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13 de septiembre de 2012

Desocupación, miseria y hambre ya son el paisaje cotidiano de la crisis en Europa. Cuanto más “rescates”, más deuda y recesión. Se gesta una nueva oleada de luchas sociales: los pueblos no aceptan pagar el costo de una crisis ajena.

Los pueblos no quieren pagar los costos del derrumbe

Hoy 1436 / ¿Sobrevivirá la “Unión” Europea? Y si no sobrevive…

Toda Europa está en el ojo de la tormenta de la crisis. Cuál más, cuál menos, todos los países del “viejo continente”, y especialmente los de la zona del Euro, son sacudidos por el vendaval. Para los sectores populares de esos países –ya no sólo los de la “periferia” sino también los “centrales”– la desocupación, la miseria y las ollas populares ya no son un “fantasma” sino una realidad dramática de millones.

Toda Europa está en el ojo de la tormenta de la crisis. Cuál más, cuál menos, todos los países del “viejo continente”, y especialmente los de la zona del Euro, son sacudidos por el vendaval. Para los sectores populares de esos países –ya no sólo los de la “periferia” sino también los “centrales”– la desocupación, la miseria y las ollas populares ya no son un “fantasma” sino una realidad dramática de millones.


Las burguesías monopolistas europeas no atinan a acordar una salida: se ahonda la puja entre los ajustadores neoliberales (enfilados tras el Banco Federal alemán) y los también ajustadores regulacionistas (agrupados alrededor del presidente francés Hollande). Son muchos los que prevén la posibilidad de que se hunda ya no sólo la moneda única europea (el euro) sino el propio proceso de integración, con incalculables consecuencias económicas, sociales y políticas. Se multiplican fricciones y se reformulan alianzas. Algunos analistas evocan las ominosas divisiones europeas de la década que antecedió a la segunda guerra mundial.


La crisis no es sólo europea, igual que en 2008 no era sólo norteamericana. Es mundial, y ya está asolando a países a los que hasta hace poco se consideraba “desacoplados” de sus efectos. “Estamos ante una crisis de una gravedad excepcional, una crisis larga que dura desde hace más de cuatro años, y ninguna potencia económica, ni las emergentes, están a salvo”, dijo el presidente francés Hollande el 31 de agosto.


Como ya señalamos (hoy Nº 1434, 29/8/2012) por su profundidad, extensión y persistencia, la crisis actual sólo es comparable con la de la década de 1930.

 

“Gravedad excepcional”
Pasaron ya tres años desde que los 27 países de la UE crearon un gigantesco fondo de “rescate” de 750.000 millones de euros. Pero la crisis siguió extendiéndose, imparable, golpeando a países tan importantes como España e Italia. Los masivos recortes presupuestarios y demás ajustes antipopulares, como era de prever, sólo lograron agravar el debilitamiento de las economías y la degradación de las condiciones de vida de los europeos. Tampoco era sólo financiera.


En julio, 18 millones de personas estaban sin trabajo en la Eurozona; un 11,3% de la población activa. Es el índice de desocupación más alto que tiene esa región desde que entró en vigencia la moneda única diez años atrás. Hay 2,1 millones de puestos de trabajo menos que hace un año. España y Grecia lideran esta estadística siniestra; de mayo del año pasado a hoy pasaron del 21,7 al 25,1% y del 16,8 al 23,1% respectivamente. Más de 10 millones de hombres y mujeres están sin trabajo desde hace más de un año. En Francia el desempleo supera el 10%, el mayor nivel en más de 20 años, consecuencia de la ola de despidos en las grandes compañías.


La situación es peor entre los jóvenes. En julio había 5,5 millones de personas menores de 25 años sin empleo en la UE; de ellos 3,4 millones pertenecen a la eurozona. Es casi la mitad de la población juvenil de entre 16 y 25.


La desocupación agrava la miseria y la pobreza, que no sólo afecta a los sin trabajo sino –como consecuencia de los recortes y bajas salariales– a capas cada vez más amplias de asalariados. Unos 116 millones de europeos están por “caer en la pobreza”, reconoció el viernes 7 la Comisión Europea. El Ejecutivo de la UE no sólo advirtió sobre la desocupación, sino también sobre la creciente precarización del trabajo (consecuencia de las medidas que la propia UE viene imponiendo en todos los países integrantes). “Casi el 94% de los empleos generados en 2011 son de tiempo parcial, y el 42,5% de los jóvenes tiene contratos a tiempo determinado”, reconoce. Se estima que en la región hay unos 80 millones de pobres. “La gente se ve obligada a ahorrar en lo más básico como el champú y la comida”, dice Pieter Cleppe, jefe de la oficina de Open Europe en Bruselas. En todas las grandes capitales proliferan los desocupados sin techo; a quienes perdieron su casa en el vendaval de la especulación inmobiliaria, se suman los que ya no pueden alquilar una vivienda y habitan donde pueden.


A la vez los despidos, las bajas salariales, las subas de impuestos y los recortes fiscales afectan aún más el mercado interno. Las sucesivas “inyecciones monetarias” por miles de millones de euros no fueron a crear fuentes de trabajo sino sólo a reparar la situación de los bancos.
Ninguna de las cumbres europeas modificó esta orientación. Cuando esta edición de hoy esté en la calle estará teniendo lugar una reunión del Eurogrupo en Chipre, y habrá otra en octubre en Luxemburgo, además de la cumbre europea extraordinaria prevista para noviembre. La “visita” esta semana de la Troika imperialista (FMI–UE–BCE) junto con el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, a Atenas para fiscalizar el cumplimiento a rajatabla del programa antipopular impuesto a Grecia, se realizará en medio de manifestaciones: miles de policías, guardacostas y bomberos organizaron simulaciones de suicidios para representar el daño que causan las medidas impuestas por los acreedores como condición para entregar los nuevos tramos de “ayuda” financiera, con la complicidad de los propios gobernantes griegos (antes el socialdemócrata Papandreu y ahora el conservador Samaras). Para descargar aún más brutalmente la crisis sobre el pueblo, la Troika recomendó a Atenas imponer la ampliación de la semana laboral a seis días y reducir el período de descanso entre los turnos de trabajo. Hay quienes sospechan que semejante “propuesta” a Grecia no es más que un “globo de ensayo” para extender luego la “reforma laboral” a España y otros países.


A partir de enero a los trabajadores portugueses se les aumentarán las retenciones para la seguridad social del 11% al 18%, lo que significará una baja del 7% en los salarios, mientras se reducirán los impuestos a las empresas.


El francés Hollande, con el argumento (que en la Argentina popularizó el menemismo) de “combatir el desempleo”, lanzó la flexibilización laboral: cuando fue electo en mayo prometía la suba del salario mínimo y un plan de creación de empleo financiado por el Estado, pero apenas cuatro meses después convoca al “sacrificio” y programa para 2013 “flexibilizar” los contratos y los despidos a favor de las empresas.


“¡Ni un euro para la banca!”; “Alemania arruina a Europa”; “La troika ordena, el gobierno impone y la juventud responde”, manifestaron el viernes 7 los “indignados” españoles del 15-M coincidiendo con la presencia de Angela Merkel en Madrid para controlar la aplicación del ajustazo antipopular y entreguista de Rajoy. Los manifestantes llevaban pancartas con dibujos representando a “Hitler 1939-Merkel 2012”, portando uno la cruz gamada del nazismo y la otra el símbolo del euro. Para el 15 de setiembre los sindicatos y organizaciones sociales convocan otra gran movilización en Madrid.

 

Los demonios que despiertan
El jueves 6 el Banco Central Europeo anunció un nuevo y masivo plan de “rescate” para las endeudadas economías de la zona del euro. El destinatario inmediato sería España, que ya recibió 125.000 millones de dólares en junio, y quizá luego también Italia. El BCE compraría grandes cantidades de bonos “soberanos” (de los estados) para que disminuyan las altísimas tasas de interés que los usureros internacionales exigen para financiarlos.


Así, el BCE transferiría a esos gobiernos gigantescas sumas en euros. Eso sí, con “estrictas condiciones” que no se explicitaron pero que sin duda supondrán nuevos “ajustes” presupuestarios y fiscales, aún más gravosos para las economías, para los pueblos y para las soberanías nacionales que los ya vigentes. Se profundiza el endeudamiento de esos países, y éstos son reducidos cada vez más a la condición de semicolonias financieras de los monopolios y de las potencias hegemónicas en la UE, particularmente de Alemania. Por otra parte, nadie dice cómo podrán esos países pagar sus deudas con cada vez más recesión y desocupados.


Para algunos analistas la decisión del BCE –que hasta ahora a instancias de Alemania siempre se había negado a intervenir en el “mercado de bonos”– reflejaría un cambio fundamental en la relación de fuerzas entre las potencias de la UE: sería la derrota de la ortodoxia alemana y el triunfo de los países del Sur, sobre todo de Italia, España y Francia (La Nación, 7/9/12). Sin embargo –y eso es lo que no se ha explicitó– la “mancomunión” de la deuda anunciada por el presidente del Banco Central Europeo Mario Draghi podría haber tenido como base mayores concesiones políticas al Bundesbank alemán, principal accionista del BCE.


Pero es cierto que la crisis ha agrandado las líneas de fractura entre las burguesías monopolistas europeas. Tan profundamente que para algunos observadores europeos las actuales disputas “amenazan con despertar demonios que bien podrían hacer que Europa retroceda, no ya unos años, sino varias décadas; hasta las más sombrías del siglo pasado” (Corriere della Sera, 7/9/12).