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24 de septiembre de 2014

Los planes sociales para las mujeres

San Juan: De medida de emergencia a propuesta de subsistencia

Se agravan los males sociales y gran parte de la población sufre pobreza. Falta trabajo y plata para consumir. El proyecto de gobierno de los Kirchner y Gioja en San Juan, no han resuelto empleo y calidad de vida para el pueblo. Cada vez más personas, mayormente mujeres, se suman a la CCC o ACP para participar de jornadas de reclamo por trabajo o planes sociales. Hoy se requiere mayor conocimiento para acceder a un empleo pero cada vez se está más lejos de lograrlo. En este contexto siguen echando mano a un abanico de planes sociales confeccionados por organismos internacionales, direccionados en su aplicación y que son préstamos a devolver. Así quieren mantener sobreviviendo a quienes quedan fuera del mercado laboral, mientras siguen ganando y favoreciendo a monopolios amigos de dentro y fuera del país. 
 
Las mujeres opinan
Estamos realizando reuniones de mujeres en distintos barrios para escuchar sus reflexiones sobre la realidad que viven, la situación laboral y el impacto de los planes sociales en general y en las mujeres en particular. La mayoría de las participantes de entre 34 y 70 años, tienen más de 5 hijos; las menores de 34 años hasta 4 hijos. De las beneficiarias de planes sociales, muchos son “Ellas hacen” (programa para mujeres que han sufrido violencia o que tienen más de 5 hijos). Varias están separadas por maltrato, la mayoría de sus maridos realizan changas en construcción y rurales, comentan que no tienen buen estado físico, que aparentan más edad. Pocas reciben la cuota alimentaria. Realizan tareas domésticas en casas de familia o venden alguna mercadería. 
Las reflexiones en general son similares, expresan no querer plan sino un trabajo: por la obra social, la jubilación, la aplicación de sus saberes y la consideración social. “Mis hijos trabajaban en la minera, ahora no tienen trabajo y tienen deudas, andan desanimados buscando que hacer; muchos jóvenes ya no piensan en empresas, piensan en el plan, eso es malo”. “Yo cosía en casa para una minera y ahora estoy sin qué hacer”.
“La pobreza afecta mucho, trae robo, droga y también egoísmo y maldad. Fíjense que hay gente que le roba la jubilación a sus viejitos”. 
“Mi marido siempre fue machista, como todos, pero nunca me pegó ni trató mal, cuando lo despidieron de la empresa iba y venía nervioso, por ahí conseguía una changa, y se vino abajo, empezó a tomar, ahora cuida coches en la calle y viene borracho, nos insulta, nos pega, rompe todo. En el Centro de la mujer me dijeron que no lo puedo sacar de casa porque al ser alcohólico estaría abandonando a persona enferma. Tengo que sufrir nomás”.
“Cuando reclamás en la calle pasan y te miran como a flojas que quieren vivir de arriba; pero no conseguís trabajo y si tenés más de 35 años, menos; en casas de familias o geriátricos, te pagan poco, por ahí una patrona dice: la semana que viene no vengas ¿y? Las ventas callejeras no dan, hay poca plata”. 
“Las mujeres más que los varones siempre atinamos a hacer algo para salir adelante, los varones se bajonean, se ponen malos, toman, pero ellos también lo sufren”. “Mis hijos han estudiado y tampoco consiguen trabajo, no les da ilusión para progresar”.
Las intervenciones van dando cuenta de una realidad difícil e injusta donde la doble opresión recrudece. Muchas tienen experiencia laboral fuera de casa, algunas en fábrica textil, otras en el campo o en servicios. 
Surgió el tema de la tecnología, comentan sobre mujeres que quedaron afuera cuando instalaron cosechadoras mecánicas de tomate y ahora una empresa colocará cosechadora mecánica para la uva: corta el racimo, acarrea, pesa, embala. Un empresario dijo que las máquinas trabajan de lunes a lunes y no piden permiso para faltar. ¿El gobierno pensó qué harán quienes realizaban esa tarea en forma manual? 
Un tema muy debatido fue la imposición de estudiar del plan “Ellas hacen”. Cuando escuchábamos a muchas decir que les parecía mal estudiar, dijimos que están equivocadas, que es bueno estudiar. Pero no habíamos preguntado por qué les parecía mal. Lo que plantean es que muchas no pueden con la propuesta, “hace más de 20 años que no agarro un lápiz ni la lectura”, “me cuesta entender lo que me piden”, “no me concentro pensando en los 6 que dejé con mi mamá, que tengo que llegar a hacer cosas, estoy intranquila y cansada, porque salgo a limpiar, somos 8 para comer”, “me saqué un 2 en lengua y mis hijos adolescentes me decían, ¿viste, y nos retás a nosotros?, pasé vergüenza, tengo 3 oportunidades para aprobar”, “los profesores son buenos, son jóvenes, ganan menos que nosotras, yo le conté que quería ir al Encuentro y me felicitó”. La dificultad de concentrarse para comprender y la vergüenza frente a la familia y compañeras de clase se reiteran en las opiniones. ¿Se tuvo en cuenta la vida de una mujer pobre con muchos hijos, que padeció maltrato, que carece de comodidades, etc.?
Tal vez les cueste responder a las consignas que les presentan los profesores, pero en cuanto a analizar las causas del empobrecimiento, de elaborar propuestas para producir alimentos para consumo local, merecen un 10. 
Así, cada reunión realizada finalizó con ricos debates y propuestas, también con la consigna de ayudar para que alguna de las vecinas pueda viajar a Salta,… y muchas con la voz quebrada decían ¡cómo me gustaría ir!