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14 de mayo de 2014

Los obreros y la “gran guerra” (4)

Crónicas proletarias

El Partido Socialista dirigido por Juan B. Justo, que al principio de la guerra interimperialista de 1914 mantuvo una posición contraria a la misma, con el correr del conflicto la fue variando. Como dice José Ratzer en El movimiento socialista en Argentina, págs. 106/107 “…durante un par de años el Partido Socialista (la mayoría de su dirección) se atuvo formalmente a las resoluciones pacifistas de los congresos socialistas internacionales de principios de siglo. Casi todo el mundo era “neutralista” en nuestro país, y se necesitaron dos hechos de singular importancia para que las profundas disidencias en el seno del socialismo salieran a relucir. Uno de esos hechos se refiere al manejo de la guerra por las propias potencias imperialistas. El segundo ni más ni menos que a la asunción del gobierno radical y al neutralismo de Yrigoyen”. 
Las disidencias a las que se refiere Ratzer son las que se venían expresando entre un sector de la Juventud Socialista (expresado en el Centro de Estudios Sociales Carlos Marx y el Comité de Propaganda Gremial) y la dirección del Partido, que hacía rato que no tenía nada que ver con el marxismo, ni con el internacionalismo. Estas contradicciones, en su desarrollo, son una de las causas profundas que llevaron a la ruptura del PS  que daría lugar a la fundación del Partido Socialista Internacional en enero de 1918 y que, dos años después, pasó a llamarse Partido Comunista.
Como ejemplo de la posición sostenida al principio de la guerra, recordemos que el periódico La Vanguardia, órgano oficial del PS, escribía en agosto de 1914: “El inmenso dolor, el daño irreparable que nos prepara, es el choque innecesario y evitable de los pueblos que nada pueden ganar desangrándose y barbarizándose recíprocamente”. El PS mantuvo su “neutralismo”, aunque débil, hasta 1916. Si bien la mayoría de los editoriales y noticias sobre la guerra llevaban un sesgo aliadófilo, fundamentalmente pro inglés, se expresaron posiciones condescendientes con los alemanes, como algunos artículos de Augusto Bunge, quien escribió “No es mi propósito justificar los crímenes de que los franco-ingleses acusan a los alemanes en esta guerra, pero diré que falta averiguar el grado de su veracidad; y cuesta creer que en un pueblo que ha ascendido tan alto como el alemán en la cultura, y cuya delincuencia es en tiempos normales muy inferior a la francesa, se demuestre de cultura y moralidad inferiores a los otros países en guerra. La Vanguardia, 14 y 15 de octubre de 1914.