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23 de septiembre de 2015

Los riesgos en Estados Unidos

Se volvió a postergar la suba de la tasa de interés

 

 
Tras discusiones que llevan varios meses y dos jornadas que mantuvieron en vilo a los mercados, la FED (el banco central de los Estados Unidos) resolvió postergar nuevamente la suba de su tasa de interés de referencia (de corto plazo), que viene sosteniendo cercana al 0% (en 0,25%) desde diciembre de 2008. Una medida monetaria extrema que tomó para salir de la crisis de 2008-2009 –que luego amplió en sucesivas rondas de programas de compra de bonos–, con una emisión de dólares sin precedentes en base al endeudamiento de la FED, que aumentó en un 500%: de 870 mil millones de dólares en 2007 a 4.486 mil millones en 2014. 
Así, con esa inundación de dólares al mundo, se realizó el salvataje de “los grandes bancos” y otros monopolios, como los del automotor y electrónicos, y al boom del fracking y de las materias primas en general, alentado por el “viento de cola” de la rápida recuperación de la economía de China, que se proyectaba como imparable en el tiempo. Pero, por el propio funcionamiento del capitalismo monopolista, la mayor parte de esos fondos han ido a la especulación sobre esas recuperaciones (inflando las Bolsas), antes que a la expansión de la inversión y el consumo, con la consiguiente debilidad de la demanda y baja inflación; al tiempo que el debilitamiento de la economía de China comenzaba a mostrar los síntomas de sobreproducción relativa, no sólo en esa gran economía convertida en la segunda del mundo (dejando atrás primero a Alemania, y después a Japón), sino también a escala mundial, en ramas fundamentales de la economía, como en la siderurgia y la energía desde mediados de 2014.
 
Una recuperación lenta
En la fase de recuperación del ciclo capitalista iniciado con la crisis de 2008-2009, Estados Unidos, ha venido avanzando a paso de tortuga, mientras que la liebre China da señales de agotamiento y el resto del mundo se tambalea. Ahora, la agitación de los mercados y los problemas de China vienen socavando las ya poco alentadoras perspectivas de Estados Unidos. Sobre su economía se proyectan los efectos desastrosos de la sobreproducción ya manifiesta en sectores claves, como el siderúrgico y el energético (principalmente petróleo y biocombustibles), la minería y la agricultura, etc.
Además, la recuperación estadounidense contrastada con el panorama de un crecimiento mundial alicaído, ha venido impulsando el valor del dólar, encareciendo los productos estadounidenses en el extranjero, dificultando sus exportaciones. Esto podría frenar a la economía estadounidense en los próximos meses, mientras que las caídas bursátiles perjudicarían la confianza y el gasto de los consumidores. La prolongación de este cuadro haría también a las empresas más renuentes a invertir.
El “crédito fácil” para recuperar la demanda, como en la construcción o en los automotores por ejemplo, acumula crecientes préstamos subprime, es decir sin capacidad de pago. El moderado repunte que preveía la FED pierde fuerza. Por otro lado, en lo inmediato, la caída de las materias primas, además de golpear a su sector agrario y minero, viene afectando fuertemente a Canadá –su vecino y principal socio comercial–, que ya ha entrado oficialmente en recesión, con la caída en su producto por segundo trimestre consecutivo: del –0.8%, después del –0.5% del primer trimestre.
 
El factor China
Los monopolios estadounidenses están tratando de navegar en la turbulenta situación mundial, todavía con ligeras ganancias en el mercado interno y nuevas preocupaciones por China y la mayoría de las llamadas “economías emergentes”.
China produce 21% de las importaciones de bienes y servicios de Estados Unidos, lo que le da una gran influencia sobre los precios y los salarios internos, pero representa sólo 7% de las exportaciones estadounidenses. Por sí mismo, esto haría que el impacto de una desaceleración de las ventas a China fuera menor, aunque ya se manifiesta concretamente en caídas de la actividad en los distritos de Boston, Dallas y San Francisco, especialmente en los sectores industrial, tecnológico y de servicios financieros.
El principal problema externo para las empresas y la economía de Estados Unidos proviene de los efectos depresivos que la desaceleración china produce a escala internacional; en particular Japón y Alemania, ven aún más comprometidas sus inversiones y ventas a China.
 
La tasa de interés
Según la FED, hasta julio, el dólar se había apreciado casi 8% frente a una amplia canasta de monedas. El alza se amplió en agosto, cuando China devaluó el yuan. Un dólar más fuerte también agrava el déficit comercial, porque, por un lado, se encarecen los productos de exportación y se exporta menos; por el otro lado, crecen las importaciones, dado su abaratamiento: los precios de los productos que compra Estados Unidos ya habían bajado un 10,4% en julio, respecto del mismo mes del año pasado.
Los funcionarios de la FED, durante meses, vinieron dando señales de que habría al menos un leve aumento de tasas este año, tal vez a partir de septiembre. Pero, debido a la incertidumbre en torno a las perspectivas de crecimiento e inflación, la FED ha debido replantearse el cronograma y el ritmo de esos planes. Hay mucho en juego. Si las tasas suben, afloraría la superproducción, ya no sólo en los combustibles y demás productos de origen mineral y agrícola, sino también en otras industrias claves de la economía capitalista. Como sucede por ejemplo con el repunte automotor en el segundo trimestre dónde, por primera vez en la historia, los préstamos en manos de las familias de EE.UU. superaron el billón de dólares. Las compras de vehículos venían reanimando este sector que había quedado prácticamente destruido en la crisis de 2008/2009. La suba de los intereses habría provocado la cesación de pagos de los préstamos a las familias con un historial de crédito deficiente, conocidos como subprime, que hoy representan cerca de un quinto de la deuda automotriz.
En cuanto a sectores como el energético y el agrario, las bajas tasas de interés han permitido que siguieran sosteniendo su producción a pesar de las caídas de los precios. Por ejemplo, por más de un año las empresas estadounidenses de energía han seguido endeudándose en miles de millones de dólares para seguir extrayendo petróleo, a pesar del derrumbe de los precios del crudo. Pero, conforme los bancos reconsideran el valor de las propiedades de petróleo y gas de las empresas de energía, los productores enfrentan nuevos recortes en sus líneas de crédito, lo que se vería agravado si suben los intereses. Los perforadores medianos y pequeños, que fueron los primeros en adoptar la tecnología que permitió la extracción de crudo y gas atrapado bajo densas capas de roca de esquisto a lo largo de América del Norte, ya se desprenden de activos a precios de liquidación, achican sus planteles de trabajadores y retrasan el pago a sus proveedores. Datos oficiales divulgados en agosto revelan que, en junio, la producción estadounidense comenzó a caer a cerca de 9,3 millones de barriles al día, un descenso de casi 3% desde que la producción de este año alcanzara un máximo en abril.
La parálisis de la FED con las tasas de interés que no se pueden bajar más y la capacidad de endeudamiento de los Estados desbordada, también pone al descubierto el agotamiento de las herramientas de política monetaria aplicadas para salir de la llamada “gran recesión”.