiente. Se aprobó esa ley, pero no han hecho nada para hacerla efectiva. De esto no dicen nada en la presentación de los dos proyectos.
“Los obreros estamos muy mal a nivel nacional por los bajos salarios y la inflación K, y ni hablar de algunas provincias que están destrozadas. Por ejemplo, en Misiones, los tareferos no tienen absolutamente nada, tienen seis meses de trabajo y el resto del año, nada.  Pero la lucha de los rurales y los trabajadores de la fruta de Río Negro marcan el camino de enfrentamiento a la situación que vivimos, también en San Juan con movilizaciones.
“La Ley de Corresponsabilidad Gremial permite tramitar los planes interzafra, que son $225 por mes –desde ya que es una miseria–; por ejemplo, se termina una faena de seis meses de trabajo, a través de Anses se hacen los trámites y al mes ya empieza a cobrar la persona, porque es rápido. Y cuando se reinicia la zafra, se corta automáticamente. Esto existe en algunos lugares, pero en Misiones no existe, que es el caso del drama de los tareferos.
“Hay provincias donde se termina la faena y ya empieza otra, por lo tanto hay un lapso de diez días que el obrero deja de producir para que comience otra producción. Entonces esto es como un descanso para el obrero, pero no son vacaciones pagas.
“En la mayoría de las provincias, el obrero rural trabaja de sol a sol, porque las ocho horas de trabajo ya no existen desde la dictadura. Y claramente renació el trabajo esclavo, en negro, al grito del patrón, sin derecho a nada.
“Es un tipo de trabajo que va rotando de cosecha en cosecha, puede haber dos cosechas en el año.

El trabajo golondrina ya casi se ha perdido
“El trabajo golondrina ya casi se ha perdido porque en algunos lugares se ha dejado de sembrar lo que se sembraba hace 20 o 30 años. Por ejemplo, en el sur de la provincia de Buenos Aires antes se sembraba tomate, morrones, zapallo, papa, cebolla y eso se ha ido perdiendo. Eso permitía al obrero ir rotando de lugar en lugar, de zona en zona o de provincia en provincia.
“Por ejemplo en Río Negro, terminaba la manzana, se marchaba hacia el norte de la provincia, a Lamarque, Beltrán, Choele Choel, porque había fruta, pero también íbamos a la cosecha del tomate y morrón, y así se iba completando el ciclo. Terminaba ese ciclo y se migraba a la provincia de Buenos Aires para trabajar con la cebolla.
“Los cambios fueron porque los productores cambiaron de siembra, porque en algunas épocas del año la producción no tenía valor en el mercado que permitiera ganancia. Entonces se dejó de practicar la horticultura; en muchos casos, pasaron a tener unas vacas más. Por ejemplo colonos de 25, 30 o 40 hectáreas en la zona de Bahía Blanca. En Hilario Ascasubi había una fábrica de tomate que se llamaba Acindal, que compraba el tomate de la zona y lo elaboraba. Todos los productores trabajaban el tomate para la fábrica, entonces había movimiento de obreros golondrina que venían de todos lados. Se pagaba bien. Pero ¿qué ocurrió? –es lo que hoy ocurre en general–, se la fueron vendiendo entre varios, se la robaron, la desmantelaron poco a poco, y empezaron a desparecer máquinas. Ahora está el casco como recuerdo.
“Entonces, toda esa chacrería que trabajaba alrededor de la fábrica, que se nutría y entregaba la producción, se quedó sin mercado. Muchos se dedicaron a la producción de cebolla, que tiene un ciclo más largo. Todo esto repercutió en el trabajo rural, antes se hacía todo a mano: desyuyar, carpir, la cosecha y la embolsada. Hoy desde que se siembra se usa herbicidas matayuyo, y ahí ya se eliminaron cuatro o cinco peones. La cosecha se hacía a mano, hoy pasan con unas máquinas con cuchillas, se ocupa mano de obra pero poca. Es más rápido el trabajo, deja a un montón de gente afuera –cuando podría mejorar las condiciones de los obreros–, y así se ha ido abaratando mano de obra. Y así andamos muchos atrás de una changuita, ‘te pago tanto si querés’, te dice el del campo, si no viene otro con la misma necesidad o peor.

Sin reforma agraria, esta esclavitud histórica va a seguir existiendo
“La situación del peón rural es grave. En Misiones la esclavización es mayúscula, porque es en toda la provincia. Son 20 o 25 mil tareferos. Ahí la importancia es cómo unimos todo eso.
“El trabajo esclavo en el campo es parte de un proceso que viene desde hace mucho tiempo, con la llegada de los españoles. Primero hubo esclavos, después sirvientes y la cadena no se ha terminado nunca más. Perón quiso resolver el problema del peón pero no llegó a completar. Hizo el intento, pero no hizo una reforma agraria. Es un tema grueso, porque acá si no hay reforma agraria, esta esclavitud histórica va a seguir existiendo.
“Acá si no hay un millón o dos de chacras y se liquida el latifundio, el problema del campo va a quedar irresuelto. Yo creo que tenemos que pensar en la lucha contra la extranjerización de la tierra, los trabajadores rurales unidos y organizados debemos encabezar un amplísimo frente único con los semiproletarios, los campesinos pobres, las naciones y pueblos originarios, los campesinos medios y atraer un sector de los ricos y burgueses agrarios. A la vez que luchamos por nuestras reivindicaciones, peleamos por la tierra que es un tema importantísimo de las luchas obreras.
Hay familias –los Benetton son cinco hermanos– que tienen un millón de hectáreas compradas en la Argentina, y este gobierno está metiendo preso, asesinando y apaleando a originarios que son los verdaderos dueños. Y cuando se toma un predio para hacer una vivienda va y los mata, se los reprime, por 50 metros de tierra, cuando en el sur se regalan miles y miles de hectáreas, en lugares estratégicos. Casi todos compran en los grandes valles, con ríos, lagos, con agua, que va a ser un problema a futuro. Sin ir más lejos, Tomkins compró los esteros del Iberá, donde está el Acuífero Guaraní. Y eso hay que darlo a conocer a los obreros, hay que organizar, hay que decirlo, hay que explicarlo.
“Por eso, uno cuando va y visita a los compañeros, el mensaje que damos es que sin una reforma agraria integral, sin un millón de chacras, los problemas de fondo de los rurales no se van a arreglar.”