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06 de febrero de 2013

Reproducimos la nota de Mariana Echaguibel para SURsuelo (21/11/12).

Los pollos de los subsidios de oro

¿El país de las vacas pasó a ser el país del pollo? Todo indicaría que sí. Durante este año se exportó más carne aviar que bovina y el consumo per cápita aumentó de manera considerable. Varios pueden ser los motivos. El pollo tiene una retención mucho más baja que la carne vacuna y hay claras políticas de incentivos hacia las empresas que concentran la cadena productiva. Este cambio económico y cultural parece, nuevamente, tener que ver más con intereses concentrados que con los hábitos de consumo y las verdaderas necesidades de los argentinos.
En la edición de diciembre de 2011, SURsuelo publicó que “este año se ha exportado más pollo que carne vacuna, y una de las causas es la gran crisis ganadera que atraviesa el país desde hace varios años, en la que perdió el 20% de sus vacas en sólo cuatro años. […] Según datos del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), hoy la Argentina aparece novena entre los exportadores de bifes de pollo, pero ocupa el sexto puesto entre los exportadores de patas y pechugas. El desempeño del país ha ido de menor a mayor: este año finalizaría con exportaciones por 200 mil toneladas y para el año próximo crecerán hasta 225 mil toneladas. Más allá de que su participación es minúscula respecto del comercio global, del 2,2%, ese volumen alcanza para quedar sexto en el ranking, detrás de Brasil, Estados Unidos, la Unión Europea, Tailandia y China”.

El boom del pollo ha llegado para quedarse
Según cifras oficiales, entre enero y agosto de 2012, la Argentina exportó 163 mil toneladas de carne de ave por unos 265 millones de dólares, casi un 19% más en términos interanuales. En el mismo período, el país vendió 125.993 toneladas de cortes bovinos, un 28,2% menos que en igual lapso de 2011. Los principales destinos del pollo argentino son Venezuela, China, Sudáfrica y Chile. Pero aún está lejos de Brasil y Estados Unidos, las potencias exportadoras que dominan el mercado internacional.
En lo que a consumo interno se refiere, el promedio anual de carne de pollo per cápita en 1991 era de 11,88 kilos, mientras que para marzo de 2011 registró un nivel de 36,7 kilos, llegando a la actualidad a los 40 kilos aproximadamente. Durante mucho tiempo, Argentina fue conocida como el país con mayor consumo per cápita de carne bovina en el mundo. Sin embargo, después de alcanzar su máximo histórico en 1956 con 100,8 kilos, esta variable ha mostrado una tendencia bajista, aunque en extremo volátil.
Los números son más que números ya que marcan, en definitiva, un cambio de tendencia a nivel productivo, económico y hasta cultural que viene atravesando nuestra nación a partir de la feroz crisis ganadera que se desató varios años atrás.
“La última vacunación del Senasa brindó como resultado que hay 8.100 productores ganaderos menos en el último año. De 250 mil productores agropecuarios, 2200 concentran el 55% del rodeo ganadero. En este 2010 hay tres millones de vacas madres y 160 mil toros menos, 10 millones de cabezas menos del stock global, la Cuota Hilton no se ha cumplido en un 70%, y del año pasado hasta hoy los argentinos han disminuido el consumo de carne (de 72 kilos pasaron a 50). Mientras tanto, ya hay entre 10 y 15 mil puestos de trabajos menos en los frigoríficos”, informó SURsuelo en su segunda edición.
La falta de incentivos a la producción ganadera provocó que el sector cárnico viviera en la última década un terrible retroceso, aunque en los primeros ocho meses de este año la producción creció el 2,6% respecto del mismo período del año anterior. No obstante, las exportaciones siguen cayendo, la Cuota Hilton sigue sin ser cumplida en su totalidad y los frigoríficos siguen bajando la persiana.

La escena olvidada
Son varios los motivos que llevaron al incremento de la exportación de pollo. Es que la carne vacuna tiene un tipo de cambio mucho menos positivo para exportar que la carne aviar, el pollo entero tiene sólo un 5% de retenciones mientras que la carne vacuna el 15%, los ganaderos no tienen ningún incentivo para producir carne para exportar y los productores de carne avícola, sí.
“Es un número récord que tiene que ver con la productividad, los precios y la escala que tenemos”, explicó a los medios Roberto Domenech, presidente del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA), que congrega a las firmas productoras de pollos de Argentina.
Lo que no cuenta Domenech es que se trata de una industria subsidiada en la que el precio que se les paga a los productores es como máximo 1,20 pesos por pollo logrado, pero las empresas venden ese pollo a más de 5 pesos. El sistema de producción está en un 99% integrado: el productor recibe de las empresas industriales el pollito bebé, el alimento, la cama que se usa, las vacunas y la asistencia de un veterinario que lo acompaña y asesora durante la cría. Una vez logrado el pollo, la empresa lo busca y se lo lleva. Según Juan Echeverría, productor de Entre Ríos, la producción de pollo se trata de una relación feudal, porque ni siquiera se es asalariado, sino que a las condiciones de trabajo las fija el integrador y al integrado se le paga por un pequeño pollo logrado.
Durante el periodo 2007/2010, los frigoríficos avícolas fueron los más favorecidos por el viejo sistema de compensaciones. De esta manera, recibieron 2.100 millones de pesos por parte de la disuelta ONCCA con el propósito de mantener estable la mesa de los argentinos. Pero el sector avícola no sólo recibió compensaciones, sino que también obtuvo subsidios indirectos por parte del gobierno. De hecho, la intervención oficial al mercado de maíz (retenciones + trabas comerciales) logra que las firmas polleras adquirieran el grano a un precio muy por debajo de su valor real.

Los números no mienten
En el libro “Es la Ekonomía Estúpido”, Maximiliano Montenegro afirma que “después de los molinos, las fábricas avícolas fueron las que mayores estímulos recibieron del Estado. También es un sector que se caracteriza por su elevada concentración. Entre las firmas más favorecidas se encuentran: Cresta Roja ($317 millones), Granja Tres Arroyos ($263 millones) y Soychú ($198 millones). En este rubro figura entre los beneficiados el supermercado Coto ($7,5 millones), que cuenta faena y frigorífico propio”.
Domenech pronosticó que este año el país producirá más de dos millones de toneladas de carne aviaria, por encima de los 1,78 millones de 2011, y que las exportaciones de todos los productos avícolas -contemplando productos no alimenticios- llegarán a las 330 mil o 340 mil toneladas. “El proyecto nuestro es estar para el 2017 en 2,5 millones de toneladas de producción -un 25% más que este año- y exportar 600 mil toneladas”, concluyó Domenech.
Bajo el titular “Un plan de diez años para agrandar el campo”, la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, anunciaba el Plan Estratégico Agroalimentario (PEA): “Para el 2020 la producción de granos llegará a 157,5 millones de toneladas, un aumento del 58% frente a 2010”. Nos preguntábamos, en ese entonces, con quiénes y con cuántos productores se lograrán esas 157 millones de toneladas. En el proyecto del Ejecutivo y de Domenech nos preguntamos, ahora, a costa de qué se llegará a las 600 mil toneladas de pollo para exportar, bajo qué sistema de producción y si sólo las beneficiarias serán las no más de 35 empresas (Cresta Roja, Granja Tres Arroyos, Soychú, Las Camelias, entre otras) que concentran la cadena productiva, ubicadas en el corazón de la Pampa Húmeda.